
‘Comae Pipi’, la reina vitalicia del Carnaval de Riohacha
Atrevida, rebelde y arbitraria, pero alegre y bailadora. Así es este ícono de las fiestas riohacheras.
En Riohacha casi nadie sabe quien es Nohelia Mejía Guerra, pero sí la irreverente y arbitraria ‘Comae Pipi’.
Las dos son la misma persona y aunque la primera es prácticamente desconocida, la segunda es el ícono que tiene el carnaval de Riohacha y la reina vitalicia de esta tradicional fiesta.
Esta diferencia entre su nombre y su sobrenombre tienen que ver precisamente con esa rebeldía que la acompaña desde niña, ya que nunca le gustó Nohelia y por eso siempre quiso que la llamaran ‘Pipi’.
“Cuando estaba pequeñita me llamaban por mi nombre y no hacía caso, ni me mosqueaba y si me preguntaban cómo me llamaba, decía ‘Pipi Yeya’ y si me llamaban así, ahí sí volteaba enseguida”, explica.
Así fue que se salió con la suya y quedó para siempre como ‘Pipi’, aunque después comenzaron a decirle la ‘Comae Pipi’.
A ‘Pipi’ tampoco se le puede preguntar qué edad tiene. “No te vayas a meter con eso”, dice riéndose a carcajadas.
De lo que sí le gusta hablar es de cuando fue nombrada como la reina vitalicia del carnaval de Riohacha, una anécdota que también tiene como ingrediente su evidente irreverencia.
“Nunca quise ser reina oficial del carnaval, pero un grupo de amigos y bailadores se pusieron de acuerdo y me nombraron cuando apenas era una muchachona”, asegura.
Eso fue en el año 1958 y no quiso decir qué edad tenía, porque dijo que “me quieres sacar la cuenta y no te voy a dejar”.
La propuesta se la habían hecho cinco años atrás, pero ella no quería aceptar porque no le gustaba la ceremonia de coronación y todo el protocolo que eso implicaba. ‘Pipi’ era alegre, le gustaba organizar eventos y sobre todo bailadora. “Me gustaba carnavalear y todo lo que fuera baile, por eso querían ponerme de reina”, indicó.
Finalmente, aceptó y se realizó un acto novedoso parodiando una coronación infantil, que fue muy divertido y jocoso.
Le pidió a su vecino el abogado Juan Pinto Núñez que fuera su edecán y que le escribiera el discurso, pero “le dije que no tuviera nada de disertaciones comparándome con las estrellas y el firmamento, sino algo carnavalero y cómico”.
Las muchachas fueron con vestido imperiales pero corticos, con grandes lazos en la cabeza y medias tobilleras, mientras que los hombres se vistieron con mamelucos, pantalones abombados hasta la rodilla, pecheras y boinas.
El desfile salió de su casa hacia el teatro Aurora ubicado frente al emblemático Parque Almirante Padilla, en grupos agarrados de las manos y jugando a la “Jovita colorá y a “La Palomita”, dos rondas infantiles famosas en la época.
‘Pipi’ dice que la gente los criticó porque decían que “los estaban poniendo de monos”, pero cuando llegaron al escenario los aplaudieron.

“Hicimos hasta para vender y la gente festejó y nos aplaudieron al ver nuestra actuación como niñas malcriadas y groseras”, dice.
En uno de sus decretos nombró a sus princesas así:
Beatriz Henríquez, la bochinchera, Noris Mejía, la altanera, Zoraida Pinedo, la llorona; Guillermina Pinedo, la princesa precoz, Franquita Sierra, princesa grosera, Finita Julio, la hipócrita, Lida Orozco era la princesa malcriada y Nidia Mengual, la burlona.
También estaban Ivita Sánchez, la princesa boba, Zonita Romero, la orgullosa, Celinita Gómez la perezosa, Cirilita Rojas, la terrible, Enit Romero, la princesa desaplicada, Rosita Peñaranda, la princesa chismosa, Rebequita Sánchez la descomplicada, Ruchita Benjumea la mentirosa y Rinita Brugés la confianzuda.
Está soltera y así se morirá
El año en que fue nombrada reina vitalicia, la ‘Comae Pipi’, se casó por primera vez, claro solo como disfraz de carnaval, así como lo ha hecho en otras dos ocasiones.
“Solo me he casado como mamadera de gallo, porque eso nunca me gustó, si tuviera marido y pelaos no hubiera carnavaleado tanto, ni pudiera seguir haciéndolo”, dice ‘Pipi’.
Añade que además ella siempre fue autoritaria, atrevida y rebelde, algo que no va con el matrimonio.
“Siempre he hecho lo que he querido, sobre todo viajar y bailar”, anota.
Aunque sí tuvo muchos pretendientes y novios. Uno de ellos, le dijo una vez que no la quería ver con las blusas escotadas, ni con vestidos cortos, que eso no era bien visto en las señoritas.

‘Pipi’, quien ya sabía coser, lo que hizo fue todo lo contrario al pedido del muchacho. “Cogí todos los vestidos y los corté, las blusas les puse escote y me fui a ver con él, para que viera que a mí no me podía andar diciendo lo que tenía que hacer”, relata ‘Pipi’, quien agrega que hasta ahí llegó la relación.
Ser soltera le ha permitido viajar a otros carnavales, como el de Barranquilla, varios de Europa, el de Brasil y a Caracas, pero adora y defiende el de Riohacha, uno de los más antiguos del Caribe colombiano, ya que data del año 1742, según cronistas coloniales.
Su primer ‘matrimonio’ fue precisamente en 1958 con Adaníes de Castro, un sastre muy serio y correcto. Hubo anuncio por la emisora La Voz del Comercio, por lo que muchos creyeron que era verdad. “Fueron a avisarle a mi abuela Mamá Sarito, quien se puso a llorar porque no sabía nada”, explicó ‘Pipi’. Dijo que tanto ella como el novio estaban vestido “de chupe usted y déjeme el cabo”.
Esa ceremonia, como la de los otros dos matrimonios se llevaron a cabo en el Parque Almirante Padilla. En el 2015 se casó embarazada y en el 2017 se casó con el exdirector de Prosperidad Social Nemesio Roys.
Defensora del Pilón riohachero
El único momento de la entrevista en que ‘Pipi’ coge rabia, es cuando habla del cómo se baila ahora el Pilón riohachero. “Yo siempre les digo, pero no hacen caso”, dice ‘Pipi’ con vehemencia.
Explica que el baile no lleva “faldeo”, tampoco movimiento de hombros, solo de caderas y tanto el hombre como la mujer deben arrastrar los pies.
“Así es muy bonito, pero son tercos y le agregan otras cosas que no van en el baile”, afirma.
‘Pipi’ asegura que fue su abuelo, por parte de papá, Luis Felipe Mejía, el autor de la música del Pilón y que ese legado lo debe cuidar para que permanezca en el tiempo.
Con este propósito creó hace 16 años el grupo de las pilanderas y hay un semillero de pilanderitas, que durante todo el año, asisten a eventos y a los colegios y en carnaval, son protagonistas en toda la programación.
“Un pueblo sin memoria, es un pueblo sin historia, por eso hay que luchar para que nuestras tradiciones nunca mueran”, manifestó ‘Pipi’.
Su historia, anécdotas de carnaval y las tradiciones de estas fiestas, las relata y describe ‘Pipi’ en su libro titulado Memorias de una carnavalera, editado en el 2015 por el Fondo Mixto para la Promoción de las Artes y la Cultura de La Guajira, en el marco de los 50 años de este departamento.

El Pilón riohachero
El baile tradicional de Riohacha, es el pilón, el más representativo de su carnaval, el cual nace de una vivencia en la que está involucrada una costumbre costeña como lo es la molienda de maíz. Este nació en el siglo XVIII a partir de una historia de amor. Resulta que el señor Encarnación Bermúdez, quien era parrandero y tocaba la dulzaina, estaba enamorado de una joven llamada Maye, poseedora de una gran cabellera que le llegaba casi a la cintura.
El señor Bermúdez cada vez que veía a la joven, le sobaba el pelo, incluso mientras ella pilaba el maíz junto a su mamá. Estaba tan enamorado que no la dejaba tranquila, por lo que ella para espantarlo, se cortó el cabello. Cuando se dio cuenta, agarró la dulzaina y comenzó a entonar los primeros versos:
“Yo te quería era por el pelo. Te lo cortaste y ya no te quiero.
Yo te quería era por el pelo. Te lo cortaste y ya no te quiero.
Quien pila pilandera quien muele molendera.
Quien pila pilandera quien muele molendera”.