Es una historia de horror de la que la capital de Bolívar no se repone. A una mujer de 28 años, con ocho meses de gestación, le extrajeron su criatura abriéndole su estómago con una cuchilla, en un quiosco ubicado a 30 pasos de una estación de Policía. La descuartizaron en la noche, envolvieron el cuerpo desmembrado en una colchoneta y prendieron una hoguera para carbonizarla. Posteriormente enterraron los restos calcinados en una fosa.
El director seccional de Fiscalías en Bolívar, Vicente Guzmán Herrera dijo, 'estupefacto', que el 'escabroso crimen no tiene precedentes' en la ciudad.
Aún más, algunos investigadores piensan que ni el más ingenioso libretista de películas de Hollywood se le hubiera ocurrido 'semejante guión de terror', protagonizado por 'mentes enfermas que maquinaron un homicidio tan espeluznante como extravagante'.
Todo empezó a develarse el pasado sábado, cuando un perro callejero, que suele merodear la estación de Policía del corregimiento costero de Manzanillo del Mar, ubicado a 25 minutos de Cartagena, fue visto por uno de los agentes de guardia llevando en su boca un brazo humano chamuscado.
El policía se espantó y dio aviso inmediato al Comando. Era el descubrimiento de la macabra historia de la que fue víctima Kellys Zapateiro Guzmán, una estudiante de peluquería, de quien su misma madre Iris Guzmán dijo que padecía deficiencia cognoscitiva y que asistía a una jornada de refuerzo para estudiantes especiales. Era la última de tres hermanas y madre soltera.
Hasta ahora no se ha revelado la identidad del padre del hijo que llevaba en sus entrañas.
El pasado jueves en los alrededores del Centro de Servicios Judiciales, en la convulsa zona de La Matuna, había un ‘avispero’ humano incontrolable. Tanto, que hubo necesidad de pedir la presencia de los antimotines del Esmad de la Policía para preservar el orden en la zona.
Cerca de 300 personas, entre curiosos, familiares y amigos de la víctima y de la presunta victimaria se apiñaban en los alrededores de la edificación judicial, ubicada en la plaza Benkos Biohó, para ver a la principal sindicada del asesinato de Kellys.
Josefa Cardona Ortega, de 33 años, estaba en la audiencia de imputación de cargos después de haber sido detenida a la salida de la clínica maternidad Rafael Calvo, en la zona suroccidental de Cartagena. Llegó a ese centro médico el sábado en la madrugada en dos ocasiones.
Primero, a las dos de la mañana, llevó al hijo recién nacido de Kellys y dijo que había sido 'un parto prematuro', que la criatura requería atención y se marchó. Cuatro horas después se volvió a presentar, con placenta de la joven muerta entre sus piernas, asegurando que el niño recién ingresado era su hijo, que lo había tenido 'accidentalmente' en su vivienda.

Kellys Zapateiro Guzmán, asesinada.
Los médicos, horas después, descubrieron la gran mentira de Josefa y la Policía ya la tenía como sospechosa del horrendo crimen. Por eso, cuando le dieron de alta el miércoles pasado, unos policías la aprehendieron y de inmediato empezó su judicialización.
El brazo que encontró el perro el domingo fue sometido a pruebas científicas de identificación y se cotejó con el resto del cuerpo. Pertenecía a la mujer, cuya desaparición estaba denunciada por su madre desde el viernes de la semana pasada.
Según la madre de Kellys, esta y Josefa, quien se había ganado su confianza y amistad, salieron juntas el viernes 11 de julio, a las 10 de la mañana, a una supuesta cita médica de valoración del embarazo.
La información que tenía la madre de Kellys es que su hija y su amiga iban a un control en una fundación de nombre El Rey, en el sector de los Cuatro Vientos. Esa fue la última vez que Iris Guzmán la vio. De allí Kellys salió para las más espantosas horas de su vida.
Las investigaciones revelaron que en vez de dirigirse a la fundación, que no existe, Josefa llevó a la muchacha –algunas versiones indican que drogada– hasta la clínica maternidad Rafael Calvo, registrando malestares.
El video de entrada del centro registra cómo la joven embarazada, a duras penas se baja del taxi ayudada de Josefa. Era en realidad la primera parte del escabroso plan de Josefa. En la clínica la mujer suplantó la identidad de Kelly. Más tarde se presentó como si ella acabara de dar a luz, siendo que no estaba encinta.
De acuerdo con el fiscal del caso, Pedro Díaz Pacheco, Kellys, una vez fue dada de alta, en la noche del viernes, fue llevada a la estación de Policía de Manzanillo del Mar, donde estaba de turno el esposo de Josefa, el agente de la Policía Andrés Díaz, quien se encuentra huyendo de la justicia y se considera pieza clave de esta historia.
Por motivos que no están totalmente esclarecidos, el agente y su mujer llevaron hasta un quiosco a Kellys, tal vez dopada, y procedieron a sacarle a su hijo. Las investigaciones tratan de esclarecer si la mujer murió en el procedimiento o fue asesinada posterior a este.
Una vez sacaron al niño, todo hace indicar que el policía y su mujer procedieron con un machete a cortar en pedazos el cuerpo de la joven. Lo envolvieron en un colchón, según las primeras hipótesis, y encendieron una hoguera para desaparecer todas las evidencias.
La estación de Policía de Manzanillo, donde ocurrieron los hechos, está en una zona rural, a unos cincuenta metros de la carretera que conduce al pueblo y en medio de árboles, sin viviendas cercanas.
Los testimonios indican que las quemas eran frecuentes en esta área. Incluso, el Fiscal acusa al agente Díaz de realizar esta práctica, como hecho premeditado para no despertar sospechas cuando ocurriera el crimen.
Otras versiones dan cuenta de que se escuchó un disparo, pero el examen del cuerpo de Kellys no revela herida de bala. También se dijo que el policía acostumbraba a hacer disparos esporádicamente y hasta que era frecuente que bajara cocos con un tiro de su arma.
El paradero de Díaz es desconocido. Él habría pedido permiso el fin de semana de los hechos para atender a su mujer Josefa, que supuestamente había dado a luz. Igualmente, la central de la Policía registra una llamada de Josefa diciendo que quería saber de su esposo en turno para informarle sobre la novedad de que había parido prematuramente.
Toda esta confusión se suma a una serie de procedimientos por aclarar por parte de las autoridades policiales, como el no aviso al Cuerpo Técnico de Investigación, CTI, por parte de la Policía, al descubrirse el cadáver de la mujer.
Incluso, el comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, coronel Jorge Ramírez, el mismo lunes, cuando se descubrió el horrendo caso, no reconoció que se trataba de un cuerpo calcinado y solo se limitó a hablar sobre el hallazgo de un brazo.
Horas después, cuando Medicina Legal, en Barranquilla, comprobó que el brazo y los restos calcinados pertenecían a Kellys, el oficial reconoció el episodio de horror en el que se sospecha participó uno de los agentes de la institución y en inmediaciones a una estación de Policía.
Lo que no está claro
Debido a que Josefa Cardona ingresó con el bebé de Kellys a primeras horas del sábado, a pesar de que estaba en una zona con dificultades de transporte como Manzanillo del Mar, la Fiscalía investiga si, además del policía Andrés Díaz, otras personas habrían sido cómplices de Cardona en su traslado hacia el centro médico.
También son investigadas las razones por las que, aunque quedó demostrado que varios policías estaban en la estación cuando ocurrió el asesinato de Zapateiro, nadie se percató del atroz crimen.
Algunos de los uniformados consultados por la Fiscalía dijeron que no se alarmaron al escuchar el impacto de bala ni al percatarse de la fogata, según ellos, porque era habitual que el policía Andrés Díaz tuviera este tipo de prácticas.
Sin embargo, para muchos de los nativos de Manzanillo del Mar resulta sospechoso que ningún policía hubiera percibido un crimen de tal magnitud.