
En medio de la oscuridad de la noche y sin importar la mala fama que pueda tener un sector, un grupo de agentes de Policía tiene la difícil, pero necesaria labor de custodiar los que han sido denominados por la institución como ‘puntos mitos’, los mismos que la comunidad suele llamar “zonas rojas”.
Hace más de un año cuando la Dirección de la Policía Nacional puso en marcha el plan de vigilancia por cuadrantes en gran parte del territorio colombiano, uno de los objetivos primordiales que buscaba la institución era el acercamiento con la comunidad.
Deseaban dejar atrás la vieja figura del agente de policía malhumorado, desafiante y agresivo, que, en vez de brindar una buena imagen, siempre dejaba más y más enemigos por todas partes.
Para lograr su propósito, los altos mandos decidieron capacitar a todos sus hombres y mujeres para llevarlos a aquellos escenarios de las ciudades atiborrados de delincuencia, intolerancia e intranquilidad.
A través de los CAI o Centros de Atención Inmediata Móviles, compuestos por seis uniformados al mando de un subteniente, dos motocicletas y una buseta dotada de modernos equipos de comunicación, la Policía busca contrarrestar todos estos actos que alteran el orden social.
En Barranquilla hay cinco CAI Móviles. Se dividen en toda el área metropolitana de la ciudad, en los sectores con mayor afluencia de público.
EL HERALDO acompañó por una noche al CAI Móvil No. 3, uno de estos grupos de patrullaje que tiene la difícil tarea de custodiar gran parte de los barrios del Suroccidente de la ciudad.
El subteniente Eliseo Rueda Ramírez es el comandante de la célula policial. Su equipo debe velar por la seguridad de los barrios Carrizal, Evaristo Sourdis, 7 de Abril, Santo Domingo de Guzmán, El Bosque y Ciudadela. Entre 6 de la mañana y 10 de la noche, el equipo al mando del oficial se ubican en los llamados “puntos mitos”.
“Este modelo de seguridad ofrece a la comunidad una mayor atención a las necesidades cotidianas. Tratamos de que la gente se sienta protegida tanto en la salida como en el regreso a casa”, dice el subteniente.
Requisas, identificación de personas, revisión de todo tipo de vehículos y verificación de antecedentes, son algunas de las misiones. En cada lugar, en los que permanecen por espacio de hora y media, los uniformados también tienen como consigna orientar a la ciudadanía.
La patrullera Cindy De La Hoz se ha convertido en uno de los pilares del CAI Móvil No. 3. Con apenas un año en la institución, la joven tiene la dura labor de mediar en conflictos entre familias, parejas y vecinos. Señala que en medio de operativos se ha tropezado con severas disputas, que, “gracias a Dios”, siempre han terminado arreglándose a través del diálogo. “Para eso estamos nosotros, para orientar”, añade.
Dentro de los planes, Cindy también requisa a todas las mujeres que pasan por el retén, y al mismo tiempo les verifica los antecedentes a través de un teléfono Avantel.
Contrario a lo que se pensara, De La Hoz se siente orgullosa de pertenecer a un grupo de la Policía que brinda seguridad en zonas de alto riesgo. En el poco tiempo que lleva asignada al Cai —revela— ha logrado capturar a 4 mujeres por porte ilegal de arma. Para ella, eso es un logro si se tiene en cuenta que son 4 armas menos en la calle.
Por Kenji Doku