El nombre Diego Acuña Carvajalino dice poco. Para las autoridades, sin embargo, cobró relevancia el año pasado cuando se convirtió en uno de los primeros testigos que asegura haber recibido dinero de Marcos Figueroa, señalado capo del narcotráfico y del contrabando en La Guajira, para cometer un homicidio.
Acuña ya había confesado en 2012 que acribilló a Óscar Eduardo Rodríguez Pomar. El crimen ocurrió el 18 de agosto de 2011 en la carrera 48 con calle 72, barrio Colombia, norte de Barranquilla.
En todo ese tiempo, empero, no se había referido a sus compinches ni a los autores intelectuales del asesinato. Hasta que el 28 de noviembre anterior contó parte del plan criminal que acabó en un error. EL HERALDO obtuvo el interrogatorio de 51 minutos, grabado en videocámara.
'En contra del papá', respondió Acuña a la primera pregunta a investigadores del grupo contra homicidios de la Dirección de investigación criminal e Interpol (Dijín): ¿el atentado iba dirigido contra el administrador de empresas u otra persona?
La víctima era hijo de Carlos Rodríguez Gómez, dueño de la reconocida sastrería GQ, quien en los años 80 y 90 vistió a íconos musicales como Juan Piña, Joe Arroyo, Juan Carlos Coronel, y al desaparecido cantante de vallenato Rafael Orozco y su agrupación el Binomio de Oro.
CONTACTO SAMARIO
El relato de Acuña confirma lo que ya había testificado al año siguiente del homicidio a funcionarios del CTI. Ambos testimonios están incluidos en el expediente a cargo de un fiscal de Bogotá, porque el caso fue trasladado de Barranquilla por la lentitud y las sospechas de corrupción para entorpecer las pesquisas.
'El muerto se llamaba Óscar, pero a mí me pagaron para matar al papá y no a él', afirmó en la Penitenciaría de El Bosque, donde estaba detenido por hurto y porte ilegal de armas que cometió después del homicidio.
Su decisión de colaborar con las autoridades fue consecuencia de que ya había testigos que lo señalaban y reconocían como el sicario.
'Me equivoqué porque el papá del pelao iba siempre en ese carro y ese día cambió (…); por esa equivocación no me pagaron la vuelta, solo me dieron los viáticos, me dieron de anticipo $3 millones en Bogotá, una semana antes de llegar acá', agregó.
La diferencia entre los interrogatorios es que Acuña reveló en el último con quién cometió el atentado, dio pistas de los autores intelectuales del mismo y precisó las sumas de dinero que le pagaron.
'Un samario que le decían El Enano', contestó sobre quién lo contrató para matar al comerciante y ganadero Carlos Rodríguez Gómez.
Acuña, apodado Dieguito, fue contactado por teléfono porque para los días de 'la vuelta' ya no vivía en el Atlántico. Hacía varios meses se había radicado en Bogotá, junto con su pareja.
'CAMELLAR A UN MAN'
A Carlos Rodríguez trataron de matarlo antes en Bogotá, en donde permaneció unas dos semanas con un escolta. 'Pero no se pudo', dijo Acuña, quien no había sido contactado aún. 'Nadie sabía que yo vivía allá, ninguno de ellos'.
'¿Entonces, a usted cómo lo ubicaron?', le preguntaron los policías. Según Acuña, la distancia no fue complicación porque la mecánica de cada 'trabajo' era la misma: cada miembro de la red criminal tenía 10 a 12 sim card para evitar seguimientos e interceptaciones de las autoridades. 'Llamábamos a uno, que si ya había recibido el número de este u otro, y así'.
El Enano le manifestó que 'había que hacer un trabajo'. Por el 'trabajo' que le propusieron, el pago total sumaba entre $100 y $150 millones.
El primer encuentro para concretar el plan criminal se realizó en Barranquilla entre Acuña y 'un pelao' que no conocía. Ambos se identificaron por el color de la ropa que vestían. 'Nos encontramos por teléfono'.
La cita se dio en la cancha de Las Trinitarias, en la localidad Suba (Bogotá), donde Acuña residía. El intermediario le entregó $8 millones 200, -no $3 millones como declaró primero- y la suma no incluyó los pasajes en avión, adquiridos después por otra persona.
En Barranquilla, El Enano realizó la 'inteligencia' a Rodríguez: desplazamientos, los lugares que frecuentaba y la placa de su auto. 'Era el ojo de la investigación pa’ que se supiera dónde era más fácil el operativo'.
Acuña viajó a Barranquilla la misma mañana en que mató a Óscar Rodríguez, en un vuelo de la aerolínea LAN. Él sospecha que los tiquetes los compró alias Ferna, el motociclista que lo transportó el día del crimen. 'Viajé a las 5, 4 y 30 (a.m.), y llegué como a las 6 y 20'.
En el aeropuerto Ernesto Cortissoz, alias Dieguito le pagó a un taxista para que lo llevara a Sanandresito, donde esperó a que lo llamaran. Con Ferna se encontró en un sector cercano –no precisa dónde- y juntos se van en una moto conducida por el primero.
'Ferna me lleva a una cuadra que está por ese estadio que está por Barlovento, algo así'. Acuña se refirió, al parecer, al estadio de béisbol Tomás Arrieta, en cuyo parqueadero lo esperaba El Enano sentado en unas llantas.
El Enano le dijo que 'había que camellar a un man' y le mostraron una foto no muy visible de Carlos Rodríguez. 'Me pasan la pistola; después, el silenciador aparte y se lo coloco, la meto dentro del morral y salimos, (…) era una Prieto Beretta'.
EL CRIMEN
Dieguito y Ferna, en una moto, y El Enano en otra, se dirigieron a la carrera 48, entre calles 72 y 74, donde funcionaba la sastrería GQ. Acuña estaba disfrazado de contratista de Electricaribe, con una camisa azul de mangas largas que tenía el logo de la empresa.
Al llegar, Dieguito se ubicó en una frutera en la esquina de la calle 72. Ferna se parqueó con la moto en frente de la sastrería. Y El Enano estaba diagonal a la sastrería, a las afueras de un edificio de oficinas, para cumplir la función de ‘mosca’: vigilar que no hubiera policías cerca y, tras el atentado, confirmar la muerte de la víctima.
Acuña fue quien se dio cuenta de la llegada del auto Ford Fusion, de placas QHM 020, que debía conducir su dueño Carlos Rodríguez. 'Le hago señas a Ferna que sí es, me dice que sí; El Enano me dice que sí, y llegamos', declaró.
Acuña mató al conductor, que no era el ganadero, sino su hijo mayor, casi a las 10.30 de la mañana de un jueves. La escena la vieron varios transeúntes y empleados de negocios de la zona.
Óscar había dejado a su padre en un taller de revisión técnico mecánica y le tomó prestado el carro para buscar a un técnico en refrigeración que hacía unos arreglos en las oficinas de la sastrería. Cuando el sicario comenzó a dispararle, intentó escapar: se salió del carro por la puerta del copiloto, pero Acuña siguió tirando del gatillo. Seis disparos impactaron la cabeza y el cuerpo de Óscar.
Una vez lo acribilló, Dieguito fue recogido por Ferna. Juntos se fueron en contravía por la carrera 48, cruzaron por la calle 74 y Acuña se bajó en la carrera 49. 'Me quito la camisa y una gorra, las tiro entre unos carros; a una cuadra de ahí paró un taxi y digo que me lleve a la Vía 40, pero me bajo en Villa Tarel, ahí me quedo en una paredilla, compro dos Gatorade, luego salgo y freno otro taxi', contó.
A la media hora, mientras almorzaba en un local comercial en el Centro de la ciudad, cerca del Paseo Bolívar, recibió una llamada. Era El Enano, quien le dijo que se habían equivocado de víctima.
POR UNA PLATA
Acuña aseguró que solo se enteró de que el crimen fue encargado por una deuda económica. 'No sé si es que se la debían a ellos o ellos la debían acá. ¿Si ve? No sé cómo era, pero era por una plata. ¿Cuánta? Tampoco sé'.
Por el error, los $100 millones que ofrecieron no fueron pagados por completo. 'Después nos dieron 20 (millones), así de a poquito en poquito se fue convirtiendo en 58 o 60 palos'.
La equivocación fue el tema de una conversación que Acuña y Ferna tuvieron después del atentado con El Enano, quien les dejó ver dónde y quiénes provenían la orden.
'Me dijo que iba a viajar pa’ Riohacha a buscar la plata, allá se iba a encontrar con el Patrón, que el Patrón era un señor de Santa Marta o del Magdalena, y un señor de por allá de La Guajira que se llama Marquitos', sentenció Acuña.
A continuación, los policías le preguntaron si le conocía el apellido al Marquitos que mencionaba. 'Figueroa', respondió.
¿Marquitos Figueroa?
(Asiente con la cabeza)
¿El Enano trabajaba para él?
No, pero sí se hacían camellos de ellos, claro.
¿Y El Enano lo busca a usted?
(Asiente con la cabeza)
Acuña señaló que nunca conoció por nombre ni vista al 'señor' del Magdalena, pero sí entregó un detalle. 'Era como un alcalde, concejal, no sé qué era; lo que sí sé es que esos manes trabajaban con políticos o eran políticos'.
*Lea mañana la segunda parte de este informe.
PROCESO SUSPENDIDO
El proceso en contra de Acuña está en etapa de acusación de la Fiscalía, ante el Juzgado único penal del circuito especializado de Barranquilla, ante el cual se iba a decidir el jueves en audiencia si se le formulaba acusación o se presentaba el preacuerdo que tiene con las autoridades para colaborar con la justicia. El abogado de Acuña, sin embargo, alegó que el juzgado no puede conocer del caso. El proceso queda suspendido hasta que la sala penal del Tribunal Superior de Barranquilla decida si el despacho es competente o no.