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Diez años después de iniciada y cuando estaba en su mejor momento, según lo afirman las autoridades, Andrés Fernando Pérez Restrepo, alias Ántrax o Babynarco, la carrera delincuencial del cabecilla de la banda criminal los Urabeños, cayó en poder de la justicia gracias a una sola huella digital.

El sol del mediodía del pasado miércoles golpeaba a la ciudad de Montería, el ambiente era sofocante y tenso, pero para Babynarco era un día más. Gozaba del respaldo de sus escoltas, de un grupo de compañeros y miembros de la Policía Nacional, según relató la Fiscalía en la audiencia de imputación.

La suerte que lo acompañó en sus correrías por los municipios costeros de Tolú y San Onofre, donde los retenes de la Policía eran cambiados de sitio para que la droga pasara sin ningún obstáculo — gracias a la complicidad de un subintendente y de tres patrulleros—, acabó cuando agentes de la Sijín lo capturaron junto a su segundo al mando y amigo de infancia, Luis Miguel Moreno Isaza, alias Simón, y Juan Guillermo Ríos Vélez, mientras se encontraban en el aeropuerto Los Garzones.

Babynarco, al ser requerido su documento de identidad, entregó una cédula con el nombre de Jorge Andrés Sáenz Ramírez, la misma identificación con la que estaba registrada un arma que le fue encontrada en un allanamiento en Berrugas (San Onofre) el 13 de septiembre de 2013.

Cuando las autoridades comparaban sus huellas dactilares, encontraron que solo el dedo índice derecho coincidía con la tarjeta decadactilar que reposa en la Registraduría. Pero, de todos modos, habían suficientes elementos materiales probatorios que, según la Fiscalía, daban fe de que esta persona integraba la banda criminal. Uno de estos materiales, y el más importante, es el relato de uno de sus escoltas: un testigo clave.

RECORRIDO DELINCUENCIAL. Andrés Fernando Pérez Restrepo recibió el mote de Babynarco (Narco bebé, en español), porque ingresó al narcotráfico a los 18 años.

El capturado, de 27 años, es señalado de preparar pistas clandestinas para el despegue de aeronaves con estupefacientes.

Acopiaba la droga en fincas de su propiedad, la ocultaba en caletas hasta completar la 'cuota mínima de exportación', que no podía ser inferior a 500 kilos. Posteriormente se iniciaba una operación 'hormiga' para movilizar los cargamentos hasta diversas playas del Mar Caribe.

Según el general Rodolfo Palomino, director de la Policía Nacional, alias Ántrax se encargaba de la logística, producción, transporte, acopio y envío de cocaína a Estados Unidos y México, vía Centroamérica.

El testigo clave de la Fiscalía también aseguró que la droga era sacada del Golfo de Morrosquillo por el aeropuerto de Tolú.

'Era un individuo que estaba combinando toda esa capacidad perversa del narcotráfico, dirigida a comprar conciencias y actitudes de algunas personas claves en vías y aeropuertos utilizados por los traficantes de estupefacientes', señaló el alto oficial de la Policía.

Pese al dinero que manejaba, y la ostentación a través de lujosos apartamentos en Envigado (Antioquia), no escatimaba esfuerzos en empacar la droga que iba a enviar al exterior en panelas y que marcaban con frases y letras como F, EF, 100%, Bob Esponja, Barcelona, 44%, Popeye, un viejito con barba, la manzana de ipod, un bastón, 00, el símbolo Nazi, 444 y la bandera de Colombia.

'Inicia su actividad ayudando a las tareas de alistamiento para el narcotráfico y, posteriormente, acondicionando lanchas rápidas desde y preparando pistas clandestinas para el envío de estos cargamentos de cocaína', indicó el oficial.

La droga, en algunas ocasiones, era llevada a la isla Tintipan en el Archipiélago de San Bernardo y de ahí al exterior.

Se le veía muy a menudo pasearse en una camioneta de color blanco por las calles de Tolú, municipio donde tenía fincas, todas ubicadas en el sector El Francés.

Los miembros de la banda —parte de ellos se cuentan entre once capturados en Tolú y San Onofre entre el miércoles y jueves pasado— solo se podían comunicar a través de pin para evitar ser rastreados. Los apodos de muchos de ellos eran tomados de los nombres de dibujos animados como Dragon Ball Z.

La Fiscalía le imputó los delitos de concierto para delinquir con fines de terrorismo, amenaza e intimidación y documento falso.

Pérez Restrepo no aceptó los cargos. Sus dos abogados, un titular y un asistente, reiteraron en varias ocasiones que su apoderado era un prestigioso ganadero y empresario que inició a laborar desde muy joven.

El presunto narcotraficante supuestamente tenía bajo su dominio los departamentos de Antioquia, Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena y La Guajira.

Al cierre de esta edición, se realizaba la solicitud de medida de aseguramiento, tras varias horas de receso a lo largo de las audiencias preliminares.