
Desde el pueblo de Santa Rosa hasta Barquisimeto, en el occidental estado venezolano de Lara, los fieles de la Divina Pastora asistieron un año más a la procesión de la virgen con agradecimientos por los milagros de salud y muchos ruegos por un país en paz y más unido.
Cientos de miles de personas acudieron esta semana a Santa Rosa para asistir a un rito que se repite anualmente desde hace 155 años y que supone uno de los acontecimientos religiosos más importantes de Venezuela y, según los seguidores de la virgen y la propia Iglesia, de Sudamérica.
Vendedores ambulantes, comerciantes, policías, bomberos, fieles, religiosos y turistas llenaron desde el miércoles el pueblo situado a algo más de 300 kilómetros de Caracas a la espera de que la virgen comenzara la procesión que la lleva hasta Barquisimeto.
La procesión se desarrolló el viernes en medio de un río de gente, que hacía imposible el tránsito a más de dos kilómetros del pueblo y en el que los vendedores repartían botellas de agua a ocho bolívares (menos de dos dólares), sombreros a 30 bolívares (7 dólares) y lentes de sol a 25 (6 dólares).
La virgen recibió la visita de sus seguidores ataviada con el típico sombrero y el bastón que la identifican como pastora, pero en esta ocasión con un vestido blanco de raso alemán y una capa azul índigo de terciopelo.
El vestuario de la Divina Pastora no es cosa menor, según explicó a EFE, su ‘vestidora oficial’, Yajaira Sánchez.
“Tengo la misión de vestir a la Virgen desde hace tres años y es una misión que se me ha encomendado desde el cielo”, agregó Yajaira, de 53 años, quien dice que reconoce “cuando ella (la Divina Pastora) está triste o cuando está feliz”.
Asegura que la imagen se poner triste cuando hay conflictos en el país y cuando hay problemas entre los estudiantes, “por eso le he pedido paz y unión entre los venezolanos”, explicó.
En el tránsito de alrededor de cuatro horas entre Santa Rosa y Barquisimeto, donde permanecerá tres meses para recorrer varios templos, los fieles se agolpan con sus peticiones y anhelos.
“Yo tuve una bebé que nació con solo 29 semanas de gestación y hoy es una niña saludable de 10 meses”, contó a EFE Rosa Velásquez, quien está segura de que se trató de un milagro de la Divina Pastora y por eso prometió ir a su fiesta durante siete años.
Al lado de Rosa, Liria Suárez, de 53 años, ruega a la Virgen el favor de dejarla vivir “un tiempo más”, pues asegura que sufre de diabetes y que tiene un brazo que constantemente le duele.
Liria llegó desde Maracay, capital del estado Aragua (centro occidente) hasta Santa Rosa, y una vez en el pueblo se quitó los zapatos para caminar sin ellos hasta Barquisimeto.
Vestida con una larga y morado túnica y una corona de espinas, Gisela León contó a Efe que fue a Santa Rosa a repartir estampas de la virgen en agradecimiento por haberse curado de un cáncer de mama.
“Me visto de nazareno para dar las gracias a la Divina Pastora, gracias a ella volví a nacer”, dice la barquisimetana, siete años después de haber combatido contra la enfermedad.
La mayoría de las viviendas cercanas al templo sirven de tiendas improvisadas de empanadas, arepas, agua y refrescos y en muchas de ellas se alquilan los baños.
Desde el altar, el sacerdote Emiro Suárez pidió por la beatificación de José Gregorio Hernández, un médico nacido a principios de siglo en los andes venezolanos y que después de su muerte ha realizado, según sus seguidores, miles de milagros relacionados con la salud.
Suárez también pidió por la paz y unidad de los venezolanos puesto a que este país no puede seguir no puede vivir dividida. “Eso no es lo que nuestro padre quiere”, dijo.
La misma petición la hizo el sacerdote Alfredo León, quien pidió paz, pero también “libertad para Venezuela”, pues aseveró a EFE que “eso aquí no existe”.
El religioso Alexánder Nieves desea que todos puedan “vivir juntos como hermanos” en Venezuela, pues “esa es la petición de Dios”. EFE