Ahora que el papa Francisco ha declarado mártir de la fe al asesinado monseñor Óscar Arnulfo Romero, los mismos sectores que fueron sus más duros detractores y crearon un ambiente adverso que culminó con su muerte lo elogian como un luchador social y prometen construirle un monumento en el centro de la capital si ganan las elecciones.
El anuncio del papa, que allana el camino a la beatificación del prelado asesinado, 'obligó a gente a replantearse las cosas y ojalá que les lleve a pedir perdón, muchos tienen que pedir perdón por monseñor Romero', dijo el obispo auxiliar capitalino, monseñor Gregorio Rosa Chávez.
Para el politólogo Antonio Martínez, profesor del departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de El Salvador, esos sectores ahora 'entienden que la figura de monseñor Romero es una figura de gran magnitud, no solo salvadoreño, sino que también internacional' y 'eso creo que los ha obligado a corregir y mejorar su discurso político, no creo que sea una hipocresía total, pero también tiene propósitos electorales'.
Se refieren a las declaraciones sobre Romero pronunciadas hace una semana por políticos del partido de derecha Alianza Republicana Nacionalista (Arena), a casi 35 años del asesinato.
El candidato a la alcaldía de San Salvador por Arena, Edwin Zamora, prometió que de ganar la alcaldía de la capital construiría un monumento a Romero y reclamó que el arzobispo 'nos pertenece a todos los salvadoreños'.
El sorprendente anuncio de Zamora fue respaldado casi de inmediato por el presidente del partido Arena, Jorge Velado y dijo que Romero 'es un líder histórico del país, es un líder para nosotros los católicos, porque fue nuestro guía y la cabeza de nuestra Iglesia'.
El Salvador celebrará las elecciones municipales y legislativas el próximo primero de marzo.
Arena fue fundado en 1981 por el mayor del ejército Roberto D´Aubuisson, a quien un informe de la Comisión de la Verdad de Naciones Unidas señaló en 1993 como el autor intelectual del crimen y creador de los escuadrones de la muerte.
Romero fue asesinado por un francotirador cuando oficiaba misa el 24 de marzo de 1980 y para los analistas fue el detonante de la guerra civil que concluyó en enero de 1992 con la firma de los acuerdos de paz.
D´Aubuisson murió el 20 de febrero de 1992, tras un largo padecimiento de cáncer en la garganta.
Miguel Montenegro, que dirige la no gubernamental Comisión de Derechos Humanos de El Salvador, expresó su esperanza de que las declaraciones de los políticos reflejen 'una posición verdadera de reconocer el papel que jugó monseñor Romero en defensa de los derechos humanos y no sea una cuestión totalmente electorera dentro del marco de las elecciones'.
El comienzo de la década de los años 80 era una época en que aumentó la represión de los militares y estaban en auge los escuadrones de la muerte respaldados por los sectores políticos ultraderechistas que impulsaban una consigna: 'Haga patria, mate un cura'.
D´Aubuisson, devota. Para María Luisa D´Aubuisson de Martínez, hermana del polémico militar y fiel devota del arzobispo mártir, 'si esas palabras fueran acompañadas por una actitud de reconocimiento que su fundador y líderes fundadores de su partido participaron en la muerte de monseñor Romero y pidieran perdón, pues nos alegraríamos que hayan cambiado'.
Su devoción y defensa de monseñor Romero provocó un alejamiento con gran parte de su familia, pero eso no le importa: 'Mantengo mi postura delante de quien sea, ya sean familiares, o conocidos, o amigos, saben de mi postura y no he cambiado, entonces yo no tengo problema'.
Señaló que si estas declaraciones de admiración por Romero fueran acompañadas por una confesión, 'bueno uno dice bienvenido, pero esto no es más que un oportunismo en un momento en que el partido tiene esa espina del señalamiento, pero no son sinceros, no es una conversión, siguen odiando a monseñor Romero'.
Pese a la mención del mayor D'Aubuisson y de otros dirigentes del partido en el asesinato de Romero y de seis sacerdotes jesuitas en 1989, una ley de amnistía emitida en 1993 por el presidente Alfredo Cristiani, de Arena, impide la apertura de cualquier juicio en El Salvador.
'Gente que ahora está aquí y que ha tenido el poder político en este país lo llamaron de todo, revoltoso, que estaba levantando al pueblo, que era comunista, que apoyaba a los guerrilleros terroristas, qué no dijeron de monseñor Romero', afirmó la hermana de D´Aubuisson.
Cuando lo mataron comenzó la balacera. Monseñor Jesús Delgado que conoció muy de cerca a Romero porque fue su secretario particular y escribió la biografía oficial, dijo a la AP que, 'cada uno criticaba a monseñor Romero según su conveniencia, para el gobierno, para los militares, para los ricos, él pasó a ser parte de los que estaban en contra del gobierno y por lo tanto era comunista'.
Asegura que 'la izquierda ni lo quería porque sabían que no tenía ninguna visión comunista'.
Delgado recuerda que Romero le expresó su preocupación porque estaba convencido de que los dos bandos querían irse a la guerra y el trató de resolverlo y 'siempre estuvo deteniéndolos'.
Pero su muerte aceleró todo: 'Cuando lo mataron el 24 de marzo a las seis de la tarde, ya a las siete empezó la balacera por todas las colonias de San Salvador. Nomás lo mataron y empezó la guerra', afirmó el prelado.
El padre Antonio y...
El padre Antonio Xejeira vino de España, buscando nuevas
promesas en ésta tierra. Llegó a la selva sin la esperanza de ser
obispo, y entre el calor y entre los mosquitos habló de Cristo.
El padre no funcionaba en el Vaticano, entre papeles y sueños
de aire acondicionado; y fue a un pueblito, en medio e' la nada
a dar su sermón, cada semana, pa' los que busquen la salvación.
El niño Andrés Eloy Pérez tiene 10 años. Estudia en la elementaria
Simón Bolívar. Todavía no sabe decir el Credo correctamente;
le gusta el río, jugar al fútbol y estar ausente. Le han dado el puesto
en la iglesia de monaguillo a ver si la conexión compone al chiquillo; y su familia está muy orgullosa, porque a su vez piensan que con Dios conectando a uno, conecta a diez. Suena la campana,
un, dos, tres, del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
El padre condena la violencia. Sabe por experiencia que no es
la solución. Les habla de amor y de justicia, de Dios va la noticia
vibrando en su sermón; pero suenan las campanas, un, dos, tres,
del Padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Al padre lo halló la guerra un domingo de misa, dando la comunión
en manga de camisa. En medio de un Padre Nuestro entró el matador
y sin confesar su culpa le disparó. Antonio cayó, hostia en mano
y sin saber por qué Andrés se murió a su lado sin conocer a Pelé;
y entre el grito y la sorpresa, agonizando otra vez estaba el Cristo
de palo pegado a la pared. Y nunca se supo el criminal quién fue
del padre Antonio y su monaguillo Andrés. Doblan las campanas,
un, dos, tres, del padre Antonio y su monaguillo Andrés.
Suenan las campanas.