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Una oportunidad para estrechar vínculos afectivos con los hijos

En esta coyuntura los padres deben aprender a vincularse con sus hijos a través del diálogo.

¿Por qué para muchos hogares ha resultado complicada la convivencia entre familiares durante la coyuntura de aislamiento social? El psicólogo Alberto De Castro, decano de Humanidades y Ciencias de Sociales de la Universidad del Norte, considera que desde hace tiempo en nuestro contexto psicosocial se ha impuesto el individualismo, donde ha primado la competencia excesiva tanto en lo social, lo académico y lo laboral.

“Esta tendencia ha llevado a un marcado deterioro de la dinámica familiar: la familia dejó de ser un factor protector”, explica De Castro.

Su consejo para los padres en estos momentos es que aprendan a vincularse con sus hijos a través del diálogo.

Una estrategia es pedirles su opinión sobre los aspectos que les preocupan en su quehacer diario como padres, así logran vincular a los hijos y evidencian un interés natural que construye confianza.

Los hijos están expuestos a un mundo cada vez más exigente, lo que implica que tenemos mucho menos tiempo para hacer las cosas básicas de la vida cotidiana. Pero la situación actual ha abierto nuevas formas de verlo, vivirlo y también de relacionarnos, lo cual viene con otros desafíos importantes para los más jóvenes.

Sin duda, entre las mayores preocupaciones de los padres está lo que sus hijos pueden hacer en el tiempo que están en casa, porque ni el más cinéfilo de todos, ni el gamer más entusiasta, ni el lector más dedicado, podría pasar todo el tiempo de los días de aislamiento en esa única actividad. De hecho, los psicólogos especialistas en el tema recomiendan ocupar los días en varias actividades diferentes y asignarles un tiempo específico intentando crear rutinas.

José Aparicio, licenciado en educación y director del Instituto de Estudios en Educación de Uninorte, enfatiza que el hogar es un espacio educativo y el primer espacio donde se generan hábitos y rutinas. La situación actual ha llevado a padres de familia a considerar que lo mejor para sus hijos es suspender la educación, porque no ven la virtualidad como una opción conveniente. 

Dado que no hay certezas sobre cuánto tiempo los estudios deberán ser de esta forma, Aparicio invita a esos padres a que vean cómo sería la dinámica en sus hogares en un escenario descolarizado por tanto tiempo.

“Analizando este escenario, tendríamos la claridad tal de que las circunstancias serían peores que las actuales para los papás. Lo que veo en estos días es la necesaria toma de conciencia de la escuela, el colegio, la universidad como institución social, en el sentido de que cuando tenemos a nuestros hijos en casa debemos ser los padres los que tenemos que hacer ese acompañamiento social, en lugar de la escuela, y eso agobia con el pasar del tiempo”, argumenta Aparicio.

Por su parte De Castro, anota que ante el mundo de posibilidades que se han abierto para los jóvenes, los padres se han vuelto protectores para que sus hijos no pierdan las oportunidades que se les presentan para crecer profesionalmente. Sin embargo, De Castro explica que muchos jóvenes no saben vincularse afectivamente, por lo que no aprendieron a enfrentar los problemas, les cuesta interiorizar las normas de sus hogares o no entienden el porqué de las emociones que experimentan a diario.

“Los jóvenes son muy poco tolerantes a la frustración. No saben qué hacer ante un fracaso y desisten muy rápido de seguir intentando. Tienen un temor muy fuerte a la incertidumbre, que, en las condiciones actuales, les generan ansiedades grandes, fobias, y miedo al fracaso”, dice. Aunque, en general, las familias viven tiempos de mucha incertidumbre con relación a casi todo, esta también es una oportunidad para fortalecer la relación afectiva entre padres e hijos, para que los padres conozcan más profundamente a sus hijos y les brinden un acompañamiento más cercano en sus responsabilidades de cada día.

José Aparicio, director del Instituto de Estudios en Educación de Uninorte y Alberto De Castro, Decano de Humanidades y Ciencias Sociales de Uninorte.

Un reto para los hijos.

De acuerdo con José Aparicio, diversos estudios que miden la deserción estudiantil, indican que cuando un alumno sale del sistema educativo, en cualquiera de sus etapas, se requiere de unas condiciones especiales para su retorno con éxito.

“Las situaciones académicas necesitan de una rutina y unos hábitos especiales, que no son fáciles de adquirir. Tener autorregulación, disciplina y organización para aprender adecuadamente, es una tarea compleja. Suspender esa rutina y esos hábitos y luego retomarlos cuesta mucho trabajo, aún más en una edad como las de los chicos que están al final del bachillerato para ingresar a la universidad, donde hay muchos otros elementos distractores dentro de su cotidianidad”, agrega.

Si bien una de las razones que inquieta a padres e hijos, en medio de la coyuntura, es la percepción de que la educación no presencial en sus distintas modalidades es de menor calidad, lo cierto es que, en educación el medio no es lo fundamental.

La calidad, por encima del medio, está más relacionada con la formación de los profesores y la pedagogía que se aplica; la calidad dependerá de que estas dos cosas se puedan garantizar en cualquier medio, presencial o virtual. Para Aparicio, la coyuntura abrió una posibilidad interesante para los futuros profesionales: recibir una formación mixta, que es una fortaleza para nuestros tiempos.

“Es una oportunidad de aprendizaje, aunque acelerado, obligado, en torno al uso de las tecnologías y las mediaciones, un plus para su formación. Los profesionales que se están requiriendo o que se van a requerir próximamente van a tener que contar con esa competencia, porque el mundo va en esa dirección”. Y concluye que, en la modalidad de educación no presencial, se ha posibilitado que los estudiantes vivan una experiencia que fortalece muchas competencias que el sistema de educación siempre había considerado como deseables y fundamentales: organización, autonomía, capacidad para asumir responsabilidades, toma de decisiones. 

“Esta situación le da prevalencia, en general, a un tipo de estudiante que va en la dirección de lo que los educadores llamamos una persona autónoma y autorregulada. Ese es el tipo de profesional que en todas las etapas de la educación presencial se está pidiendo y se está deseando. Si esta es una circunstancia para ayudar a promover esto, uno debería estar contento de que sus hijos enfrenten esa experiencia”.

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