
Relaciones tóxicas: un divorcio emocional absolutamente necesario
Últimamente se han normalizado ciertos actos que atentan contra el bienestar del individuo, sea en el ámbito social, familiar o amoroso. Expertos plantean soluciones.
Viviendo de los recuerdos y mendigando amor, columpiaba su autoestima entre los comentarios hirientes y sus propias inseguridades. La primera vez que terminaron, bloquear llamadas y mensajes no fue suficiente para cerrar el círculo vicioso de decir: “vamos a intentarlo”.
Diana Guerrero, aferrada a sus falsas esperanzas se cuestionó durante un año, después de haber finalizado oficialmente la relación, si era amor, apego o costumbre. Verse con él sin un compromiso de por medio solo la hundía más en el lodo, y aunque se prometía no volver a caer, la manipulación de su expareja disipaba su voluntad.
Luego de dos años entre “ires y venires” le costó mucho amor propio, pero al fin cerró el ciclo.
“Me sentía segura, vivía de las cosas que fueron. Lo idealicé demasiado a pesar de sus comentarios hirientes. Era tanta mi inseguridad y el poquito valor que me daba, que permitía tanto. Tal vez era esa falta de amor que me faltó. Yo no tuve una figura paterna a mi lado, pero luego entendí que yo intentaba buscar esa seguridad en él”, relató la joven.
Abandonar el “yo”
“No era yo, dejé de hacer ciertas cosas por agradarle a él. No le gustaba que yo saliera, que tomara, o que tuviera amigos”, relató una joven barranquillera, profesional en Comunicación Social, que prefirió no identificarse y contó detalles sobre su reciente experiencia amorosa.
Comentarios y actos opresores terminaron de apagar la llama del amor. Estaba proyectada en un futuro con él, intentó minimizar en varias ocasiones el maltrato psicológico. “Era una persona muy manipuladora. Me celaba hasta con mis primos. Más allá de tener una relación amorosa, también se debe velar por una estabilidad en todos los sentidos de la palabra. En su momento creí que él podía brindarme eso. En muchas ocasiones me maltrataba y quería remendar sus errores con regalos”.
La comunicadora considera que una relación tóxica se puede “oler” desde el inicio y ese fue su caso, solo que justificó cada acto. La gota que rebosó el vaso fue cuando arremetió contra su familia. Ahí se acabó todo. Esto significó una gran ofensa para ella, así que abrió los ojos, se armó de coraje y dejó de “cargar con esa cruz”. Hoy mira hacia atrás y agradece a su amor propio por hacerla fuerte.
La lista de historias como estas es interminable. Decenas de casos parecidos han pasado por manos de la psicóloga Edith Aristizábal. Para ella, una relación es considerada tóxica cuando entre las dos partes hay conductas de celos, control, manipulación, o presión. Comienza cuando la otra parte te hace sentir incómodo, te genera incertidumbre, preocupación o intranquilidad.
Lo anterior se convierte en una bola de nieve que va causando un deterioro en la autoestima de la persona afectada.
La experta recordó que las relaciones tóxicas no solo se dan entre parejas, de hecho, los amigos también pueden figurar dentro de este tema cuando critican, juzgan y señalan de manera negativa y constante al otro. Detrás de esto en muchas ocasiones se esconde el sentimiento del egoísmo. También se da el caso de los celos, cuando el otro se abre a nuevas amistades.
¿Qué hay detrás?
De acuerdo con Aristizábal, estos rasgos tóxicos se pueden relacionar con factores de crianza y con la forma como la persona estructuró su concepto del apego, el cómo se relacionó con sus padres. Influye si viene de una familia disfuncional, ausente, de vínculos muy estrechos y cerrados, o de un entorno demasiado estricto y controlador. Estos son factores de predisposición.
Estas actitudes pueden incidir en los procesos de socialización, por ejemplo en la primera infancia cuando la persona sale de la casa e inicia su vida escolar. Ahí empiezan sus primeras relaciones.
“Antes eso se veía como un fenómeno súper extraño. Muy poco se hablaba sobre las relaciones tóxicas, sino más bien se hablaba de maltrato de pareja o intrafamiliar. Siempre han existido, pero han sido denominadas de otras formas. Sin embargo, reconozco que está muy normalizado ya que la gente lo ve como si a todos nos tocara pasar por eso, o que es normal que las personas se hagan daño o el típico -si me cela es porque me quiere-”, dijo.
El término se ha popularizado a tal nivel que está presente en los mensajes que recibimos. Ya no es visto como algo que está mal. En redes sociales los memes se han viralizado tildando de “tóxica” a cada relación, e incluso varias canciones incluyen estas situaciones en sus letras.
“Cuando te subestiman, te tratan mal, te dicen frases hirientes, critican tu aspecto físico, tu forma de ser o de vestir, y solo se enfocan en resaltar tus errores, estás en una relación tóxica”, dijo Aristizábal.
En cuanto a las consecuencias, la psicóloga enfatiza en que es preocupante cuando se llega al punto donde las personas se acostumbran tanto a su relación, que deciden quedarse sufriendo ese daño. “Puede llevar a generar estrés postraumático, depresión y trastornos mentales. Otras personas cuando perciben que son maltratadas salen de esa relación, que es lo que se debe hacer”, indicó.
A su vez, la especialista habló de lo común que es encontrar estas situaciones en el contexto familiar.
William*, quien prefirió no revelar su identidad real, está más que convencido. Él es ejemplo del impacto que tienen las relaciones familiares tóxicas. Las constantes discusiones con sus padres acabaron con su tranquilidad y colapsó. Confesó sentirse hostigado y desesperado por la sobreprotección y las pretensiones de sus familiares, que en más de una ocasión le han cortado las alas.
Aceptar esa realidad fue un proceso complejo. Insultos, comentarios negativos e incluso manipulaciones “bajaban la moral” del joven emprendedor. Contó que ni siquiera lo dejaron intentar cumplir su sueño de ser futbolista, el apoyo de sus progenitores sería solo un hecho si decidía estudiar carreras afines a la administración empresarial. A William* le tocó poner su estabilidad mental y emocional por encima de las exigencias de sus seres queridos para emprender su propio camino, forjar su carácter, aprender de la vida por sí mismo y luchar por sus sueños. Aún se encuentra en ese camino, pero ya tienen claramente identificado lo tóxicos que pueden llegar a ser sus seres queridos.