A comienzos de la semana que acaba de terminar, el mundo entero supo que en alguna parte de la Tierra existía la pequeña ciudad de Orem; no todos tuvieron tal vez la suficiente curiosidad para querer saber que se halla en el Oeste de los Estados Unidos, en el estado de Utah, y que su población es apenas la misma de nuestra vecina Sabanalarga: poco menos de 100.000 habitantes. Este último dato es importante, porque nos permite suponer que desde el sábado 12 pasado no se hablado de otra cosa en Orem que del hecho que lo proyectó a una efímera fama mundial: el robo entre curioso e hilarante cometido por un muchacho de 18 años extrañamente llamado Dallas Naljahih.
La noticia, al igual que ustedes, la leí en este diario: en la madrugada de ese sábado, Naljahih entró en la casa de un matrimonio de ancianos, fue sorprendido por el septuagenario señor hurgando en su escritorio, hubo un par de puñetazos por parte del landronzuelo y, a continuación, éste se batió en rápida retirada.
Cuando la policía llegó, halló en el patio trasero una mochila, en la mochila una memoria USB y en la memoria USB una tarea escolar firmada por un tal Dallas Naljahih.
Como ven, Naljahih no sólo olvidó la tarea escolar en la escena del crimen sino que olvidó también la tarea de ejecutar a cabalidad el robo. Es decir, hizo mal las dos tareas: la escolar, porque, suponiendo que no hubiera sido capturado ese mismo día (que fue lo que, en efecto, ocurrió), no habría podido presentarla el lunes siguiente en la escuela; y la delictiva, porque dejó a la Policía una pista incriminatoria demasiado evidente.
En suma, se nota que se trata de un joven negligente e incompetente. Justamente, uno de esos jóvenes que, en clase, cuando el profesor les solicita la tarea, tienen la desfachatez de responder: 'Profe, yo la hice, pero se me olvidó'.
Algunos podrán decir que quienes en realidad olvidaron la tarea son sus profesores. Y tal vez no les falte razón. Porque, ¿qué clase de educación es la que le han estado dando a Dallas Naljahih que ni siquiera le han enseñado el elemental valor de la honradez?
¿Qué buscaba en el escritorio? ¿Cabe alguna hipótesis que redima a Naljahih, digamos que estaba buscando algún documento que contuviera información relacionada con su tarea escolar, lo que explicaría que llevara ésta consigo en el momento del robo? ¿No estaba, pues, el muchacho robando sino llevando a cabo una investigación académica?
Lo dudamos. Porque es notoria su gran irresponsabilidad y descuido, como lo corrobora otra circunstancia más. Me refiero a que un hombre que acaba de cometer un delito, no puede permitirse parpadear ni mucho menos dormirse, porque la consecuencia lógica de ello es que sea atrapado por la Policía. Que fue lo que exactamente ocurrió: la Policía de Orem –dando así con la presa tal vez más fácil de su historia– encontró a Naljahih en su casa durmiendo el sueño de los ladrones tontos.
Por Joaquín Mattos Omar
joamattosomar@hotmail.com





















