
Roberto Flores Prieto es un cineasta barranquillero comprometido con firmeza con la producción de largometrajes en el Caribe. Proviene de una familia vinculada al arte.
A la hora de la producción no cree en fórmulas, ni en storyboards –guión gráfico. A pesar de su evidente y rigurosa formación académica no desea que sus producciones sean vistas con carácter intelectual, sino realizadas por alguien que desea comunicarse con un gran sentido de sensibilidad.
Quiso estudiar literatura pero se decantó por la dirección de cine después de crecer entre máquinas de escribir, caballetes, cámaras fotográficas y sets de filmación. Su deseo de dominar el oficio va ligado a la profunda pasión que le genera el arte, al cual considera se debe llegar a través de una fuerte aproximación.
¿Qué tanto hay de usted en las producciones que emprende?
Muchísimo, no concibo otra manera de acercarme al material que dirijo que no sea un pedazo de mí, no con un ánimo narcisista, ni de auto exposición sino de una manera de llegar a un material honesto que pueda hablar de cosas que siento, comprendo y más o menos entiendo.
¿Es difícil realizar cine en el Caribe? ¿Ha encontrado apoyo económico en los estímulos que ofrece el Gobierno?
La empresa productora que lidero, que se llama Kymera producciones, es un proyecto de vida en el cual estoy involucrado más de diez años. Evidentemente no pretendemos hacer eso solos. Hay otras casas productoras que han y están logrando muchas cosas al respecto, pero estamos trabajando para construir una industria cinematográfica en Colombia y en el Caribe y creemos que esa industria se debe construir no solo desde el centro del país sino también desde las provincias, por múltiples razones, como económicas y culturales. Y creo que esta región es mucho más completa de lo que el país entiende y también de lo que muchas veces muchos sectores de la región promueven. Hay una riqueza humana impresionante, hay una tradición narrativa muy rica, no en lo audiovisual pero sí en la literatura, en la pintura y en la fotografía. El cine es el que menos exponentes tiene. Pero creo que eso está cambiando vertiginosamente a partir de la Ley de Cine, y los apoyos del Fondo Nacional de Cinematografía. Como productora hemos encontrado una coyuntura importante a tal punto que nos hemos ganados 11 premios en diferentes categorías en los últimos tres años, que han permitido consolidar ciertos procesos de producción, pero además hemos logrado encontrar apoyo en el Distrito y en el Departamento.

Valeria llegará a la vida del personaje de ‘Cazando luciérnagas’.
¿Cuáles son sus proyectos actuales?
Varios, estamos en proceso de estrenar como telefilme un largometraje que producimos de manera independiente en los últimos cuatro años que se llama Heridas, el cual fue producido enteramente por nuestra casa productora, por lo cual el proceso fue más largo y se va estrenar en televisión, si todo sale bien este año. En diciembre terminamos de rodar un largometraje que se llamó Cazando luciérnagas, con Marlon Moreno. Estamos en etapa de post-producción y con fecha de tentativa en Colombia en diciembre. Y estamos en pro-producción de otro largometraje que se llama Ruido Rosa, empezamos a filmar en la primera semana de julio, ambos han ganado premios del Ministerio de Cultura.
Ud. va a rodar una película en inglés, ¿cómo va a ser ese cambio de idioma?
Domino más o menos el idioma y para esos casos uno mantiene permanentemente en rodaje un dialogue coach, que lo va ayudando. Los actores en quienes estamos pensando son quienes tienen el inglés como primera lengua. Es un experimento que queremos hacer en términos de exploración de mercado.
¿Cuáles son sus influencias audiovisuales, se ha inclinado por algún director en especial?
Hay unos que uno mantiene durante su etapa formativa, aunque me encuentro en una constante formación. Tengo distintos referentes. Algunos se mantienen toda la vida, luego se descartan. Los directores que me influencian actualmente son Aki Kaurismäki, Jim Jarmusch, Kim Ki-duk, director coreano; Won Kar-wai y John Cassavetes. Además, me gusta mucho lo que está pasando con el nuevo cine latinoamericano.
¿Cuál cree que ha sido su aporte a la producción audiovisual caribeña y colombiana?
Creo que en estos años ha habido una labor muy clara de la que me enorgullezco de formación, de mucha gente, no solo desde la academia donde he hecho parte activa en muchas universidades y he visto los resultados. Además, estar cerca de estrenar tres largometrajes como director, con una carrera por delante me satisface pero también me genera un alto nivel de responsabilidad. Creo que he aportado el respeto por el oficio, la persistencia, el sentido de la coherencia.
¿Ha pensado adaptar alguna obra literaria colombiana y trasladarla a la pantalla grande?
En algún momento estuve trabajando pero quedó sin desarrollarse y no tengo planeado retomarlo, que era hacer una adaptación de la obra Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, de Efraim Medina, parte de la narrativa provenía de la columna vertebral de este libro y tomaba mucho de los elementos de otras de sus obras. A veces me encuentro con él y lo hablamos, pero no está en mis planes inmediatos, pero en un futuro me gustaría hacerlo.
¿Cuál es su película favorita?
Corrientes de amor, de John Cassavetes; Tres mujeres, de Robert Altman; Hierro tres, de Kim Ki-duk; La delgada línea roja, de Terrence Malick.
Por Carolina Pardo Delgado





















