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El martes pasado, un diario nacional desplegó en uno de sus titulares el siguiente adefesio idiomático: 'Agentes de EE.UU. habrían entrado 21 prostitutas al Hotel Caribe'.

Lo llamo adefesio porque, si bien sé que el uso de entrar como verbo transitivo se da, 'con normalidad', según informa el Diccionario panhispánico de dudas, 'en algunas zonas de España y América', no puedo evitar que me resulte forzado y de muy mal gusto, sobre todo porque se advierte que su empleo obedece a la mojigatería de eludir el verbo meter, que, en el caso de esa frase, resultaría, en virtud de una mayoritaria y prestigiosa costumbre, el verbo natural. Me parece, además, y en consecuencia, que fue un acto de muy mala educación para con la lengua española, teniendo en cuenta que estábamos entonces a sólo seis días de la celebración del Día del Idioma, el cual tendrá lugar mañana, o a partir de mañana.

Muchos homenajes y panegíricos se harán y se dirán al español, pero muchos de sus usuarios, y en particular de sus usuarios públicos, lo seguirán (o lo seguiremos) hablando y escribiendo no propiamente de una manera incorrecta sino chambona. Porque aquí estoy refiriéndome, más que a normas gramaticales, al sentido estético de la lengua: es decir, a su inexistencia, a la inexistencia de toda voluntad expresiva.

Volvamos al caso de los agentes que, cometiendo un crimen lingüístico que será investigado por el gobierno de los Estados Unidos, fueron capaces de 'entrar' prostitutas a un hotel, cuando todo el mundo sabe que ninguna persona, ni siquiera las prostitutas, ni ninguna cosa, puede ser 'entrada' a ningún lugar sino que ellas 'entran' al lugar.

Todo parecer indicar que el verbo meter va camino de correr la misma suerte que el verbo poner.

Como a este último, se le convertirá también en un tabú, en su caso por su connotación sexual, así como en el del verbo poner es por su connotación agropecuaria (sólo las gallinas ponen).
A este paso, pronostico que se terminará diciendo que Messi entró dos goles fantásticos en el último partido del Barça, que un actor de teatro entró la pata en la interpretación de un parlamento, que conmigo no te entres, que le entraron gato por liebre, y otras barbaridades similares a las que se cometen cada vez que se sustituye, de manera antinatural, artificiosa, el verbo poner por el verbo colocar.

Fernando Lázaro Carreter … sí, ya sé que fue presidente de la Real Academia de la Lengua y que citar a un miembro de la RAE es signo de retrogradación mental, pero el tipo hizo una observación veraz: 'Quede muy claro que al quejarnos mucho (del uso chambón del idioma), no nos mueve ningún propósito estetizante (aunque a mí sí me mueve el propósito estetizante), no nos importa el bien hablar y escribir como tal, sino como garantía de que lo dicta un pensar responsable y exigente consigo mismo'.

Joaquín Mattos O.
Opinión
joamattosomar@hotmail.com