El Dominical

Las Raras no tan raras

Una colectiva de mujeres lesbianas, bisexuales y trans, integrada por 14 personas, lleva el discurso feminista y del respeto por la diversidad a través de intervenciones callejeras, música folclórica y muestras públicas de amor. Esta es su historia.

El lunes de Carnaval me llevó a esa casa antigua del Barrio Abajo. En la entrada la mayoría eran mujeres jóvenes de no más de 35 años. La entrada costaba 10.000 pesos que le pagué a una chica sonriente de brazos tatuados. Seguí por un callejón de unos siete metros de largo que me condujo hasta un patio de arena en el que solo vendían cerveza y una marca de ron que hasta un pirata inglés habría dudado en beber.

La fiesta se llamaba Caribe Fem Fest, un festival feminista que lleva varias ediciones y ya es reconocido entre las colectivas de mujeres. Conmigo estaban en ese patio de arena siete u ocho hombres más, si acaso. Desde un bafle sonaba música entre dance y folclórica con una gaita de fondo, similar a lo que hacen agrupaciones locales como Bozá. 

Después de tres canciones se situaron en la mitad del patio unas ocho o nueve chicas. Todas lucían polleras moradas con los colores del arcoíris que combinaban con una camiseta negra en la que se leía «Las Raras mujeres LBT». Llamador, maracas, tambora y alegre eran sus instrumentos. Una de ellas tomó el micrófono y comenzó a cantar. 

En su repertorio sonaron clásicos como Las olas de la mar, Te olvidé, El pescador o Coroncoro. En la segunda canción los hombres que estábamos en ese patio de arena dejamos de notar que no había ‹un macho› en ese grupo representándonos. La verdad no hacía falta.

Daniela Brache, una de las integrantes, tomó el micrófono y comenzó a cantar De ti estoy enamorado, solo que con un ligero cambio de vocal al final. 

Adiós mujer bonita, adiós mujer hermosa
No pierdo la esperanza de que vas a ser mi esposa
Negra de ojos negros de ti estoy enamorada
Adiós mujer bonita, de ti estoy enamorada
Adiós mujer hermosa, de ti estoy enamorada. 

Madeleyne Camargo, la que había cantado casi todos los temas, bailaba y miraba coquetamente a la que le había quitado el micrófono. Todo era coquetería, conquista, enamoramiento.

¡Ay, negra de ojos  negros yo por ti me estoy muriendo!  de ti estoy enamorada
¡Ay, negra de ojos negros de ti estoy enamorada!

Al final de la canción Daniela le pidió la mano a Madeleyne, una «negra de ojos negros» que gustosa aceptó y besó. 

Ese lunes de Carnaval conocí a La Raras del folclore en Barrio Abajo.

Había una mujer que encarnaba el acoso callejero con un montón de orejas y cada vez que le quitabas una representaba esos piropos horribles que nos lanzan.

Antes del folclore

Vivian Cuello me recibe en la sede de Caribe Afirmativo. Tiene la misma camiseta negra con el estampado «Las Raras mujeres LBT». Viste jeans y tenis negros, pareciera no tener más de 23 o 24 años. Me dice que llegó de viaje muy tarde, pero no parece cansada. Ella es la creadora de la colectiva, con ‹a›, Raras no tan raras que dio origen a la propuesta folclórica del Barrio Abajo.
Nos sentamos en una sala e inicia el relato de la historia que dio origen a la colectiva que integra a mujeres lesbianas, bisexuales y trans en Barranquilla. 

Recuerda que cuando se graduó en la carrera de Relaciones Internacionales decidió irse para Bogotá a hacer sus pasantías. La investigación es lo que la «apasiona» y en la capital comenzó a trabajar con la Escuela de Estudio de Género de la Universidad Nacional. Allá también empezó a coordinar el movimiento LGBTI por la paz y conoció muchas colectivas de mujeres lesbianas, bisexuales y trans. Allá entendió «que un movimiento lésbico era posible y se podía trabajar de la mano con mujeres trans y bisexuales», algo que en el imaginario de algunas personas es impensable.

«He hecho activismo hace muchos años y yo notaba que en Barranquilla las mujeres lesbianas estábamos súper relegadas. Estábamos hablando de un movimiento LGBT de hombres gays, blancos, clase media. Éramos muy pocas las mujeres que hacíamos parte de eso, y cuando lo hacíamos nuestra voz estaba muy atrás».

Con las ideas frescas Vivian volvió a Barranquilla a finales del 2017. Aquí se vinculó con Caribe Afirmativo como investigadora, donde aún continúa laborando. Para esos días el Fondo Lunaria, una organización feminista que apoya iniciativas locales de mujeres en todo el país, hizo una convocatoria que promoviera el respeto por los derechos de la mujer. 

Para ese entonces Vivian se unió al colectivo Transgarte con el que planteó la idea de promover un proyecto donde las mujeres LBT pudieran trabajar conjuntamente, articularse y comenzar a «crear un movimiento lesbotransfeminista en Barranquilla y en Bolívar».

“La convocatoria la ganamos, teníamos que empezar en 2018. El proyecto se llamó ‹Raras no tan raras, voces de mujeres lesbianas bisexuales y trans en la radio comunitaria›.Eso lo hicimos en alianza con Vokaribe Radio. El proyecto se ejecutó en los primeros seis meses de 2018».

Como ella lo narra, «eran un montón de mujeres LBT» que se reunían en la casa de otra organización aliada que se llamaba Prodefa. Llegaban más o menos 25 mujeres de Atlántico y Bolívar los sábados o domingos. 

Poco a poco, conforme avanza la conversación con Vivian, van llegando otras integrantes de las Raras como Alejandra Peñaloza, Mayré Rivero y Alana Delgado.

El fin del proyecto que presentaron —prosiguió la investigadora— consistió en hacer unas capsulas radiales de sensibilización a las problemáticas de las mujeres LBT. Discriminación, acoso callejero y estereotipos de las mujeres lesbianas que en nuestra sociedad barranquillera y colombiana, la mayoría pasa por alto o comete sin que ninguna autoridad haga nada. 

«A finales de febrero había tanta hermandad que creamos Raras no tan raras. Éramos 20 mujeres, dos de ellas han fallecido: Leonor Villaveces y Tatiana González, una mujer compañera trans”, recuerda Vivian. 

El 8 de marzo de ese mismo año se presentaron como colectiva y leyeron el manifiesto en plena celebración del Día Internacional de la Mujer. «Eso fue en la galería de la Plaza de la Paz». 

Violencias y peformance.

Antes de dar el salto al folclore las Raras no tan raras empezaron a realizar diferentes actividades para afianzar su trabajo por los derechos de las mujeres LBT.

Madeleyne Camargo explica que entre esas actividades realizaron varios talleres «en los que se hacía un reconocimiento de la mujer diversa a través del cuerpo». Así, a través del teatro comenzaron a reconocer aspectos que atacaban a la mujer diversa, incluso desde su propia familia, «desde el pasado que se lleva en la espalda» como un costal de rocas.

A partir de eso, recuerda Madeleyne, una morena portentosa de hermosa voz, realizaron una intervención en el parque Suri Salcedo que se llamó ‹La galería de las mujeres›, en la que cada una reflejaba una vivencia propia o de alguna mujer. 

«Había una mujer que encarnaba el acoso callejero con un montón de orejas y cada vez que le quitabas una representaba esos piropos horribles que nos lanzan. Había una bruja en la que se veía reflejada la satanización del estudio de la mujer, porque hay el estigma de que si sabes mucho eres bruja. Había una compañera trans llamada Tatiana que hablaba de su ser trans, la cual, según los estereotipos debía tener tetas, buen trasero, estar bien operada, así que hicimos unos moldes como unos senos, fue una experiencia bastante fuerte. También teníamos un ser horrible que era la que vendía a las mujeres y de ella se desprendían muchas cifras, como, esta mujer vale 500 casos de feminicidio al año».

Todos estos performance se hicieron de cara al público, que como ellas mismas lo afirman, no disimulaba el impacto que le provocaba, pero era respetuoso.

Otra actividad, cuenta la arquitecta de la Universidad del Atlántico Eliana Villa, se llamó  ‹Ojos en la calle, mapa de la ciudad prohibida› Ahí comenzaron a expresar la forma cómo las trataban en las calles del Centro de Barranquilla, cuando iban solas o con su pareja. Así diseñaron dos rutas en las que experimentaron ese tratamiento, algunos nada agradables y muy agresivos en los que visibilizaron el rechazo de un número importante de ciudadanos, sobre todo hombres.

«Un día simulamos ser una pareja que compraba ropa, una de nosotras se inclinó por la ropa masculina. Nos trataron bien, porque obviamente era una relación comercial, pero luego salimos agarradas de la mano por el Paseo Bolívar y enseguida nos comenzaron a atacar. Hubo hasta un hombre que se agarró el miembro. Nunca en los 10 años que llevo de ser lesbiana había sentido tanto ataque. Creo que en sitios del norte de la ciudad las maneras de rechazos son más sutiles, pero rechazos al fin y al cabo».

 

De vuelta al folclore

El domingo 30 de junio de 2019, fecha en la que se conmemoró el Día del Orgullo Gay,  fue el gran debut público de Las raras del folclore. 

Cabe resaltar que en las Raras Alejandra Peñaloza y María Camila Navarro eran las únicas que tenían conocimientos musicales. Las demás aprendieron en el camino. Ensayaban en parques como el Luis Carlos Galán o el Bellavista. Fue en este último donde surgió su nombre.

«Estábamos en el parque y llegó una señora que nos empezó a mirar como ensayábamos. Tenía un perrito. Cuando terminamos se acercó y nos preguntó que si teníamos un nombre. Nosotras le dijimos que las raras y ella se quedó mirando. 

—Pero cómo así, ese no puede ser su nombre, ustedes son las raras del folclor.

«Y así nos quedamos», recuerda Mayré Rivero, arquitecta.

Añade que  con el arte, la música, discursos políticos o narraciones de su acontecer en una sociedad que las trata con extrema agresividad, llegan con facilidad y remueven las fibras.

«Queremos mostrar que este tipo de relacionamientos sexoafectivas entre mujeres existen, son válidas y son normales, que es al fin y al cabo como queremos ser percibidas algún día, no ser un ente aparte que le toque andar disperso, sino como uno más de la población mundial».

Pese al esfuerzo, a los performance o las apariciones en público aún falta muchísimo trabajo por hacer, no solo por parte de ellas, sino de la sociedad en su conjunto. Por ahora la gente les seguirá diciendo raras, la rarita, el rarito, la loca, el marica, la arepera. Repito, aún falta mucho por educar, entender y respetar. Ellas, lesbianas, bisexuales y trans ya empezaron.

Como dice su líder, la palabra «rara» quieren resignificarla, reivindicarla, decir que finalmente sí, son raras, igual que todo el mundo. A fin de cuentas, en algunas cosas todos somos diferentes frente al resto y eso, finalmente, las hace no tan raras.

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