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El escritor barranquillero Giuseppe Caputo, autor de ‹Un mundo huérfano› (Random House). Felipe Vásquez
El Dominical

El mundo literario de Giuseppe Caputo

La obra de este escritor barranquillero frecuenta las calles de una ciudad a orillas del mar, se deja arropar por la noche, por la violencia, y, sobre todo, por el lenguaje poético. 

Por César Mora Moreo

La oscuridad o la «luz negra» cubre a los hombres que bailan, se abrazan y gritan durante la fiesta. No pueden controlar su emoción cuando la luna irrumpe en la discoteca. En medio de todos ellos está Mijito o simplemente Hijo, narrador sin nombre de la novela Un mundo huérfano de Giuseppe Caputo (Barranquilla, 1982), que luce orgulloso en su pecho una estrella de cartón, regalo de su padre y símbolo de austeridad y amor.

Giuseppe Caputo estudió Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York y en la Universidad de Iowa, donde además se especializó en estudios queer y de género. Es uno de los escritores seleccionados en Bogotá 39 y actualmente es docente y coordinador de la Maestría en Escritura Creativa del Instituto Caro y Cuervo.

Describir el argumento de su novela en unas cuantas líneas sería injusto para la obra, pero podría decirse que Un mundo huérfano presenta la historia de un padre y su hijo, que buscan la manera de salir adelante en un barrio pobre a orillas del mar, en una ciudad inspirada en Barranquilla. No es la primera vez que los escritos de Caputo remiten a su ciudad natal. En su cuento «La boda», publicado en la revista Iowa Literaria, los arroyos están presentes mientras los protagonistas se preparan para salir a una fiesta de disfraces.  

Tanto en la novela como en el cuento, la noche es el telón de fondo bajo el cual se desarrollan las historias. «La noche tiene una tradición literaria muy rica. La noche nos lleva a la mística: a la «Noche oscura del alma», de San Juan de la Cruz —una noche llena de momentos de miedo, tristeza, ansiedad, angustia, desconcierto y soledad», afirmó Caputo en una entrevista. Para el autor, la noche «también representa la fiesta, la exploración de la exterioridad y la vibración del cuerpo que también viene siendo la vibración del alma». 

Pero no hay que confundirse. La noche no es más que un personaje secundario. El verdadero protagonista de Un mundo huérfano es el lenguaje. 

De acuerdo con la escritora colombiana Carolina Sanín, «Giuseppe Caputo construye una estética de lo que es a la vez ausente y concreto: de las cosas sin mundo y de los mundos que se acaban. Funda una ciudad sobre leyes poéticas, bajo una noche brillante como la promesa de la felicidad».

Por su parte, el escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya ha dicho: «Un mundo huérfano es una novela de ruptura, provocadora, tanto en el tratamiento de la materia narrativa como en el manejo del lenguaje, tan preciso y contundente”. Un lenguaje poético y creador, usado por el padre y el hijo para bautizar los cuadros vivientes que se vislumbran desde su ventana: «¿Por qué habríamos de tapar la vista con telas», decía mi padre, «si ahí, de pared a pared, tenemos un cuadro?». Precisamente la imaginación es el arma que se utiliza contra las carencias materiales y el amor es la única pertenencia indispensable para sobrevivir. 

A través de sus palabras, Caputo narra el deseo. En el capítulo «La Ruleta», el personaje del hijo explora de manera intercalada sus ansías sexuales en el mundo virtual y en el real. Sin embargo, los encuentros con otros hombres reafirman esta idea de soledad y orfandad del personaje, quien luego de una maratón de sexo en un sauna, solo piensa en regresar a su casa donde lo espera su padre, quien la mayor parte del tiempo actúa como si fuera el hijo.

 

Portada de ‹Un mundo huérfano›.

La violencia también está presente entre las páginas de la novela. Un tipo de violencia que recuerda a las masacres perpetradas por los actores armados durante el conflicto colombiano, cuya principal estrategia era generar el terror de las personas que pensaban diferente. En el caso de Un mundo huérfano, la población LGBTI. «Estos cuerpos que fueron hombres, suspendidos ahora en el aire, parecían mirar, impasibles, a los muertos de al frente. Y estos muertos estaban intervenidos para parecer mujeres: les pusieron piedras en el pecho, como senos; les cercenaron la verga».  

Sobre su postura política frente a esta violencia, el autor ha afirmado que su novela «es crítica de la homofobia externa a la comunidad gay como es crítica de la homofobia de los propios gays y crítica de la escena gay». 

En las letras de Caputo también está sugerido el desplazamiento forzado, una herida abierta y sangrante, que ha obligado a millones de colombianos a abandonar sus tierras. «Siguen pasando carros y buses. Se dirigen todos a la ciudad. De vez en cuando vemos caballos: unos corren por la acera, desbocados (y luego vemos a un hombre persiguiéndolos); otras veces jalan carretas y coches, todos llenos de cajas, maletas o personas. También muchos pitos…». Parecería incluso que ese escenario construido a orillas del mar, al margen de la ciudad, también es una crítica del autor al olvido estatal de aquellos lugares que se encuentran más alejados del centro.  

«¿Cómo puede escribirse con tanta furia y tanta ternura al mismo tiempo?», se preguntó la escritora argentina Samanta Schweblin. La respuesta de este interrogante puede encontrarse, o no, durante la lectura de esta novela que se ha convertido en una obra indispensable en la literatura colombiana y de la comunidad LGBTI.

De acuerdo con el columnista Nicolás Morales, Giuseppe Caputo nos regaló «una de las mejores novelas en clave queer de la novelística colombiana de todos los tiempos». Basta con leer las experiencias homosexuales del hijo o las escenas de Ramón-Ramona para conocer qué tanto importa la pregunta de uno de los borrachos del bar: «Yo te miro y me confundo. ¿Qué eres?». 

“«¡Qué importa!» parece ser la respuesta que nos da Caputo, al plantear este personaje cuyo género no es relevante para el desarrollo de la historia. 

Además de su cuento y su novela, Caputo ha escrito varios libros de poesía, que no está interesado en publicar. El autor afirma que no siempre se debe publicar aquello que se escribe y confiesa que no se siente acosado por el deseo de dar a conocer todas sus obras. En estos momentos prefiere escribir con calma, tomarse su tiempo y reescribir la que será su segunda novela que tiene previsto lanzar en el 2020 y a la que solo le faltan unas cuantas escenas. 

Sobre este libro afirma: «es una celebración de la cultura popular latinoamericana, que me encanta y amo. Si en Un mundo huérfano se aborda el tema del padre, en esta novela el tema principal es la figura de la madre». Al respecto, Diamela Eltit ha comentado «su novela en proceso da cuenta del mundo alucinado de un personaje que vive solidariamente su soledad, una soledad que comparte con un grupo de vecinos mediante rituales afectivos y curiosos para garantizar así sus sobrevivencias. En esta novela, el protagonista, impregnado por los hilos simbólicos de una madre que aparece y desaparece, muestra un imaginario desbordado de escenarios estéticos en donde él, su madre y sus vecinos, cumplen sus fantasías de reparaciones sociales y psíquicas».

El mundo de Giuseppe Caputo también ha trascendido las barreras del idioma. An orphan world, la traducción al inglés de su opera prima, tuvo su prelanzamiento durante la Feria del Libro de Edimburgo y estará oficialmente en librerías de Reino Unido a partir del 24 de octubre de 2019.  

Por otro lado, este lunes 30 de septiembre el autor estará en la Universidad del Norte dictando un taller de escritura a los miembros del taller Caminantes Creativos de la Red Relata del Ministerio de Cultura, dirigido por la escritora Adriana Rosas, y será el invitado para una charla abierta al público que tendrá lugar en el Bambú 1 a las 5:00 p.m.

*Ganador del primer lugar en el Premio de Novela Distrito de Barranquilla del Portafolio de Estímulos 2019 y asistente al taller Caminantes Creativos. 

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