Con la pandemia y las clases virtuales la rebeldía de niños y jóvenes es asunto que preocupa a los especialistas. Las energías que tienen ‘guardadas’ a raíz del confinamiento y que antes se canalizaban o encontraban un alivio en el contacto con otros, en los juegos y las salidas, ha sido reemplazada por la pasividad del encierro o la exigencia de estar sentado ante una pantalla casi siempre con sólo dos estímulos sensoriales: la vista y el oído.
La psicóloga con Máster en neuropedagogía Fátima Patricia Lewinnek, en conversación con EL HERALDO explicó que la manera en que se desarrollan las clases virtuales está influyendo en la conducta de niños y puede desembocar en actitudes conocidas como rebeldes. Especialmente, en niños y jóvenes con trastornos por déficit de atención e hiperactividad.
Pero existen múltiples factores. 'El contexto influye muchísimo, qué tan favorecedor es el ambiente para la tranquilidad y el sentimiento de confianza del niño o el adolescente', dice.
'Si bien podemos tener unos casos de naturaleza biológica, como pueden ser los trastornos del neurodesarrollo, que impiden cierta tranquilidad en algunos momentos, si hay un ambiente seguro o favorable, esa rebeldía no tiene tan largo alcance', añade Lewinnek.
En tal sentido es posible hablar de 'ambientes favorables o desfavorables'. El primero es aquel que, en el mejor de los casos, 'de pronto hay una buena situación en el hogar, no se viven roces o situaciones ansiosas por parte de los padres o personas a cargo, lo que ayuda a que haya un ambiente tranquilo y de confianza para el niño'.
En el segundo caso, el niño vive con ansiedad 'cuando hay inestabilidad emocional por parte de los padres o cuidadores', ya sea por circunstancias 'económicas, emotivas o de salud' que pueden afectar 'el sentimiento de confianza del niño'.
Señales
Al hablar de rebeldía estamos refiriéndonos a las acciones 'que se pueden presentar en la escuela cuando el niño deja la lección sin terminar o la tarea sin resolver. Esto tiene distintas connotaciones. Hay cansancio, dificultad, puede haber hastío, y dentro de estas tres se puede dar el momento en que decide dejar el compromiso a un lado para llamar la atención. Es una forma de decir ‘Necesito ayuda’'.
En dicho caso, el niño 'requiere apoyo en las explicaciones y acompañamiento'.
Ante esta situación los padres o cuidadores del menor empiezan a 'asustarse' y a alertarlo con expresiones como 'perderás el año'. Sin embargo, 'más que criticar al niño o juzgarlo, hay que saber cómo se siente él, cómo se siente con el colegio, con lo que está aprendiendo allí y si necesita refuerzo y acompañamiento neuropedagógico o sicológico', aclara la profesional.
Cómo tratar
La psicóloga aconseja principalmente que los padres o cuidadores 'se quiten el velo o esa frontera que hay entre el ‘deber ser’ del niño y lo que se supone ‘tiene que hacer’ para responder al colegio, y acercarse a él sin esa barrera, para poder escucharlo'.
Lewinnek subraya que hay que 'observarlo con amor, aceptar que es una persona que puede tener errores, que no tiene facilidades en estos momentos de educación virtual, y sentarse a conversar con él o ella'.
En tal momento son importantes las preguntas: cómo se siente, qué le pasa, dónde está lo difícil, cómo le gustaría ser ayudado. A partir de ello, de 'quitarse el velo' y verlo 'transparentemente', es 'más fácil' buscar 'estrategias' para resolver la situación.
Y aunque es 'bueno' encontrar compañía psicológica, establecer diálogos con profesores o la institución educativa en la que estudie, las personas más cercanas al niño 'podrían empezar a ubicar esas estrategias', ya que es posible 'que necesiten más silencio en el hogar, alguien al lado apoyándolo en las tareas, comunicación con más amigos de manera virtual o con distanciamiento. Asimismo, es posible que necesite más deporte para canalizar la energía que tiene por estar encerrado'.