EL HERALDO realizó ayer una Tertulia con Bruce Mac Master, director del recién creado Departamento Administrativo para la Prosperidad Social (DASP). Gentilmente aceptó venir al periódico para desde aquí hablarle a la Región Caribe y exponer la política social del Gobierno, ahora sobre sus hombros.
Mac Master es un cartagenero muy destacado en el sector privado y el tercer sector, que estudió economía en la Universidad de los Andes y viene del Viceministerio general de Hacienda. Tiene una productiva hoja de vida. Ha sido profesor de la Universidad de los Andes, fundó y es socio de Inverlink –empresa especialista en banca de inversión–, columnista de Dinero y Portafolio, miembro de las juntas directivas de las fundaciones Batuta, Fulbright, Pies Descalzos, Conexión Colombia y Granitos de Paz, y presidente de la junta del Festival Internacional de Música.
No cabe duda, entonces, de que se trata de un costeño muy bien formado y capaz. Y el reto que tiene por delante es sencillamente monumental: liderar la entidad del Gobierno Nacional que tiene por misión la política antipobreza y la política de reconciliación del Estado. Significa aplicar unos recursos del Presupuesto General de la Nación para reducir los niveles de pobreza y pobreza extrema en Colombia, que alcanzan hoy porcentajes respectivos de 37,5 y 12 por ciento.
El Dasp tomó la estructura que existía de Acción Social, acoge sus programas y le agrega los del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), que, según dijo ayer, mantiene todos sus proyectos; más la Unidad de Víctimas y Desplazados, creada por ley; la Agencia Nacional para la Pobreza Extrema, nueva y a cargo del barranquillero Sammy Azout; el Centro de Memoria Histórica y la Unidad de Consolidación, esta última con el objetivo de llevar todas las agencias del Estado a los territorios donde antes no llegaban.
Sin duda, tareas inmensas que requieren, además, óptima coordinación con ministerios y otras agencias del Estado, porque erradicar pobreza y avanzar hacia la pacificación implica mucha acción interagencial.
En pobreza extrema, la meta del gobierno Santos es sacar de esta a unas 350 mil familias, que Mac Master estima corresponden a 1 millón 500 mil compatriotas, con lo cual el país podría aspirar a lograr en 2015 la meta del 8 por ciento fijado por los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas. En cuanto a pobreza, parece menos posible que en el cuatrienio pasemos del 37,5 actual al 28 por ciento, que es la meta del Milenio.
Presentadas así las cosas, este esfuerzo del Gobierno Nacional debe ser recibido con optimismo y, sobre todo, apoyarlo para que los resultados del país en construcción de equidad social y pacificación empiecen a ganar una tendencia definitivamente favorable hacia el futuro.
Para ello hay que superar, evidentemente, varios problemas que actúan como agentes multicausales de la pobreza y la miseria.
En primer lugar, necesitamos unas estructuras gubernamentales más sólidas, más efectivas, y no solo a nivel central sino también a nivel territorial, que es una conclusión de la tertulia de ayer. En segundo lugar, hay que superar el desangre para las finanzas del Estado, que ha significado a lo largo de varias décadas la atención a la guerra de guerrillas, el narcotráfico y el paramilitarismo. Este es un capítulo que Colombia tiene que cerrar para avanzar hacia la prosperidad.
En tercer lugar, necesitamos unos partidos políticos y un sistema electoral que garanticen una mejor democracia. Y, en cuarto lugar, se requiere un empresariado con más sentido de la responsabilidad social, que coloque los valores por encima de la avidez de ganancia y por tanto más sensible, más ligado a la sociedad.
En los últimos 37 años, todos los presidentes que ha tenido Colombia (en riguroso orden, Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay Ayala, Belisario Betancur Cuartas, Virgilio Barco Vargas, César Gaviria Trujillo, Ernesto Samper Pizano, Andrés Pastrana Arango, Álvaro Uribe Vélez y ahora Juan Manuel Santos Calderón) han enarbolado su compromiso contra la pobreza integral y –mientras países del continente como Chile y Brasil avanzaron significativamente en la reducción de esta– nosotros apenas logramos paliarla, y hoy ha crecido a niveles que nos sitúan entre los países más desiguales del planeta.
Por eso, aunque hay razones para el optimismo y para confiar en que las metas de Santos van a lograrse, también es indispensable que haya una decisión en la dirigencia pública y privada del país de apostarle a un modelo de desarrollo que combine el crecimiento económico con la igualdad social, perfilado en el actual Plan Nacional de Desarrollo, y este compromiso tiene que mantenerse independientemente de los periódicos y normales cambios de dirigentes.
Vencer la pobreza en todas sus expresiones tiene que ser el mayor desafío de este país si queremos ingresar al mundo de las naciones desarrolladas. Lo que está haciendo Bruce Mac Master, por tanto, debe entenderse como parte del gran esfuerzo que tiene que hacer Colombia en el logro de los objetivos antipobreza.
Y, como parte de esa misión, tenemos que cumplir los desafíos con las víctimas del conflicto y los compromisos con quienes se han desmovilizado de buena fe y están respetando sus deberes. Tiene todo nuestro respaldo el Gobierno después de haber escuchado a Bruce Mac Master.