Compartir:

El virus del Zika pasó de ser una noticia de medios internacionales a una amenaza real con la que debemos acostumbrarnos a luchar no solo desde los estamentos gubernamentales encargados de promover la salud, sino desde los hogares de las familias colombianas.

En Barranquilla hay 1.402 casos confirmados por laboratorios y clínicas entre el 3 y el 9 de enero, según el Instituto Nacional de Salud, mientras que en el periodo comprendido entre el 18 de octubre y el 26 de diciembre de 2015 había solo 6 casos confirmados. Estas cifras ilustran la verdadera magnitud del fenómeno. El virus, propagado por el mosquito aedes aegypti, causa fiebre, brotes en la piel, dolores estomacales y articulares y dura entre cuatro y siete días.

Quizá la preocupación más extendida en la población son los efectos del virus en las embarazadas. El principal, hasta ahora, es la microcefalia, una condición que acarrea un peligro de muerte para el bebé y secuelas como retraso mental y dificultades en el habla. Mientras los científicos investigan si el zika es el responsable de este fallo en la formación del cerebro, el Gobierno de Brasil declaró la emergencia sanitaria por el nacimiento de 739 bebés con un perímetro cerebral más pequeño de lo normal.

La secretaria de Salud, Alma Solano, recomendó el pasado 9 de enero a las mujeres no embarazarse hasta que no pase el pico alto de casos de esta enfermedad. En la ciudad hay 68 madres gestantes infectadas con zika, mientras que en el Atlántico hay 10.

Esta dependencia comenzó a hacer un seguimiento especial a 10 casos de Guillain Barré en Barranquilla en personas que tuvieron el virus.

Las medidas para evitar la proliferación del vector transmisor del virus se han divulgado en campañas del Ministerio de Salud y los entes territoriales, pero conviene no bajar la guardia y seguir promoviendo en todas las esferas de la sociedad la forma de combatir la expansión de esta enfermedad: eliminando los reservorios de agua que haya en las viviendas o tapando debidamente los que se usen para abastecimiento. Y evitando el contagio entre miembros de una misma familia.

En el léxico de los colombianos aparecieron dos nuevas palabras: chikunguña y zika. Las dos encarnan virus endémicos, los cuales hay que combatir con las herramientas de las cuales dispone la ciencia en la actualidad.

Los médicos insisten en recordar que el hecho de que el virus no requiera en la mayoría de los casos hospitalización ni cuidados extremos no es condición para que los infectados no acudan a los hospitales y clínicas a recibir atención especializada.

El zika, como cualquier otro virus, debe ser tratado por médicos, siguiendo al pie de la letra las prescripciones y evitando la propagación.