Compartir:

Son innegables los pasos que se han dado en la Región Caribe para resolver el rezago histórico en materia de infraestructura. Han comenzado a materializarse viejos anhelos que parecían confinados a un perpetuo estado de indefinición, como las carreteras de dobles calzadas y un nuevo Puente Pumarejo, a la altura de los estándares de competitividad que reclama el entorno global. Pero hay un clamor, no menos importante, que sigue pendiente.

La vía entre Barranquilla y Ciénaga se ha mantenido como una preocupación que va y que viene, cada vez que la erosión vuelve a ponerla en jaque. Aunque se acometieron una serie de trabajos de contención en el kilómetro 19, para mitigar el embate de las olas en el tramo más crítico, desde un principio estuvo claro que esta era solo una solución transitoria con el propósito de atender la emergencia. No estuvo igual de claro, sin embargo, cuáles serían las obras complementarias para alcanzar una solución definitiva y tener, por fin, la vía moderna y estable que la Costa reclama y se merece.

Ya va siendo hora de ponerle fin a esta situación. La Región no puede permitir que la vía siga atrapada en un espiral de aplazamientos que se prolongue por muchos más años. No hay que olvidar que se trata de una carretera de importancia neurálgica para la conexión de Barranquilla con el interior del país, y que está demostrado que cada día que pasa se mantiene bajo un serio riesgo de ser arrasada por las olas.

No se puede olvidar tampoco el desastre ambiental que supuso la construcción de la actual vía. El paisaje verde fue reemplazado, por años, por un bosque gris de esqueletos de manglares. Lentamente la naturaleza ha empezado a revivir, pero aún hay vestigios de esa lúgubre postal que recuerdan la importancia de que una nueva intervención integre una visión más responsable con el ecosistema, acorde con la necesidad de modernizar la Región.

En los últimos años se había hablado de un viaducto como alternativa para reducir el impacto en el parque natural Isla Salamanca, por el cual necesariamente pasa la carretera. Uno de los puntos que seguía en mora, según lo anunciado, era el trámite de la licencia ambiental. EL HERALDO conoció que ahora se ha descartado esa posibilidad. Los diseños del proyecto plantean, en lugar de un viaducto que se alzara por encima del parque, un nuevo trazado que se adentra unos 300 metros en este.

El realineamiento de la vía responde a mediciones de la vulnerabilidad a la erosión. Más allá de la sustentación técnica con la que seguramente cuenta, esta determinación abre nuevas incógnitas sobre el futuro de la vía y el desestancamiento del proyecto. ¿Exigirá de nuevo trámites medioambientales?

Ojalá el giro que plantean ahora los diseños no represente más aplazamientos, ni afectación al ambiente. La erosión seguirá socavando la vía mientras no haya una solución definitiva, y cada nuevo trabajo de mitigación ha requerido inversiones millonarias. Una intervención contundente y responsable a la vía Barranquilla-Ciénaga es un clamor que no se puede desatender eternamente.