El nuevo comandante de la Policía de Tránsito de Barranquilla, mayor Gustavo Adolfo Chaparro, anunció, en medio del desespero de los ciudadanos por los trancones en distintos sectores, su disposición a aumentar la movilidad en por lo menos cinco puntos. Se trata de un compromiso oportuno, porque la congestión vial es uno de los problemas que más afectan a los ciudadanos en su cotidianidad.
Mientras el número de vehículos va en aumento, producto de la mayor capacidad adquisitiva de cierto rango de población y las facilidades que se han extendido desde los concesionarios de carros, las obras que ejecuta el Distrito en zonas neurálgicas como la calle 84 y la Circunvalar han alterado el tránsito local.
Los tiempos de recorrido, en general, se han incrementado de 60 a 90 minutos. Eso percibe, al menos, el 41% de la población, según el estudio comparado de la red de Ciudades Cómo Vamos que fue divulgado la semana pasada.
Se trata, como se puede advertir, de una situación apremiante que seguramente debe estar aumentando los niveles de estrés de los barranquilleros y, al mismo tiempo, afectando los de productividad.
Aumentar en cinco puntos la movilidad implica reducir en el mismo porcentaje la percepción de pérdida de tiempo de los habitantes, que hoy está por encima de los promedios nacionales.
No es un desafío fácil. Ni comporta solamente medidas de autoridad que, por supuesto, hacen falta.
Si la comandancia de la Policía de Tránsito logra revestir de más transparencia las actuaciones de sus hombres, estas ganarán ascendencia sobre los infractores y lo único probable es que estos anden con mayor respeto por la ciudad. Y tendríamos un gran comienzo. Pero evidentemente se trata de una acción que demanda otras de carácter sustancial. Por ejemplo, Barranquilla está reclamando una estrategia integral de tránsito. Lo que hemos tenido en el marco de las inversiones viales son esquemas de desviaciones y orientaciones provisionales que, de vez en cuando, sorprenden la rutina de peatones y conductores. Y lo que realmente convendría revisar es una nueva caracterización de las vías, para que tengamos sentidos definitivos y un perfil de tráfico más eficiente. Hoy todos los vehículos transitan a toda hora del día por todas las carreteras e, inclusive, calles de la ciudad. Y esto no es propio de ningún sistema de transporte que procure eficiencia.
Barranquilla ya no tiene vías rápidas por cuenta de las cámaras de detección electrónica. Y esto también debe revisarse.
Como lo hemos dicho en este mismo espacio editorial, esta es una ciudad pensada más para los vehículos que para los transeúntes. ¿Dónde están –otro ejemplo– los puentes peatonales, o los semáforos de tránsito humano, o las ciclorrutas para nuevas alternativas de movilidad, o los senderos inclusivos para la población discapacitada?
Lo otro que el Distrito debe buscar es educación vial. Necesitamos una nueva generación de ciudadanos, con valores de respeto, tolerancia y solidaridad. De nada vale que renovemos la infraestructura o que, en buena hora, tengamos policías blindados contra la corrupción, si las actitudes ciudadanas no cambian.
Bienvenido el nuevo enfoque de la Policía de Tránsito. Pero es claro que ella sola no es suficiente.