Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el gasto mundial en salud es aproximadamente de $5,3 billones de dólares al año. Lo que ha llevado la cobertura universal de servicios de salud y los mecanismos financieros para conseguirla, al centro del debate de las políticas públicas a nivel mundial, incluyendo potencias como Estados Unidos y China.
El supuesto básico es que al garantizar la cobertura universal del seguro de salud, es decir eliminar la barrera financiera, se garantiza el acceso a los servicios de atención de la salud. Esta visión es una de las variadas aproximaciones que se han utilizado para medir los logros de los sistemas de salud, aunque Colombia es un laboratorio claro para mostrar que estas dos variables no necesariamente van en la misma dirección (más de 30% de los asegurados y más de 50% de los no asegurados enfrentan barreras para acceder a los servicios).
El reducido acceso a los servicios de salud puede ser el resultado de distintas barreras, sin embargo, la que parece robarse toda la atención es la de tipo financiero, aún cuando los individuos pueden ver su acceso restringido también por barreras no financieras.
Si se define el acceso como un fenómeno de múltiples dimensiones, es posible aclarar que depende no solo de características personales sino también de las características del entorno en el que estos se desarrollan, por ejemplo, las regiones.
Un estudio reciente sobre las características del acceso en el país muestra que la región Pacífica, Antioquia y la Central son las más necesitadas de acceso a servicios de salud cuando se tiene en cuenta las características de las personas.
Sin embargo, cuando se estudian las características de las regiones para garantizar el acceso, son Bogotá, Antioquia y Valle las zonas que cuentan con los mayores facilitadores para esto. Es decir, mientras Antioquia logra contrarrestar una población potencialmente más necesitada de acceso con unas mejores condiciones de infraestructura y capital humano; regiones como la Pacífica no logra tal compensación, y peor aún, se encuentra en el último lugar a nivel nacional en presencia de facilitadores del acceso.
Este problema de la compensación entre necesidades y facilitadores no es solo de la región Pacífica. Las regiones Caribe, Central y Oriental tampoco logran tal compensación. Esto último se ve aún más claro en el hecho de que estas regiones también presentan los menores niveles de utilización de servicios.
Visto de manera global, el ranking del acceso a salud en Colombia muestra a la región Caribe en el sexto lugar, solo superando a la región Amazonía y la Pacífica. De nuevo las únicas regiones que logran ubicarse por encima del promedio nacional son Bogotá, Antioquia y Valle.
La mirada del acceso como un fenómeno que no depende solo del aseguramiento permite reconocer que si bien la condición de asegurado ha facilitado la utilización de servicios de quienes antes no podían hacerlo, de poco sirve esta condición si hay ausencia de una política de salud que promueva la prevención por encima de la prestación; que garantice el ajuste entre la oferta y la demanda de profesionales de servicios, que proteja a las unidades de prestación servicios de salud con calidad y que promueva la salud por encima de la atención a la enfermedad.
Aún falta ver qué sobrevive del proyecto de reforma al sistema de salud, que sigue en discusión. Pues más allá de las buenas intenciones del ministro, este proyecto que se considera una propuesta de 'transición' aún no prioriza en el acceso. La preocupación central sigue siendo la gestión financiera, ¿quién gestiona el dinero de quién?