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Existe un género de deportistas indómitos que se revelan con escasos medios y mucho pundonor contra la suerte que el destino les reservaba por su condición o lugar de nacimiento. El nombre de Richard Carapaz, ganador de la 'maglia' rosa'del Giro de Italia 2019, quedará asociado de forma indeleble a una gesta nunca antes alcanzada por un corredor ecuatoriano.

En efecto, uno de los hándicaps de los precursores es carecer de referencias cercanas con las que identificarse y que hayan abierto vereda en el profesionalismo de la disciplina en cuestión. Así le ocurrió a Carapaz, en un país en la que el ciclismo tenía un recorrido mucho menor que en la vecina Colombia.

Pero en su ADN parece estar escrito el abrir camino. Fue el primer corredor no colombiano en adjudicarse la Vuelta de la Juventud de Colombia.

A él le tocó pedalear contra el viento, y comenzó a hacerlo en una BMX sin gomas, todo lo que podía permitirse su humilde familia de agricultores y transportistas.

Colombia, puerta a Europa

'Empecé a los 15 años en una escuela de la provincia donde vivía, mi trayectoria durante estos años ha sido difícil por vivir en un país donde no existe el ciclismo y tuve que emigrar a Colombia donde se me abrieron muchas puertas y pude competir a nivel amateur, lo que me sirvió para venir a Europa y fichar por el equipo Movistar', recordaba Carapaz en una jornada de descanso en el Giro.

No es de extrañar que sus ídolos procediesen de países lejanos, como el italiano Marco Pantani. 'Cuando yo inicié, mi primer mentor me hablaba mucho de él, me empezó a gustar, miré videos a través de Youtube y me gustaba su forma de correr, su estilo', confesó Carapaz sobre el 'Pirata', ganador la ronda italiana en 1998.