El Heraldo
Córdoba

Odalis, una artesana cordobesa ‘con los pies en la tierra’

A paso firme esta mujer oriunda de Tuchín, Córdoba, se ha mantenido en el reñido mercado de las artesanías a nivel nacional e internacional.  

Odalis nació sin brazos, así que cuando comenzó a dar sus primeros pasos, también aprendió a utilizar sus pies para agarrar, para peinarse, para acariciar, e incluso para elaborar finas artesanías en caña flecha.

Nació en Tuchín, Córdoba, pero su talento y sus pies la han llevado a recorrer diversas ciudades del país, y actualmente se encuentra radicada en Bogotá, donde se ha consolidado como una maestra artesana.

Odalis Yaneth Morales Velásquez calza poco menos de talla 37, pero siempre ha tenido los pies en la tierra, por lo que no se considera una persona discapacitada, solamente con unas características diferentes a los demás.

“Me sorprende ver a tantas personas con todas sus extremidades y que no valoran la vida. Aunque mi vida cotidiana parezca algo difícil, debo decir que yo me baño sola, me peino, me cepillo los dientes, me maquillo, me visto sin ayuda de nadie”, asegura.

Odalis ha luchado contra la adversidad desde el vientre de su madre, cuando padeció una aparente anomalía clínica llamada agenesia, que impidió que sus brazos se llegaran a desarrollar.

Es realista en su cotidiano vivir; por eso, no se hace vanas ilusiones, sabe que el éxito proviene del trabajo con disciplina, por lo que día a día inicia su jornada desde muy temprano para la elaboración de los sombreros que luego comercializa.

“Para hacer un sombrero vueltiao un artesano promedio emplea un solo día. Pero a mí me puede llevar cinco o hasta 15 días, dependiendo de la finura de las fibras, por eso es importante saber utilizar el tiempo”, sostiene.

 

Paso a paso

La elaboración de un sombrero vueltiao requiere de destreza, fijación en el detalle y también de mucha dedicación, por lo que cada fase de producción representa para Odalis, un trayecto en el que se avanza paso a paso.

“Hacer un sombrero tiene algo muy especial, porque une a las familias. Está compuesto por cuatro o cinco partes, encontramos el ribete, que es lo que primero le enseñan a uno cuando es niño; luego está la parte del ala y la plantilla, que la hacen los hermanos mayores, de unos 10 a 11 años, y la parte de la encorvadura, de esa se encargan los padres que son los que tienen más conocimiento de las pintas”, explica.

Una de las motivaciones de su madre a la hora de enseñarle los secretos de este oficio, fue tratar de garantizar que Odalis se valiera por sí misma a la hora de sobrevivir.

“Tenía 8 años cuando mi mamá Sol María Velásquez, y mi hermana Letis, que son trenzadoras, se pusieron en la tarea de enseñarme para que yo hiciera cosas con los pies; entonces, yo mirando y mirando duré como tres meses para aprender. Fue un proceso con calma, con mucha paciencia, con amor y hoy en día se ven los resultados”, sostiene.

Además de los sombreros cuyos precios oscilan entre $100 mil y $500 mil pesos, Odalis diseña bolsos, manillas, aretes monederos, billeteras para damas y caballeros, entre otros productos.

“La materia prima; es decir, la fibra de caña flecha, se la compro a mi mamá que me la envía desde Tuchín, donde tiene un pequeño cultivo a unos 20 minutos del casco urbano. Eso me favorece a mí porque en Bogotá es un poco complicado encontrar la caña flecha y le favorece a ella porque le estoy comprando la materia prima a mis propios familiares”, sostiene.
Trabaja aproximadamente cinco horas al día, el resto del tiempo lo dedica a realizar vueltas personales y a los quehaceres de la casa.

Pies que corren

Odalis es madre soltera de dos jóvenes: Álex, de 23, y Zaira, de 11 años, así que conoce al dedillo los afanes a los que se debe someter una persona cabeza de hogar para garantizar la crianza de sus hijos.

“En esta vida he luchado tanto por sacar mis hijos adelante, he corrido de arriba para abajo, además de artesana fui alfabetizadora de adultos mayores, conferencista de las madres de los niños en condición de discapacidad, nominada a la mujer Cafam de mi departamento, nominada como maestra en el año 2014 y Artesanías de Colombia me condecoró”, menciona.

Aunque afirma que la elaboración de artesanías es algo que se lleva en la sangre, reconoce que no todos los indígenas zenúes son amantes de este oficio.

“No a todos los indígenas les gusta esta labor, lo digo por experiencia porque yo tengo dos hijos, Álex y Zaira. A la menor le llama la atención, pero al mayor nunca le gustó”, sostiene Odalis.

Y agrega: “Álex está trabajando, no le gustó el estudio y llegó hasta 9° de bachillerato, pero gracias a Dios se ha mantenido en su trabajo en Bogotá, y la niña está en 5° de primaria”, detalló.

Tocar el cielo con los pies

Luego de que su mamá le enseñó todas las técnicas de la labor artesanal en caña flecha, Odalis sintió que a pesar de la ausencia de sus dos brazos, podría llegar, en su caso, a tocar el cielo con los pies, y así lo ha demostrado tras recibir múltiples reconocimientos.

“A parte de ser mujer Cafam de Córdoba en el año 2007–2008, he tenido homenajes por destacar a la cultura Zenú, por destacar a las personas en condición de discapacidad. He sido destacada por entidades como Artesanías de Colombia, múltiples entidades privadas y hace aproximadamente unos 15 días, recibí una condecoración por parte de la Gobernación de Córdoba por representar esa cultura y a mi departamento”, sostiene.

Además es considerada como un referente del Festival Artesanal y Cultural del Sombrero Fino Vueltiao, que organiza todos los años la comunidad Zenú.

“El mayor reto para mí fue aprender a tejer con mis pies, incluso yo misma me quedo impresionada de lo que hago porque trenzar una cantidad de pares con los pies es impresionante, desde que lo logré, lo comencé a hacer y lo sigo haciendo, para mi ese fue uno de los más altos logros”, dice.

Pies que huyen…

Por causa de la violencia, Odalis perdió a su padre y a un hermano, por lo que en los años 90’s salió como desplazada hacia Bogotá, donde logró terminar el bachillerato en las clases de la nocturna. Y alcanzó a cursar cinco semestres de psicología.

Actualmente solo viaja una vez al año a su natal Tuchín, pues asegura que persisten las amenazas de muerte en contra de ella, por el liderazgo que ha ejercido en su comunidad Zenú.

“Cuando me desplacé aprendí a tejer las fibras y desde entonces inicié mi emprendimiento llamado Odalis Artesanías con el que trataba de vender los productos para sobrevivir, porque por culpa de la violencia quedamos en la ruina junto con mi mamá y mis otros tres hermanos”, recuerda.

Prefiere no hablar del pasado ni escudarse en el testimonio trágico o lastimero. Mejor, habla del futuro y sus posibilidades.

Además de las redes sociales donde comercializa sus productos, Odalis tiene un local comercial ubicado en el centro de Bogotá. 

Fuente de inspiración

Odalis tiene un espíritu gigante, albergado en un cuerpo de 1 metro con 54 centímetros, y aunque reside en la fría Bogotá, es común verla usando sandalias tres puntá.

“La gente me pregunta si tengo frío al ver mi calzado abierto, porque aseguran que el frío entra por los pies, pero yo les respondo que a mí el frío me entra es por las manos”, dice para luego soltar una carcajada.

Su forma de ver la vida la ha convertido en la consejera de varias personas que han perdido sus extremidades en diferentes accidentes o sufren alguna complicación física por naturaleza.

“Yo siempre he dicho que la discapacidad puede ser física, pero no mental; porque a veces nosotros aunque tengamos todas las extremidades, tenemos una discapacidad que se llama la pereza. Por eso el mensaje para las personas es que no pierdan la esperanza, que aprovechen el tiempo y trabajen con la mente en el presente, pero también pensando en el futuro, para que algún día si la dicha es buena, puedan ser recompensados y sentir que tienen el mundo a sus pies”, concluyó.

Elaboración de artesanías.
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