La carrera 7 de San Pelayo se convirtió en la tarde del domingo en un río humano lleno de color, fantasía, guapirreos, alegría y baile. Bajo el desafiante sol vespertino, el porro tuvo su máxima expresión en el tradicional desfile de Las Aguadoras, como homenaje a la mujer sinuana y el flamante río Sinú, que baña a esta localidad.
Cerca de 40 comparsas mostraron lo que mejor saben hacer: bailar porros y fandangos.
El vestuario de cada agrupación fue impecable y la sonrisa de las parejas denotó la felicidad que sentían al bailarle a la cuna mundial del porro.
No hubo tiempo para el cansancio, eso fue amortiguado por la euforia de un ritmo que corre por las venas y que habla por sí solo, sin palabras, solo con el movimiento de los hombros y el vaivén de las caderas.