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Barranquilla tiene un bien ganado lugar de privilegio en el mundo como ciudad de la felicidad por su Carnaval, pero este patrimonio cultural requiere ser cuidado. No es una manifestación popular de nadie, pero es de todos.

Hasta hoy, el Carnaval de Barranquilla se ha consolidado como patrimonio cultural nacional y universal después de más de 150 años de creatividad y trabajo. Ha movilizado a millones de personas para gozarlo y también para pensarlo. Es fuente de alegría y de optimismo. El Carnaval está vivo y erguido. Y se apresta a entrar en sus cuatro días más intensos, en los que nuestra máxima fiesta logra la plenitud de su clímax.

Desde una perspectiva de gestión universal surgen varias preguntas: ¿cuáles deben ser los modelos que deberían regir esta fiesta?, ¿qué hacer para que encaje lo patrimonial como valor a preservar frente a las demandas de un mundo cambiante y globalizado?, ¿cuáles deben ser los alcances de su comercialización y difusión de manera que estas no degraden los valores patrimoniales?, ¿cuáles son de veras los impactos económicos que tiene el Carnaval sobre la ciudad y cómo potenciarlos como industria de todo momento?, ¿qué efectividad tienen las medidas que se han recomendado para preservarlo como patrimonio de la humanidad? En fin, ¿cuál es el Carnaval que queremos?

Por fortuna, ya sabemos el Carnaval que tenemos, como fruto de numerosos esfuerzos intelectuales en todas las disciplinas, porque no hay tema más conversado en Barranquilla que su fiesta cumbre, cuya memoria bibliográfica acaba de nutrirse con una excelente publicación de la Fundación Carnaval de Barranquilla, que es la entidad de economía mixta que tiene bajo su responsabilidad la operación de los principales eventos y el liderazgo como proyecto de interés colectivo.

Sabemos que entre 2002 y 2008 los grupos de hacedores del Carnaval pasaron de 350 a 539, y los participantes de estos de 17.231 a 29.870. Para hacer posible la participación de estos grupos se precisó de 22.715 personas, entre músicos, confeccionistas de trajes y disfraces, auxiliares, etc. Se estiman las ventas en 2010 del sector formal e informal en $22.300 millones, y la ocupación hotelera en un 95%, a pesar del vigoroso crecimiento de la oferta, y ni hablar de los impuestos generados.

Barranquilla tiene ganado un lugar de privilegio en el mundo como ciudad de la felicidad por su Carnaval, presea que no es nada desestimable en un universo donde el objetivo declarado por las Naciones Unidas es justamente la felicidad del hombre y la convivencia sana. De manera que ahí está un enorme potencial para nuestros líderes si se animaran a aprovechar la movilización social que se hace con motivo del Carnaval en función de los buenos propósitos colectivos.

Esta fiesta es un ejemplo de organización, de trabajo en equipo, de entusiasmo, de solidaridad, y todo logra funcionar con la perfección de un reloj impecable. Si todo ese capital social positivo se activara podríamos, sin duda, progresar a grandes zancadas en la solución de todos nuestros problemas colectivos e individuales. Tendríamos, entonces sí, la Barranquilla próspera que queremos.

Una de las obligaciones insoslayables del Carnaval es dotarse del Plan Especial de Salvaguardia de nuestra tradición. Este plan debe ajustarse a las exigencias metodológicas y de contenido del Ministerio de Cultura, y luego que pase este cedazo institucional será enviado por Colombia a la Unesco. Es una tarea que está pendiente y en ella trabaja actualmente la Fundación Carnaval de Barranquilla. Después del miércoles de Ceniza tendrá que retomar este esfuerzo pendiente.

El Carnaval que queremos es, pues, la oportunidad que nos ofrece una historia de más aciertos colectivos e individuales que de fracasos para trazarnos una agenda y una ruta cierta que nos permita alcanzar los objetivos de cohesión, de identidad y desarrollo que nos ofrece el Carnaval. EL HERALDO, fiel a su tradición, y comprometido una vez más con su historia, que es la historia del Carnaval floreciente, se ofrece como medio para la conversación con todas las voces. De ahí la Tertulia de hoy, donde esperamos encontrar respuestas a la mayoría, si no a todas, las preguntas que se formularon arriba.