En San Andrés, la belleza de la geografía contrasta con la sensación de que no ha habido mayores avances ni proyectos importantes en años recientes. Al mismo tiempo es fácil ver el vaso medio lleno de enormes oportunidades. En una coyuntura donde se pronostica un continuo crecimiento del turismo experiencial conectado con los ecosistemas ambientales locales, es difícil imaginarse un lugar más propicio para recibir y enamorar a miles de visitantes.
Adicionalmente la ciudad cuenta con un ambiente regulatorio y empresarial adecuado. En este último punto es clave la decidida apuesta del Alcalde Char, quien en entrevistas recientes ha mencionado tres elementos centrales del proyecto: una zona franca para la importación de equipos, el aporte de un predio distrital para que se ubique el potencial centro de datos a gran escala, y un estudio de factibilidad y hoja de ruta construida de la mano de una consultora internacional.
La búsqueda gira entorno a encontrar las razones detrás de esos cambios abruptos y es donde aparece una hipótesis que a muchos nos hace sentido: una gran parte de la causa se debe a los celulares inteligentes sumado a las redes sociales, que ambos aparecieron a eso del 2010 y empezaron a ser utilizados masivamente por adolescentes.
Algunas preguntas difíciles surgen de este episodio: ¿qué implicación tiene esta situación para el avance en el desarrollo de la inteligencia artificial? ¿Aumentan o disminuyen los riesgos catastróficos para la humanidad asociados a la IA general? ¿Cuál debe ser la gobernanza idónea de una empresa como OAI? ¿Cómo queda Microsoft parado luego de su gran apuesta?