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Las masacres en el país no cesan. El enunciado va de la mano con la denuncia que el pasado 15 de diciembre realizó la ONU y que daba cuenta de que cientos de personas habían muerto este 2020 en Colombia en medio de los crímenes múltiples o como víctimas de asesinatos selectivos, que ha tocado directamente a líderes sociales y exguerrilleros.

La reciente masacre ocurrida en la vereda de Quebrada Honda, municipio de Montecristo (sur de Bolívar), se suma a la denuncia. Tal hecho dejó cinco víctimas mortales, entre ellas Rosa Mendoza, una exintegrante de las Farc —la número 249 asesinada desde la firma del acuerdo de paz—, y a su hija de dos años.

El ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, aseguró que de acuerdo con algunas versiones el ataque violento contra estas personas lo habría perpetrado la guerrilla ELN, que tiene en el sur de Bolívar una amplia presencia.

Esta zona del Caribe colombiano ha estado marcada por el conflicto armado desde hace cinco décadas. Allí grupos paramilitares como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), a las que las autoridades llaman ‘Clan del Golfo’, y grupos narcotraficantes se han disputado, por años, el territorio con el ELN.

La ubicación geográfica del sur de Bolívar ha favorecido el conflicto armado en diferentes momentos a lo largo de los años, motivada por una persistente actividad de actores armados ilegales que han intentado ejercer dominio territorial y control social sobre la totalidad de la zona, con especial énfasis en aquellas donde se da la explotación minera y plantaciones de cultivos de uso ilícito.

Luis Fernando Trejos, director del Centro de Pensamiento UNCaribe, manifestó que el sur de Bolívar se encuentra dentro de la subregión del Magdalena Medio, 'por lo cual las dinámicas de la violencia que allí se desarrollan están vinculadas a circuitos de ilegalidad de Santander y Antioquia y no de la región Caribe como tal'.