Cuando en los años 60 asistíamos a las clases de dibujo y pintura que nos enseñaba un joven paisa pintor de 30 años de edad, ya admirábamos sus dotes de docente y la forma de llegar a sus discípulos, entregándoles sus conocimientos. Se trataba del maestro Fernando Botero contratado por la Universidad Nacional para que transmitiera sus conocimientos a estudiantes de dibujo y pintura en la instalaciones de Bellas Artes, dependencia con un excelente cuerpo de pintores docentes como los fueron los maestros Marcos Ospina, Ignacio Gómez Jaramillo, Sergio Elías Ortiz, entre otros y el doctor Eugenio Barney Cabrera, historiador del arte.
Botero nos orientó a comprender ciertos conceptos como fueron la línea en el dibujo, el volumen, la redondez, el color, etc.
Una tarde asistimos sus 20 o más alumnos para atender una invitación que nos hizo, y así visitar su casa taller en el barrio Teusaquillo de Bogotá. Nos mostró sus caballetes, sus lienzos pintados sin terminar y todo el ambiente local de un pintor.Allí estaban presentes todavía muy pequeños su pareja de niños y su muy amable esposa. Esa sencillez del maestro para con nosotros nos demostró que no solamente quería su arte sino que también sabía darle importancia a sus alumnos, por más humildes, dando una muestra de humanidad.
Con toda seguridad que hoy todos sus discípulos lo estaremos recordando y evocando aquellos años en que tuvimos el honor de ser sus alumnos y seguir sus enseñanzas.
JOSÉ PORTACCIO FONTALVO