Shakira lo volvió a hacer y el mundo lo sabe. Desde una cabina de radio enfiló su semiautomática y descargó varias ráfagas de letras: “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”, “del amor al odio hay un paso”, “cambiaste un Rolex por un Cassio”, o “una loba como yo no está pa' tipos como tú”. Pero, detengámonos en esta última frase.
¿Acaso la palabra “loba” no trae consigo una curiosa e inexplicable fuerza de atracción? Casi que de forma automática transporta al oyente a la mágica comunión entre la vida humana y la salvaje.
Por otro lado, Shakira siempre ha tenido algo de licántropa, ¿No? En 2009 lanzó She Wolf: un himno de irreverencia. Ya se recordará el estilo rockero al inicio, el asombroso final con una intensa melodía de violines, el videoclip y por supuesto el adictivo coro que ha cantado el mundo entero: “una loba en el armario tiene ganas de salir”. Pero… ¿qué demonios nos habrá querido decir la nena consentida de Barranquilla con esto?
Es bien sabido entre melómanos que no solo las canciones dicen lo que en ellas se escucha. Si así fuera, las buenas canciones —las verdaderas obras de arte— no tendrían sentido alguno. La expresión “en el armario” se usa cuando alguien le oculta la sociedad algún rasgo inherente a su personalidad por miedo a ser juzgado. Entonces, siendo así, la frase adquiere un profundo y brillante significado de liberación.Por supuesto, no faltarían las personas quienes señalen un tufillo de indecencia y vulgaridad en todo esto (sobre todo cuando el coro continúa: “deja que se coma el barrio antes de irte a dormir”), pero si hacemos un ejercicio puramente analógico vemos que las lobas no tienen nada de malo: son criaturas fuertes, leales, cazadoras, libres e indomesticables.
El mundo suele ser cruel con las lobas, esas amantes de luna llena, esas Diosas licántropas; pero eso está a punto de cambiar: la rebelión de las lobas está en camino, pues ellas ya están hartas de permanecer agazapadas en incómodos armarios.
Andrés C. Palacio