Por estos días, el mundillo de la farándula y la cultura se ha visto sacudida por la noticia de la que se han ocupado los medios y las redes sociales, que profusamente están hablando de la separación de la cantante Shakira y del futbolista Gerad Piqué y con menor intensidad, pero no menos espectacular la del escritor Mario Vargas Llosa, premio nobel de literatura y la socialité Isabel Preyslier.
La barranquillera y Piqué, anunciaron su separación a principios de Junio del año pasado, después de una relación de 12 años y en la que nacieron sus dos hijo, Milán con 9 años y Sasha con 8.
Después de acallar los rumores de esa separación, la prensa de corazón difundió ese rompimiento por razones de infidelidad del futbolista y de allí en adelante las cosas se pusieron críticas para la pareja y en más de una ocasión Shakira expresó, su dolor y tristeza, cuando lanzó tres canciones exitosas en las que habla de esa ruptura, siendo ellas, “te felicito”, “monotonía” y “sesión No. 53”, que traslucen el desahogo que manifiesta la cantante.
Así mismo y aun cuando con menos intensidad los medios del espectáculo registraron la noticia del rompimiento del escritor peruano Mario Vargas Llosa y la diva Isabel Preyslier, que tuvieron una relación de 8 años de dicha y felicidad hasta cuando se conoció de su separación, cuando él abandono el lugar de habitación que compartía con ella y quien anteriormente había tenido cuatro matrimonios, entre ellos con Julio Iglesias, así como varios hijos entre los que se encuentran Julio Junior y Enrique, cuyo progenitor es el cantante español.
Quienes conocen a esta pareja afirman que esa relación era incompatible, que eran muy distintos, él por las letras y ella por el espectáculo.
Por eso en el “colorín colorado este cuento ha acabado” expertos en relaciones de parejas, han esgrimido su concepto, en la que aconsejan que en estos casos se debe evitar el impacto psicológico que por la separación pueda recaer en los hijos y que las parejas separadas deben llevar unas relaciones exentas de ofensas y agravios.
Valmiro De la Hoz