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La solidaridad debemos inculcárnosla cada vez más como parte de nuestra esencia, como parte de nuestra personalidad, como parte integral de nuestro colombianismo, que el solo hecho de ser Colombiano indicará ser buenas personas, con las excepciones por todos conocidas, obviamente.

No debemos ver la solidaridad como una virtud especial, debemos verla como un acto de conducta humana normal de nuestro diario vivir; como la comprensión, la honradez, la benevolencia, el buen compartimiento diario en la vida normal de todos, sin consideraciones económicas, raciales, religiosas, geográficas, y mucho menos políticas.

A lo que voy con esto, es a que no le bajemos la guardia a la solidaridad con nuestros hermanos vecinos, aunque estemos un poco agobiados, no le bajemos la guardia a la caridad, la misericordia y el humanitarismo; no confundamos por favor la idiosincrasia del gobierno vecino, en especial la de su director de orquesta, con su consabida ignorancia, imbecilidad y conducta delincuencial, con la desgracia de su pueblo, precisamente generada por él, su antecesor, y su corte de bandidos.

No confundamos tampoco la solidaridad que debemos tener con este pueblo vecino usurpado, maltratado y humillado por su propio gobierno, con algunos colados sinvergüenzas, delincuentes que se han tratado de arropar con la sabana de la desgracia de sus compatriotas y están cometiendo fechorías en nuestro territorio.

Sabemos de sobra no estamos en las mejores condiciones económicas y sociales para hablar de ayudas, pero de eso se trata, no escogemos en la vida los buenos ni los malos momentos, de eso se trata, engrandezcamos la solidaridad.

Hector Asaf Quintero