Barranquilla

Ser vacunador, una “ardua y gratificante” labor para controlar la pandemia

Los encargados de llevar a cabo esta labor contaron a EL HERALDO sobre sus experiencias durante los casi 10 meses que han transcurrido desde el inicio del proceso .

La satisfacción del deber cumplido, las extenuantes jornadas, el cansancio, la falta de tiempo para compartir en familia y –en ocasiones– el estrés pasaron a un segundo plano para los promotores de la salud que se han encargado de inmunizar contra la covid-19 a miles de barranquilleros. Ellos aseguran que estas situaciones no les quitan el sueño, porque entienden y reconocen que su labor está contribuyendo al bienestar de la ciudad, el país y –quizás– el mundo entero.

Han pasado cerca de diez meses desde que comenzó a ejecutarse el Plan Nacional de Vacunación. Más de dos mil trabajadores de la salud fueron los escogidos para cumplir con una de las tareas más importantes que generó la pandemia: la vacunación. Desde entonces, este ejército se ha encargado de combatir el virus que no ha dado tregua, y ha estado 100 % comprometido con inmunizar a toda la población.

Estos promotores de la salud contaron que desde que inició este proceso no ha sido fácil para ellos por todas las circunstancias que se presentan alrededor de la vacunación. Estrés, cansancio, temor, días buenos y no tan buenos, risas, llantos y hasta malestares han tenido que pasar estos trabajadores de la salud.

EL HERALDO habló con varios de ellos, quienes contaron cómo ha sido su experiencia durante estos meses de ardua labor. Dayana Rocha, de 34 años, lleva cuatro como ‘caminante de la salud’, vacunando en hospitales, casas, estadios y ahora apoyando la carnetización de la inmunización contra la covid-19.

Para Dayana, el inicio de la vacunación fue duro, pues el miedo de salir de casa con salud y volver con el miedo de haberse contagiado en la calle y llevar el virus a su familia.

“Cuando entré a trabajar tenía miedo. Nosotros tenemos familia, salíamos a trabajar con todo el amor, pero regresábamos con cierto temor por nuestros hijos, nuestra familia. Fue duro por los días incansables de labor, fines de semana corridos porque siempre se manejó una gran población, pero obviamente nos levantábamos con ese amor a seguir haciendo nuestra labor”, expresó Rocha.

El no tener tiempo para compartir con sus hijos, no poder apoyarlos al 100 % en sus tareas, buscar quien pudiera cuidarlos y ayudarlos con sus actividades fueron otras de las dificultades por las que tuvo que pasar esta promotora de salud.

Una de las promotoras alista la dosis de vacuna. Hansel Vásquez

Yesenia Carpintero, quien lleva más de 13 años en la labor de promotora de salud, sostuvo que durante este tiempo ha tenido momentos buenos y malos, días gratificantes, jornadas extendidas y días tediosos.

 Agregó que lo más arduo ha sido con la población que asiste renuente o con recelo a la vacunación, pues dentro de sus funciones está entender a esas personas e instruirlas en la importancia de la vacunación.

“La población viene bastante nerviosa, toca entender la parte del nervio de las personas, en saber que no saben de verdad cuál es la reacción en el organismo a la vacuna, entonces es tratar de explicar el proceso, la importancia de que es vacunarte para poder protegerte y proteger a tu familia”, dijo la mujer de 41 años.

En el caso de Yarlis Sierra, aparte del estrés, el cansancio y las actitudes no tan buenas de algunos ciudadanos, la parte más difícil de estos meses ha sido el no poder compartir mucho tiempo con sus hijos y esposo debido al trabajo diario y a las jornadas que tiene que cumplir.

Con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada aseguró que “lo más difícil son mis hijos, aunque están grandes sí fue un poco difícil, con mi esposo también, porque ya no teníamos vida social, no compartíamos en familia, pero bueno ya hemos podido lograr aceptarlo. Ya se acostumbraron y me dicen: mami es tu labor y es tu profesión”.

Anécdotas que marcan

Pese a que han sido momentos difíciles, las anécdotas, risas y buenos momentos no han hecho falta. El lidiar con adultos mayores que llegan con unas ideas y costumbres marcadas, que lloran como niños cuando se les aplica la vacuna o niños que se creen adultos son algunos de los hechos que les han sacado una sonrisa a estos promotores de salud, y que han amenizado las jornadas de vacunación.

La anécdota que más recuerdan le sucedió a Dayana Rocha. Esta mujer de tez morena, alta y de contextura gruesa fue nombrada por los niños vacunados como la “macancana” o “quincona” por su físico.

“No se dejaba vacunar y comenzó a llorar, a gritar, me decía que con la ’macancana’ no, porque me veía grande. Yo me siento en una silla, lo siento encima de mí y le hago una llave con los pies. Ellos decían que con la ‘macancana’ no, porque pensaban que los cogía con mucha fuerza, pero no, así es que se dejan vacunar”, contó entre risas.

Jonathan Floréz, encargado de la admisión del menor, recuerda este suceso como lo más chistoso que le ha sucedido en todo este tiempo.

“Recuerdo que el niño llegó al punto, cuando pasa a vacunación empieza a gritar y una compañera tuvo que agarrarlo, estaba rebelde; fue de mucha risa porque a ella le dicen la ‘quincona’ y cogió al niño y lo abrazó hasta que lo vacunaron, ha sido lo más chistoso que me ha pasado acá”.

Dayana expresó que son muchos los momentos de risas, sobre todo cuando ven a los hombres llorar como unos niños con la aplicación de la vacuna, mientras las mujeres se preocupan más por preguntar si pueden tomar o no.

En otra ocasión, un niño de once años llegó al estadio a recibir su vacuna y en ese proceso su padre se extravió. El menor llegó a la mesa a registrarse asegurando que él era un adulto y podía hacerlo solo; sin embargo, su progenitor apareció y pudo registrarse para luego pasar a recibir la dosis.

Antes de vacunar hablan con los pacientes y le dan la información necesaria para la vacunación. Hansel Vásquez
Gratitud

Estos trabajadores incansables, que han puesto todo el amor y el empeño para cuidar la vida de los barranquilleros, se sienten contentos y con la satisfacción del deber cumplido.

Para Yesenia Carpintero, la emoción la invadió cuando le preguntaron qué ha sido lo mejor de integrar el equipo de vacunadores contra la covid-19. Con mucha nostalgia relata que esa emoción la embarga cuando trae a su mente que gracias a la vacuna han podido disminuir los casos, que ya no hay tantas muertes como al inicio.

“Es gratificante. Eso es algo que te da la satisfacción de la labor, de lo que estás haciendo, te llena para seguir avanzando y seguir adelante. Darle gracias a Dios por su misericordia, se mueve alrededor de nosotros todos los días, porque nos da la fortaleza, nos da la salud para seguir avanzando”, agregó.

Entre todos han creado un equipo único. Por eso Dayana resaltó el trabajo de sus compañeras y compañeros, reconociendo que todos pasan por experiencias diferentes, pero realizan la misma labor que las invade de orgullo.

“Quedan las experiencias buenas, cuando las personas llegan y nos agradecen mucho, cuando nos felicitan por la gran labor, por la forma en que los tratamos; la satisfacción es que la gran labor que nosotros hicimos fue aparte de darle mucha información a la comunidad, el gran servicio que le prestamos, lo hicimos con el corazón”, manifestó Rocha.

Jonathan expresó que este trabajo que están realizando no solo es por ellos, sino por cada una de las personas vacunadas, por sus familias.

“Obviamente una pandemia es algo que no se borra, ha sido lindo para mí hacer parte de este proceso y sobre todo en esto tan importante que es la vacunación. Creo que eso es lo más lindo y siempre lo llevaré en mi corazón que hice parte de este proyecto que es para el bienestar de todos nosotros”, aseguró el joven.

Todo este equipo se siente orgulloso de su trabajo, de poder aportar su granito de arena para salvar tantas vidas en medio de esta pandemia. No saben hasta cuando seguirán aplicando vacunas, pero lo que sí tienen claro es que cada día lo harán con la mejor actitud, disposición y amor.

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