Proteger al planeta, un asunto de todos
A partir de la siembra de mangles, reutilización de plásticos, limpieza de playas y pedagogía a través de la música, iniciativas del Atlántico trabajan por el medioambiente.
Basándose en estudios científicos, entidades de orden mundial han divulgado un mensaje de manera reiterada durante las últimas décadas: la Tierra se enfrenta a una emergencia ambiental, reflejo del uso desmedido de los recursos naturales. Este panorama es descrito por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una “triple amenaza”, integrada por el calentamiento global, pérdida del hábitat para algunas especies –y su consecuente riesgo de extinción– y la contaminación, que “continúa envenenando nuestro aire, tierra y agua”.
Revertir este efecto negativo de las acciones del ser humano, de acuerdo con las Naciones Unidas, es un proceso complejo –pero necesario– que implica transformar economías, hábitos y sociedades, en aras de hacerlas “más justas y respetuosas con la naturaleza”. En algunos territorios, como en el departamento del Atlántico, además de las iniciativas institucionales, este objetivo se ha empezado a desarrollar a partir de acciones individuales en determinados entornos.
Entre las iniciativas de mayor impacto que se han gestado en esta zona de la región Caribe se destaca la restauración de bosques de mangles, considerados como pieza clave en la mitigación de los efectos del cambio climático al ser capaces de absorber y almacenar CO2 en sus raíces. A esta misión, se sumó Samuel Cáceres, quien –luego de graduarse como biólogo ambiental en el 2013– regresó a Puerto Colombia con la decisión de “valorar mucho más” los recursos naturales de su territorio.
“Empecé a desarrollar mi relación con el mar y los manglares. Junto a mis hermanos, que son biólogos marinos, soñábamos con un instituto de investigación que pudiera generar procesos en beneficio para la naturaleza”. Relató que ese fue el punto de partida para materializar la fundación Batis –concebida como un centro de investigación en ciencias naturales, sociedad y cultura– que, entre sus ramas de exploración, impulsa el turismo de conservación.
“Queremos que la gente también participe en el proceso de restauración de manglares. Con el turismo de conservación, personas de cualquier lugar del mundo pueden venir a sembrar un mangle y dejar el legado a la humanidad”, detalló Cáceres.
Queremos que la gente también participe en el proceso de restauración de manglares. Con el turismo de conservación, personas de cualquier lugar del mundo pueden venir a sembrar un mangle y dejar el legado a la humanidad
Sobre esto, explicó que durante los últimos siete años, a partir de la iniciativa, se han sembrado cerca de 200 mil individuos de mangles en el departamento, con el propósito de incrementar la cantidad de bosques de este tipo en el Atlántico que, según estudios realizados en el 2020 por la Universidad Simón Bolívar de Barranquilla y la Escuela Naval de Suboficiales (ARC), “solo han sobrevivido 613 hectáreas, de las cerca de 7.000 que, hace 208 años, cubrían parte del departamento”.
Además de la restauración de manglares, Cáceres explicó que a través de un grupo interdisciplinario –integrado por sus amigos– se desarrollan “otras dimensiones de exploración” con diferentes temáticas, como la conservación de especies focales, reconexión con la naturaleza, experiencias ecoturísticas y seguridad alimentaria.
La contaminación por plástico es otro de los problemas que impactan en mayor medida al medioambiente debido a que, conforme a datos de la ONU, se considera un elemento “omnipresente” de difícil degradación, que pasó de dos millones de toneladas en 1950 a 348 millones en 2017. Ante este panorama, la reutilización y uso sostenible de este material se empieza a posicionar como una iniciativa viable, a la cual Yadira González Sandoval también se sumó.
La mujer, quien reside en el barrio Siape, ubicado en la localidad Riomar de Barranquilla, desde hace más de dos años emprendió formalmente un pasatiempo “ecológico” que, además de ser una actividad de entretenimiento, genera efectos positivos para el medio ambiente y el bienestar ecológico de su entorno. “Siempre me he caracterizado por mi creatividad y, desde que inició la pandemia, quise aprovechar el tiempo libre reciclando recipientes de plástico y haciendo manualidades con ellos. Me fascina la naturaleza, entonces empecé a ver videos en YouTube sobre cómo hacer figuras de animales a partir del plástico”, relató.
Desde su terraza –decorada con macetas y floreros de plástico reutilizado– González Sandoval narró que su iniciativa ha empezado a trascender entre su familia y la comunidad, asegurando que cada vez son más quienes se unen a la labor.
“Los domingos mi esposo me ayuda a crear nuevos elementos decorativos y un vecino me ayuda con herramientas que yo no tengo. Eso ha motivado a la gente de la cuadra a reciclar y han empezado a decorar sus espacios con estas manualidades. Es bueno porque así más personas se dan cuenta que no toda la basura es basura. Hay cosas que se pueden aprovechar”, ratificó.
Es bueno porque así más personas se dan cuenta que no toda la basura es basura. Hay cosas que se pueden aprovechar
En los ecosistemas marinos, según la ONU, el plástico representa al menos el 85 % del total de los desperdicios, considerándose una fracción “grande y dañina”. Por ende, en Puerto Colombia, César Rondón, campeón nacional de surf, decidió –junto a un grupo de amigos– iniciar la difusión de un mensaje basado en el turismo amigable con el mar. “Notamos que las playas estaban llenas de plástico y demás desechos. Algunos turistas vienen, ensucian y dejan los residuos. Entonces, desde la escuela ‘Malecón surf spot’ iniciamos las jornadas de limpieza de playas”, expresó.
A partir de ahí, de acuerdo con Rondón, el proceso de reciclaje de plástico en las playas de Puerto se ha convertido en una práctica “que no tiene límite de edad” y –a través de la pasión por el surf– pretende integrar a más personas en la iniciativa. “La basura que recogemos, una organización local la procesa y la convierte en elementos como arcos de fútbol y demás. La idea es enseñar a las personas a darles otro uso a los desechos”, sostuvo.
La idea es enseñar a las personas a darles otro uso a los desechos
Hace 15 años, Liz Ospino Palomino eligió crear conciencia ambiental a través de la música, convencida de que esta sería la herramienta para conectar con todas las personas en torno a una sola causa: cuidar el medio ambiente. A la iniciativa se unió su hermano y unos amigos, conformando el grupo musical ‘Guardianes Planetarios’.
“Hacemos música, juegos y actividades pedagógicas para educar a niños, jóvenes y adultos respecto a la importancia de cuidar los ecosistemas”, explicó ‘Miss Liss’, agregando que desde Barranquilla han logrado “llevar el mensaje” a eventos nacionales e internacionales a través de conciertos de sensibilización y promoción de la cultura ambiental.
Hacemos música, juegos y actividades pedagógicas para educar a niños, jóvenes y adultos respecto a la importancia de cuidar los ecosistemas
En cuanto a la puesta en escena, la vocalista de ‘Guardianes Planetarios’ expuso que es una presentación inspirada en el bosque seco tropical, donde los miembros de la banda lucen máscaras alusivas a distintas especies y entonan canciones con letras de impacto que invitan al público a notar “que el aire ya está moribundo y que a algunas especies les quedan segundos”.