El Heraldo
Barranquilla

Los recuperados son señal de gran esperanza en el Atlántico

EL HERALDO conoció cómo vivieron estas personas su estancia en estos lugares dispuestos por la Gobernación del Atlántico.

Para contener la propagación del coronavirus, la Gobernación del Atlántico acondicionó varios lugares de aislamiento preventivo para albergar –exclusivamente– a pacientes con síntomas leves de la COVID-19.

Uno de esos albergues que se encuentra funcionando en las instalaciones de un centro recreacional, a donde ya han sido remitidas varias personas provenientes de distintos municipios del departamento, quienes han sido atendidos por el personal dispuesto en estos lugares.

El albergue cuenta con todas las medidas sanitarias, con personal médico y profesionales de la salud mental para brindar acompañamiento a los pacientes que allí se hospeden. Estos galenos no tienen contacto directo con los pacientes a menos que sea necesario.

La comunicación es vía telefónica de día y de noche para monitorear el estado de salud de las personas. Adicionalmente, los pacientes cuentan con alimentación de manera gratuita, una estrategia brindada por la Gobernación con el apoyo de entidades como las cajas de compensación, las cadenas hoteleras, la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap) y la Policía Nacional, entre otras.

“El albergue fue un instrumento para mi recuperación”: Adalis Hernández
Adalis Hernández durante su estadía en el albergue temporal.

Una “sobreviviente” de la COVID-19, así llaman a Adalis Hernández, una mujer que luchó durante tres meses con los peores síntomas de esta enfermedad que tiene al mundo en vilo, y pasó dos de esos meses recuperándose en un albergue temporal dispuesto por la Gobernación.

La mujer de 33 años, madre soltera de una menor de 12 años y residente en el municipio de Baranoa, desde finales del mes de marzo tuvo que lidiar no solo con la sintomatología del coronavirus, sino que además tuvo una fuerte neumonía y una bacteria tanto en su sangre como en sus pulmones que complicaron su estado de salud.

Durante un mes estuvo en el proceso de atención en varias clínicas de la ciudad. Primeramente estuvo en La Misericordia, en donde le detectaron las enfermedades y debido a su complicación duró varios días en la unidad de cuidados intensivos con oxígeno, pero logró evolucionar y fue enviada a casa gracias al médico internista que la trató.

Días después tuvo varias recaídas y pasó por las clínicas Reina Catalina, Campbell, Portoazul y finalmente regresó a La Misericordia, en donde ya logra estabilizarse y de ahí es enviada al albergue temporal, ya que en su vivienda estaría sola y además los vecinos habían protagonizado actos de rechazo en contra de la mujer.

Adalis expresó que el albergue fue un “instrumento” para su recuperación porque allí estuvo muy bien atendida y contó con el apoyo de todos los médicos, enfermeras y el personal que está a cargo del lugar.

“El albergue fue un lugar que para mí fue un instrumento de Dios para recuperarme, influyó muchísimo. Me brindaron muy buena atención, asistencia médica, psicológica, kit de aseo, comidas, meriendas, vista al mar. Me siento muy agradecida con todos”, dijo Adalis.

Expresó que los casi dos meses que duró en el albergue fueron de gran ayuda y que a pesar de que tuvo momentos de tristeza por estar sola y no poder ver a su familia, más que a través de un aparato electrónico, contó con el apoyo del personal del lugar.

Desde hace 20 días se encuentra en su vivienda recuperada de la COVID-19 y de las otras enfermedades que padecía, contando con la ayuda de su familia a la distancia y de las personas que “se han puesto la mano en el corazón” y le han brindado apoyo para mantenerse ante la falta de trabajo.

Una experiencia de “tranquilidad y paz” para la familia Blanco Gúzman

Para Gleisy Blanco y su familia, la estadía en el albergue fue una experiencia que contribuyó a sus vidas, pues tuvieron un tiempo de tranquilidad y paz mental que los ayudó a superar la muerte de un familiar, según comentó la joven.

Blanco, de 21 años de edad, relató que días antes de que se enteraran del contagio masivo, su abuela falleció por causas distintas al coronavirus y se encontraban tristes y estresados por la pérdida de su ser querido, además de otras situaciones.

Ocho de los integrantes de la familia, incluyendo a Gleisy, que residen en dos viviendas vecinas en Sabanagrande, fueron contagiados a través de un tío que contrajo el virus en su trabajo y lastimosamente transmitió la enfermedad al resto.

Pensando en su salud y en la de los vecinos, quienes mostraron rechazo, la familia accedió a la opción brindada por la Alcaldía de recuperarse en el albergue. “Por medio del alcalde y la Secretaría de Salud de acá nos dieron la opción y accedimos a ir porque cuando se enteraron de que teníamos COVID-19, nos levantaron la casa a piedra. Nos fuimos para no afectar a más nadie y estar más tranquilos”, explicó.

Durante su estadía se alojaron en las cabañas en grupos. La joven junto a su progenitora y su hermana se ubicaron en una, mientras que sus dos tíos, dos primos, abuelo y bisabuela fueron distribuidos en otras cabañas. Contaron con la atención del personal que les brindó la atención médica necesaria, acompañamiento permanente y  con todo lo necesario para pasar días tranquilos y agradables.

“Fue un tiempo de tranquilidad, pudimos pensar muchas cosas de nuestra vida, en lo que estábamos fallando y en lo que no. La atención fue muy buena, estaban pendientes de nuestro estado de salud tanto físico como mental, muy agradecidos”, expresó.

Siete de ocho integrantes de una familia fueron atendidos

Siete integrantes de una familia de Sabanagrande tuvieron que aislarse en el albergue temporal para proteger  a la única familiar que no resultó contagiada por la COVID-19.

Jeimy Gutiérrez, de 35 años de edad, contó que el primer contagiado fue su esposo, quien se encontraba laborando en Soledad. Cuando este sintió los síntomas fue necesario trasladarlo a Barranquilla, en donde le realizaron la prueba e internaron debido al resultado positivo.

Ante lo sucedido, tanto a Jeimy como a sus tres hijos, un sobrino y su padre les practicaron la prueba y dieron positivo, por lo que la Secretaría de Salud departamental, que les realizó el estudio, les sugirió que se alojaran en el albergue, ya que solo la progenitora de la mujer no había sido contagiada.

“Vivimos 8 personas y salimos 7 personas contagiadas, menos mi mamá, ella se tenía que quedar y el resto irnos para evitar que se contagiara también”, dijo Jeimy.

La mujer relató que durante la estancia, fue aislada con dos de sus hijos, mientras que su esposo estuvo con la mayor de los tres hijos, así como su padre junto a su sobrino estuvieron en otra cabaña. Así mismo dijo que los síntomas que tuvieron fueron leves: algunos días amanecían bien, mientras que otros les daba fiebre, dolor de cabeza, pero contaban con la atención médica.

“Para saber cómo estábamos nos llamaban por celular, no entraban allá. Las comidas nos las dejaban en la puerta, nos tocaban para recibirlas y así mismo con los medicamentos, la atención siempre fue la mejor”.

De los 7 familiares, quienes más tuvieron que pasar tiempo en el albergue fueron Jeimy y sus dos hijos, quienes duraron 45 días mientras superaban la enfermedad, el resto solo pasaron entre 20 y 30 días siendo atendidos por el personal del lugar.

“Lo importante es que pudimos recuperarnos y proteger a mi mamá, gracias a este lugar que nos atendió y mantuvo siempre en las mejores condiciones”, culminó Jeimy.

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