Barranquilla

El dulce encanto de las cocineras tradicionales de la ciudad

La Semana Santa en Barranquilla tiene su feria del dulce afrocaribeño hasta el 9 de abril. La microempresa de la fundación Angela Davis es una de las proveedoras con más demanda. Cinco mujeres son el horno y fuego de las preparaciones. 

A las 10 de la mañana, a pocos días de haber iniciado la Semana Santa, la puerta de barrotes de hierro de la vivienda donde está instalada la microempresa de preparación de dulces tradicionales que dirige Viviana Ramírez Pérez recibe a una decena de personas.

Dulces de la microempresa Dulafros. Orlando Amador

- Tómale la foto al pote de $20.000 y de $15.000.

–¿Cuál sabor?

–Ese que ves. El que es blanco, no morenito.

–Amigo, el que hay es el blanco, y de coco no hay.

Motociclistas, hombres y mujeres se asoman y preguntan por las 12 variedades de preparaciones almibaradas. Los precios son para mayoristas: desde un 1 kilo y medio a 50 kilos despacha y entrega en recipientes plásticos Viviana Ramírez y su asistente, un exbasquetbolista aficionado que dice a uno de los clientes: “Amigo, envíe a buscar el dulce a alguien más tarde”.

Patricia Silgado llegó desde el municipio de Soledad vestida con un suéter y una pantaloneta larga. Sus talones agrietados y fisurados, como los pies de quien zapatea calles, descansan sobre unas chancletas grises.

“Mi hija compraba los dulces a un señor en Los Almendros, pero él nos recomendó que llegáramos aquí”, dijo a Viviana, quien atiende en la sala de la casa alquilada por un millón de pesos. Es el lobby de la pequeña microempresa Dulafros.

Fundada en 2009 y bajó la sombrilla de la Fundación Angela Davis, este micronegocio de preparación de dulces tiene afiliadas a unas cincuenta mujeres afrocolombianas y del barrio Nueva Colombia, en el noroccidente de Barranquilla. Los clientes siguen apareciendo delante de la puerta de barrotes de hierro en la carrera 21 con calle 67, en los límites con el barrio El Valle.

Los colegios e instituciones educativas oficiales del Distrito aprovechan los días previos al comienzo de la Semana Santa para celebrar eventos en los que se venden pequeñas porciones de dulces blandos. El resto del año, las mujeres cocineras los dedican para ofrecer con su ponchera en la cabeza o en un punto los dulces duros como cocadas, alegrías y enyucados.

Patricia perdió los nervios. Lo admitió con varios billetes de cinco mil y de diez mil pesos en la mano cuando Viviana le preguntó qué otros dulces quería llevar y si había sacado la cuenta: “Esta mujer me tiene nerviosa. Me imagino con su marido”.

Aurelia Cáceres pelando mangos. Orlando Amador

Viviana mantenía su semblante serio sin regalar una sonrisa y mantuvo su venta abierta:

–Hay dulce de coco con piña, papaya con piña y el mongo mongo.

–No. Ese no se vendió mucho.

–El  mongo mongo sí se vende en estos días porque es afrodisiaco. Y el de yuca está sabroso.

–Deme uno de yuca. Ese tiene que marcarlo.

Otra clienta, una mujer afro, que esperaba de pie, con una tapa azul de un recipiente de plástico, cayó en la tentación del dulce de leche evaporada. Los grumos y espesura de este dulce le llevaron a pasar el dedo índice izquierdo por el borde, mientras Viviana por par de segundos le quitó la vista, aunque observó cuando la cliente llevó el dedo a la boca.

–No me le meta el deo (sic), me hace el favor.

–Como le voy a meté el deo (sic) si está caliente. 

Viviana Ramírez vendiendo los dulcesa Patricia Salguedo. Orlando Amador

El de leche cortada es el más apetecido.

“Yo a la leche cortada le saco plata. Un dulce de dos kilos de peso cuesta 90 mil pesos. Nadie se imagina cómo se le puede sacar a cada vasito que se vende“, dice Viviana. 

La temporada para Dulafros comienza con el ahorro de recursos propios por las ventas de las asociadas a la fundación.

“Vamos juntando el dinero de las ventas para cuando llegue la temporada fuerte, se tiene el capital, pero después, de lo mismo que se va vendiendo, se va comprando”, precisa Viviana .

La inversión del capital puede ascender a $20 millones: “Es lo que mejor logramos antes de la pandemia, después todo se encareció. Hoy buscamos que por lo menos del capital quede algo como para comer, que queden unos $5 millones o $6 millones. El esfuerzo es bastante, pero la ganancia es poca”

Seis mujeres están en el patio  de la microempresa pelando mango, vaciando leche entera, rayando coco, reposando en el agua hervida en distintas ollas, ñame, yuca y papa, licuando guandules hervidos, moviendo con los palotes de madera el líquido acuoso que hierven seis calderos sobre seis fogones.

La producción está en manos de Luz Marina Mena, Cristina Salgado, Noeli Cáceres, Malenis Márquez, Juana Cassiani y Aurelia Cáceres.

Estas mujeres de brazos fuertes, de risa fácil, dicen que sus preparaciones no tienen secretos, pero Cristina Salgado dice que solo es amor y darle el punto en grandes cantidades.

En la Feria Itinerante del Dulce –que se extenderá hasta el 9 de abril y que impulsa la Secretaría de Gobierno del Distrito en seis centros comerciales y el Malecón, sector manglares– cada cucharada tendrá el sabor de estas mujeres.

Los espacios de la feria del dulce

Buenavista, Mall Plaza, Plaza del Parque, Viva, Los Ángeles, Florida y Parque Alegra son algunos de los puntos en los que se habilitaron los estands de la Feria Itinerante del Dulce. En ellos, mujeres afro ponen –a disposición del público– sus emprendimientos en medio de la Semana Mayor.

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