No es un silencio sepulcral. Tampoco es un desierto, pero no es igual. En la esquina de la calle 76 con carrera 54, sector en el que los motores y bocinas de los vehículos son el despertador de los moradores, se siente el aislamiento preventivo ordenado por el Gobierno Nacional. Es una zona más comercial que residencial y normalmente su tráfico es constante y hay bullicio. Suele ser un corredor de personas que van a su oficina, que esperan buses, que buscan un almacén, un banco, un centro médico, una droguería, que hacen todo tipo de vueltas. Existen espacios para diversos ámbitos alrededor de ese punto.
Sin embargo, este miércoles, primer día del confinamiento ordenado por el presidente Iván Duque para tratar de reducir y contener la propagación del coronavirus, la enfermedad maldita que tiene paralizado y en drama al mundo, todo es diferente. Como casi nunca, a menos de que sea festivo, el canto de los pájaros se antepone al de los pocos vehículos que transitan por el lugar.
En el World Trade Center, edificio oficinas que acoge desde tempranas horas un buen número de empleados, solo se mueven las pequeñas palmeras que adornan su plazoleta.
Pasan buses urbanos, de Transmetro, motos, taxis y carros particulares, muchos de ellos con personal médico a bordo.
En los automotores de transporte público hay escasa gente y pareciera que cada uno trata de sentarse lejos del otro. Y por lo general, sobre todo los que acaban de montarse, se rocían alcohol o antibacterial en las manos luego de acomodarse.