La lucha de Suan por tener el virus lejos de su casa
Según la Gobernación del Atlántico, este municipio es uno de los ejemplos a seguir en materia de autocuidado.
Por más complejo, doloroso, y radical que parezca, una anciana de 92 años tiene prohibido cualquier tipo de contacto social en estos tiempos. Está ‘presa’ en su hogar.
‘Enjaulada’ en un inmueble verde biche y de rejas negras que en todo su frente cuenta con un pequeño, pero certero letrero: No se aceptan visitas. Ni siquiera alguno de los ocho hijos de la señora comparte a su lado en el inmueble. No se permite el ingreso de un familiar lejano.
Están prohibidas las charlas de cerca con el amigo de toda la vida. El vecino tiene que atragantarse cualquier intento de echarle el último cuento del pueblo. Palabras más, palabras menos, aléjese todo lo que pueda. Por el bien de ella, el de usted y de sus cercanos.

La estricta situación le incomoda y le toca fibras a todos, menos a la que muchos consideran como afectada, Dulcinada Polo De Paz, una vetusta mujer que, a pesar de no contar con la movilidad de sus piernas desde hace 20 años por los males de la artritis, y de vivir un 2021 sin saber lo que es volver a tener grandes interacciones fuera de su hogar, se siente entera, lúcida y feliz en medio de su aislamiento.
Un encierro voluntario que se dio con el objetivo de que la querida y bonachona señora se mantuviera lejos de cualquier persona que la pudiera contagiar, un ejemplo más del compromiso que han tenido los habitantes del municipio de Suan para tener el virus a raya.
Dulcinada es de esas mujeres entregadas a la religión. Su fe no tiene grietas más allá de cualquier adverso momento y –como su fuerza interior es alimentada por su Dios–confía plenamente en siempre salir victoriosa de cualquier situación, como la actual, donde un horror llamado coronavirus sigue haciendo de las suyas.
La covid no le da miedo. Pero por si acaso, por si las moscas, por si alguna ‘encomienda’ celestial se tarda en llegar, decidió también ‘entregarse’ a las ‘protecciones’ de este mundo y no dudó en aceptar las dos dosis de uno de los biológicos con los que la Gobernación del Atlántico se encuentra inmunizando a la población.
“Mi protección viene de arriba, de Dios. Yo nunca he dudado de nada, ni he perdido la felicidad. Me siento muy bien y contenta porque lo tengo todo, pero obvio acepté las vacunas porque uno debe hacer caso a las autoridades y evitar riesgos. El llamado es a que la gente se siga cuidando, sobre todo los jóvenes que andan mucho en la calle”, dijo la mujer.
La felicidad de la anciana es compartida por todos los adultos mayores de Suan, uno de los municipios del cono sur del departamento que mejores números en materia de vacunación reporta.
Según cifras entregadas por la Gobernación del Atlántico, el municipio fue de los primeros en lograr la inmunización del 100 % de la población mayor de 75 años (325 personas), un logro que ha generado esperanza y optimismo en su gente luego de la seguidilla de fallecimientos a causa del virus.
Por otro lado, Suan también registra buenos indicadores en el grupo poblacional de 70 a 74 años, del cual ya fue vacunada el 100% de esta población.
“Lo que hay es que seguir cuidándonos. Yo me contagié porque una vez llegó una muchacha a mi casa con una tos y hasta mis hijos se contagiaron, pero menos mal yo no tuve muchos síntomas. Ahora tengo esta protección y quiero seguir viviendo”, dice.
Añade Dulcinada: “me siento parada en la raya (risas). Lo único que no me gusta de esto es que quisiera volver a trabajar. Me gustan los negocios y esas cosas”.

A pesar de los excelentes números en materia de vacunación, los adultos mayores de Suan no cantan victoria. Saben que a pesar de las buenas nuevas aún no es hora de sacar el carro de bomberos, de volver a la normalidad de antes, de no tomar precauciones y quitarse el tapaboca.
La pandemia ha apagado la vida de 22 personas de este municipio, a corte del 30 de abril del año en curso, una cifra que en un territorio tan pequeño (10.000 habitantes aproximadamente, según las autoridades) ha hecho mucha mella en el ánimo de quienes residen en él. Debido a lo anterior, consideran que ahora los cuidados deben ser mucho mayores.
“Ahora lo que tiene que pasar es que las familias que piensan que la vacuna es mala cambien de opinión. La gente así es muy ignorante. Yo ahora me siento mucho más confiado y eso que aún no tengo la segunda dosis, que es la que me falta para estar más seguro. Las muertes aquí le generaron a uno mucho estrés”, dice Joaquín Narváez.
Asegura también que “menos mal que la juventud, que ha estado indisciplinada, está tomando consciencia de lo que está pasando y se está cuidando más. Esto ha mejorado porque antes la gente tomaba mucho y la cosa, pero ahora uno sale en la noche y no hay gente en la calle”.
Las afirmaciones de buen comportamiento en las últimas semanas han sido destacadas por las autoridades.
Según la Policía, el municipio es un ejemplo de disciplina en el departamento, ya que es uno de los territorios donde menos comparendos se han impuesto, un reporte que en el mes anterior reflejó tendencia a la baja con el pasar de las semanas.
“En la semana del 9 al 11 de abril se impusieron 14 comparendos. En la semana del 16 al 18 de abril, 9 comparendos, y en la semana del 23 al 25 de abril, 6 comparendos. Es decir, Suan es el municipio donde menos comparendos se han impuesto”, informaron las autoridades.

El compromiso de Dulcinada, quien ha pasado sus días con la compañía de un perro criollo con aires de labrador y una mujer que vela por ella en todas las facetas, es replicado por otros habitantes de Suan.
Quizás no de la estricta manera de aislarse de los demás, pero sí con el cumplimiento de los protocolos de bioseguridad: uso de tapabocas y distanciamiento social, un respeto a las normas actuales que se puede comprobar en un vistazo por la mayoría de las esquinas del pueblo.
Además, al diálogo diario se han agregado temas más profundos. Los habitantes de este municipio constantemente hablan de los efectos inmunizadores de las vacunas y lo positivo que significa para ellos, pero también advierten que el suministro de los biológicos debe ser acompañado con el autocuidado.
“Es muy bueno lo que está pasando aquí, pero hay que aclarar que hay que seguir cuidándonos. Las vacunas aumentan las defensas, pero eso no significa que a las personas no les va a dar el virus. Aquí muchos nos estamos cuidando porque los jóvenes han perdido la vida y eso duele mucho. La gente aquí ha tomado mucha conciencia en la pandemia. Uno sale aquí y hoy en día no vemos aglomeraciones”, explicó Yadiris Gutiérrez Ruiz, de 60 años.
Gutiérrez, quien es dueña de una tienda en Suan, considera que la mejor manera de tomar consciencia es pensar en que de no cuidarse un ser querido podría ser contagiado y pasarla verdaderamente mal.
“Mi hijo desde chiquito lo regañaba mucho y ahora que está grande y puede hacer lo que quiera también lo hago (risas). Hay que cuidarnos todos”, agregó la mujer mientras recibía un beso en la frente de uno de sus retoños.

Jorge Miguel Hernández Silva no quiere tomar riesgos innecesarios a sus 78 años de edad. Quiere seguir compartiendo su tiempo de calidad con su esposa y, para eso, tiene claro que el coronavirus debe estar lo más lejos posible.
Ya se vacunó y su pareja sentimental está próxima a ser inmunizada, pero no se confía de nada y solo espera que la gente siga asumiendo con cabeza fría la nueva realidad que afronta el mundo.
“Doy gracias porque el Gobierno me ha dado más años de vida con la vacuna, pero lo importante ahora es que sigamos así. Que los jóvenes de Suan sigan con el respeto que han tenido. Eso es lo que todos queremos para salir de esto”, concluyó el hombre.