En el área metropolitana de Barranquilla se adelanta un frente común para combatir el Aedes aegypti. Las alarmas se han encendido, pues se han registrado 2.000 casos de zika, de los cuales 1.500 son de personas residentes en la ciudad. Se estima que casi 300 corresponden a mujeres en estado de gestación. Mujeres que seguramente están aterradas por las posibles consecuencias que se generan en el bebé en formación. Se ha determinado la relación entre zika y microcefalia en los neonatos. El Ministerio de Salud de Brasil fue el primero en lanzar la alerta sobre las afectaciones al feto. Antes tardaban meses en encontrar un caso de microcefalia, y de repente empezaron a llegar a diario bebés con los cráneos reducidos como trampas mortales que no les permiten el crecimiento normal de su cerebro.

Además, se conocen unos 29 casos de personas enfermas con zika que se han complicado, presentando Guillain-Barré, una enfermedad autoinmune que produce una peligrosísima parálisis progresiva que vuelve el cuerpo en una celda inmóvil, capaz incluso de detener la respiración hasta la muerte.

En la coyuntura del Carnaval, se ha dado la orden de fumigar los lugares donde habrá mayor concentración de gente. En Cartagena las autoridades le han pedido a la comunidad ser cuidadosos con el agua estancada. Cuentan que, en el litoral sur brasileño, en la isla de Florianópolis, escasean los productos repelentes antimosquitos. La gente comienza a desesperarse en una visión apocalíptica de la escasez. El Aedes tiene aterrorizada a toda América Latina. La Organización Mundial de la Salud estima que entre 3 y 4 millones de personas resultarán afectadas por el virus del Zika en 2016, y los expertos intentan determinar si se trata de una emergencia de carácter internacional.

Bogotá enfrenta las temperaturas más altas de toda su historia. Cachacos sin medias caminan por la ciudad buscando sombra. Imágenes de lechos de ríos sin ríos. Está confirmado. La guerra del agua ha comenzado. El calentamiento global dejó de ser una retórica. La imagen del psicótico delirante apostado en una esquina profetizando el fin de los tiempos ahora asusta. No da risa. El fenómeno de El Niño dirá cuándo se detendrá la brisa y llegarán las lluvias en el Caribe colombiano. Para entonces, el calor y la humedad aumentarán, crecerán las cosechas de mango, y quedarán aguas residuales en tejas, hendijas, huecos y caños. La pobreza es pantanosa cuando llega el invierno. Como todos los males, el zika también se ensañará con los pobres. Con la Latinoamérica pobre, acalorada y húmeda. Entonces, para sobrevivir, cuando no hay más esperanza, la resignación parecerá en el camino. Las autoridades de salud tienen un enorme desafío. Las fumigaciones y los planes de prevención deben aterrizar en lo que somos, en lo devastados que ya estamos, y sin duda, la epidemia resulta más aterradora cuando consideramos los paupérrimos sistemas de salud que tenemos.

javierortizcass@yahoo.com