Una mentira dicha mil veces termina convirtiéndose en verdad, decía Joseph Goebbels, padre de la propaganda nazi. Lo explicaba con la inteligente maldad que el mundo le conoció.
Sus 11 principios de propaganda fueron aplicados en Colombia por el Centro Democrático para la jornada del domingo pasado. Esto sería solo una hipótesis que muchos planteábamos antes del plebiscito hasta que ayer lo confirmó una sorpresiva y reveladora entrevista publicada en el tradicional y conservador diario La República con Juan Carlos Vélez, gerente de la Campaña del No.
La vanidad de Vélez, abogado, exsenador y excandidato a la gobernación de Antioquia, salió a relucir en esta batalla de egos en la que Santos, soberbio, se excedió; Uribe aplaudió el resultado de un mecanismo que criticaba; Pastrana sacó pecho de algo que no hizo y Ordóñez se pegó a la reunión para seguir en campaña presidencial.
La frase que cita el diario, puesta en boca de Vélez, es una especie de “confesión de parte” porque, según él, su partido buscaba que “la gente saliera a votar verraca”. Y les funcionó.
Sumado claro, a que la Costa Caribe no pudo votar en el marco de las expectativas y ese argumento fue desestimado desde el principio, porque el que ganó, ganó. ¡Pero de qué forma!
Veamos los principios de Goebbels y su relación con el No:
El primero es el de simplificación del enemigo único. Consiste en individualizar al adversario y ese fue Santos.
El del método de contagio que es reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo: Santos-Farc.
El de la transposición, consistente en responder el ataque con ataque. “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras”, como que las Farc solo paseaban en Cuba.
El de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier cosa en amenaza grave, como el castrochavismo.
El de la vulgarización, que consiste en que toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida: mucha plata para los guerrilleros “y el país en la olla”.
El de orquestación, centrado en que la propaganda debe limitarse a pocas ideas repetidas y presentadas desde diferentes perspectivas pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto: la ideología de género, para que, como dijo Vélez, “la gente saliera a votar verraca”.
El de renovación, por medio del cual se emiten constantemente informaciones nuevas a un gran ritmo. Las respuestas nunca podrán contrarrestar el nivel de las acusaciones: Timochenko presidente.
El de la verosimilitud, que consiste en construir argumentos a partir de fuentes diversas: la supuesta no atención a las víctimas.
El de la silenciación, que acalla los temas sobre los que no se tienen argumentos: la entrega de tierras de propietarios legales a las Farc.
El de transfusión, que se usa a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional, odios y prejuicios tradicionales: la ideología de género.
Y el de la unanimidad que busca convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad: el arrodillamiento del país a las Farc. Hoy nadie cree que lo publicado por La República sea una tergiversación.
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