El Heraldo

La ciudad del amor

Ya empiezan a escucharse sus cantos.

Desde hacía días venían viajando con su ilusión repleta de palabras, y ya era hora de empezar a abrir la valija.

Aunque el encuentro oficial se inicia mañana, hay desespero en el verbo. Por ahí se escuchan rumores simétricos: es el arpa del sentimiento de 40 poetas, que afinan antes de tomarse teatros, plazas y parques.

Sin duda ya están en PoeMaRío, la única parada de esta travesía artística y espiritual, que pronto llenará de versos a la ciudad que desde hace ocho años decidió no volver a vivir sin ellos.

Esta vez, diez poetas locales esperan en la orilla a 19 regionales y nacionales, que vienen a contarles los secretos dulces del Magdalena, el Cauca y el Dique. Y juntos irán al encuentro de otros 11 viajeros de la musicalidad y el ritmo que llegarán por el mar de las Antillas a confirmar que todos somos agua, piedras anchas y viento.

Entonces dirán que de África no solo vino la angustia; también lo hicieron los golpes de corazón de los tambores; que los indígenas aportaron tanta desazón como astucia cuando la madre Luna los guiaba por sus propios parajes; que el blanco sometió, pero que al hacerlo también se encadenó a su destino.

Su misión, hablando de todo, no es mostrar otra realidad de esta patria común, si bien la poesía, como decía Benedetti, es el género de la sinceridad última e irreversible. Su idea, acaso, es contarla de otra manera. De repente, la correcta.

Cuando la ciudad, por ejemplo, se lamentaba por darle la espalda al río y se afanaba por encontrar formas que devolvieran su andar, los poetas llevaban toda una vida mirándose en sus corrientes.

¿Y no tendrá PoeMaRío, ahora, una cita con jóvenes y niños para que den rienda a sus sentimientos en cualquier pared en blanco? ¿No buscará en las cárceles a quienes se han declarado libres gracias a la poesía? ¿No abrirá espacio a los jóvenes pandilleros para que hagan sus levantamientos sociales a través de la prosa? ¿No dejará que los libreros, los marinos que hacen correr estas letras, monten su propio puerto en la plaza de La Paz como otrora lo tuvieron los libros que vencían las restricciones de los imperios que le temían?

En eso consiste, entonces, su vitalidad. El poema nos hace saber que la estética es una forma válida de comprender el mundo, en tanto media entre las sensaciones y la esencia, cualesquiera sean las texturas que lo ocupen.

Y como, además, la del poeta no es una relación en solitario de quien forja las palabras con paciencia de orfebre, el sentido de la poseía está en quien se deja y en quien busca y en quien encuentra.

Eso es lo que va a pasar con Barranquilla en estos cinco días.

Mientras PoeMaRío seguirá inscribiendo a la ciudad en el circuito de los grandes eventos literarios del Gran Caribe, sus habitantes viviremos unos espacios que saben y huelen a verdad, para insistir en una procura tan fundamental como inspiradora: ser mejores personas.

Pues, Platón asumía que al contacto del amor, todo el mundo se vuelve poeta. Yo creo, por lo que he visto, que al contacto del poema, nuestro riesgo es volvernos amor.

amartinez@uninorte.edu.co
@AlbertoMtinezM

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