Es bien sabido que el FC Barcelona es “més que un club”. El actual campeón de liga y copa de España y de la Liga de Campeones de Europa es toda una institución en Cataluña, su “ejército sin armas”. Nunca ha sido ajeno a la política, pero tampoco nunca ha estado tan metido en la causa independentista como en los últimos años. Los cuatro candidatos a las elecciones para la presidencia del club del sábado pasado se comprometieron con el apoyo a las pretensiones de una buena parte de la sociedad catalana con el llamado ‘derecho a decidir’ sobre el futuro del país. Ganó el actual presidente Josep María Bartomeu con el 55% de los votos de los socios de la entidad.
Un resultado así de contundente es el que sueñan el presidente de Cataluña, Artur Mas, y otros dirigentes del nacionalismo catalán. El 27 de septiembre se celebran elecciones al parlamento catalán y los soberanistas han declarado que se trata de una especie de referéndum sobre la independencia. En noviembre pasado, varias organizaciones independentistas organizaron una consulta popular sobre la eventual separación del resto de España, pero el Tribunal Constitucional lo declaró ilegal. La idea ahora es que una victoria en la urnas de las fuerzas pro-independencia el 27-S daría legitimidad democrática a la puesta en marcha de un proceso de emancipación. Con este prepósito, los nacionalistas concurren con una lista única, en la que se juntan conservadores como Mas, fuerzas de izquierda como ERC y organizaciones civiles. Pese a las grandes diferencias ideológicas, a todos les une simplemente el deseo de ver nacer una nación independiente.
En la lista hay más representantes de la sociedad civil que políticos profesionales. Pero Artur Mas ocupa el cuarto lugar, y si ganara la lista, se colocaría otra vez como presidente. La candidatura la encabeza Raül Romeva, un ex eurodiputado de izquierda, y el simbólico último lugar de 135 nombres lo ocupa Pep Guardiola, un mito del FC Barcelona, que actualmente entrena el Bayern de Múnich alemán.
El gobierno de España no se cansa de repetir que una separación unilateral de Cataluña no cabe en el marco constitucional, ni siquiera el derecho a decidir. Algunas voces no descartan una suspensión de la autonomía catalana si los vencedores de los comicios siguen adelante y declaran la independencia. A estas alturas, la situación, que viene de lejos, está más enconada que nunca. Solo si los nacionalistas son derrotados en las urnas se antoja un descanso –breve o no– en las tensiones soberanistas. Pero si la lista de Mas gana, se abriría un horizonte totalmente desconocido para la España moderna. La cuestión catalana, sin duda, ocupará un lugar importante en la agenda de las elecciones generales en España que deben celebrarse antes de fin de año. Le tocará al nuevo Gobierno al menos dar una respuesta a las ansias de muchos catalanes, que desean mayor decisión sobre su dinero y su destino.
@thiloschafer