A comienzos de esta semana, dentro de la programación de la Cátedra Europa, organizada por la Universidad del Norte, se llevó a cabo un interesante ciclo de conferencias sobre las ciudades inteligentes. Expertos europeos y colombianos debatieron sobre algunos aspectos que permiten que una ciudad aproveche de la mejor manera los avances tecnológicos para fomentar proyectos sostenibles y facilitar la toma de decisiones, tanto desde el nivel de la administración como por parte de los ciudadanos. En el encuentro, se hizo especial énfasis en la importancia de la movilidad urbana como factor preponderante en la determinación de la calidad de vida de las personas, y nos permitió darnos cuenta, una vez más, de lo lejos que estamos de ofrecer opciones de transporte prácticas, seguras, limpias y confiables para Barranquilla.

Uno de los conceptos que más llamó la atención fue el de leapfrogging, un término que se puede definir como la opción de evitar ciertas tecnologías que ya están atrasadas para permitir la implementación de soluciones más eficientes. Algo así pasó en varios países africanos: cuando estaban lejos de terminar sus redes de telefonía alámbrica, todo se detuvo para pasar directamente a la telefonía celular, literalmente se ‘saltaron’ una fase tecnológica. Es muy posible que en nuestra ciudad, y en realidad en casi todas las ciudades colombianas, debamos pensar en introducir sistemas limpios e inteligentes para tratar de optimizar la movilidad, incluso antes de llegar a niveles medianamente aceptables de servicio.

En una ciudad inteligente los sistemas de movilidad ofrecen información en tiempo real para todos. Así, lograríamos tener a nuestra disposición todas las opciones posibles para desplazarnos de un lugar a otro, y de esta manera aprovechar mejor los recursos, definiendo el modo (o los modos) de transporte que más convengan. Esto parece una fábula en nuestro contexto, donde muchas veces no se sabe cuándo ni por dónde pasará un bus, ni si una determinada calle está cerrada por alguna protesta o por obras.

Pero aún dentro de nuestra agobiante realidad, cercada por la anarquía en el transporte y en la planeación, las tecnologías inteligentes podrían ayudarnos a movernos bien y a facilitar las mejoras que son necesarias. Quizá debamos pensar con seriedad en utilizar soluciones inéditas, y aunque sea en pruebas piloto, atrevernos a pensar de otra manera. Cuando menos, podríamos poner en evidencia el sinnúmero de fallas con las que nos toca convivir diariamente, y así ejercer presión para que eventualmente sean reparadas.

Para que esto ocurra debe existir un compromiso decidido y constante por parte de nuestras administraciones, y que comprendan que ninguna ciudad puede definirse como competitiva si ofrece las tremendas deficiencias de movilidad que nos aquejan. Ojalá en Barranquilla seamos capaces de acoger con premura las ventajas que nos ofrece la tecnología y demos el salto, de lo contrario muy pronto el rezago va a ser insalvable.

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@Moreno_Slagter