Tímida, recatada, sencilla, agradable, atenta. Así es frente a frente, aunque eso sí, buena conversadora. Nada que ver con la seria, parca y enjundiosa guerrera que en cada combate de judo sale a darlo todo por ella, por su familia y por Colombia, con ese ímpetu luchador que ya le dio la satisfacción de una medalla de bronce en unos Juegos Olímpicos.
Se emociona al hablar de cosas que no sean deporte, porque le gusta que vean la otra faceta de esa mujer guerrera que hizo vibrar al país en los Juegos de Londres 2012, cuando con tesón y amor propio se colgó la presea de bronce en los 72 kilogramos.
Siempre está junto a su mejor amiga y consejera, doña Myriam, su mamá, quien la acompaña a todo lado y escucha atenta la conversación, mostrando el orgullo que le genera su hija Yuri Alvear Orejuela, quien por sus logros fue elegida como la Mujer Deportista del Año Pastas La Muñeca, en ceremonia realizada en Bogotá.
Esta vallecaucana de 26 años, que añora y se siente orgullosa de su natal Jamundí, que le ha dado con un apoyo irrestricto, es la menor del hogar de Arnuy Alvear y Myriam Orejuela, y el orgullo de su hermano mayor Harvey.
De cuna humilde y con muchas necesidades en su infancia, aprendió de su madre que con sacrificio y mucha fe en Dios, quien todo lo puede, la vida te premia tarde o temprano.
Yuri, atenta y humilde, habló en exclusiva con EL HERALDO de su vida, sus logros y lo que viene, sobre todo de su matrimonio en octubre próximo y de que quiere tener una hija campeona de judo.
¿Cómo se siente con esta distinción?
Es una bendición de Dios. Es cumplir una meta que me había propuesto y es ser grande en el deporte del judo, seguir creciendo como persona y darle muchos triunfos a Colombia, y gracias a Dios, a mi disciplina, a mi dedicación, lo estoy logrando.
¿Quién es Yuri Alvear?, ¿cómo se define?
Yo soy una persona sencilla, muy responsable; de pronto no soy muy amiguera, pero sí me gusta compartir mucho con las personas mayores que yo porque aprendo. Me gusta también leer bastante y ver mucha televisión, pero programas o películas que de verdad le dejen a uno una enseñanza, un mensaje.
¿Qué recuerda de su infancia?
Fue dura, difícil. Nací en un hogar pobre, con deficiencias en la parte económica que en ese momento causó dificultades incluso para la práctica del deporte. Pero debo agradecerle mucho a Dios porque eso me ha permitido ser una luchadora desde pequeña y eso es lo que me da esa actitud ganadora.
¿Esas dificultades cómo la marcaron en su vida?
Debo agradecerle especialmente a mi madre, quien fue quien me inculcó esa fe en Dios, la que me hizo entender que Dios todo lo puede y Él hace todo posible; ella siempre me dijo que en algún momento iba a llegar nuestra hora, cosas buenas; hoy –por fortuna– es así.
¿Cómo fue Yuri en su infancia-adolescencia?
Yo siempre fui juiciosa. Y en el colegio me iba muy bien por eso. Soy disciplinada, dedicada, mi mamá nunca tuvo una queja de mí. Y en la universidad igual, me gradué como profesional en deporte y actividad física en 2009 con promedio alto, sin perder ninguna materia y supe llevar las dos cosas, estudio y deporte. Incluso estudiando, cuando estaba terminando materias, fui a la olimpiada de Beijing, no hubo inconveniente con eso. Obviamente la Escuela Nacional del Deporte, que era donde yo estudiaba, me colaboró muchísimo. Siempre atribuyo a Dios que se me haya dado lo que he necesitado y querido en cada momento preciso, Él todo lo puede.
¿Cuándo nace esa fe tan grande hacia Dios?
Desde que tengo uso de razón mi mamá me inculcó siempre ese amor a Dios. Y desde febrero de este año asisto a una iglesia cristiana, porque sentía la necesidad de aprender más de Dios, de tener más acercamiento con Él. Sabía que era Él quien me podía dar esa tranquilidad, la serenidad, esa fuerza y esa confianza para poder competir.
Usted ha vivido las dos caras de la moneda. ¿Hoy le gusta ayudar a quien lo necesite?
Todos tenemos las herramientas, el talento para hacer grandes cosas. Es solo aprovechar eso. Hay personas que no toman la decisión de arriesgarse, de decir voy a hacer esto, son conformistas. Yo ayudo cuando veo que la gente de verdad quiere salir adelante, que se quiere superar, que se esfuerza y que realmente necesita un empujoncito. No me gusta ayudarles a personas que solo quieren pedir y pedir. No hay imposibles sino incapaces, cuando se quiere se puede y todo se consigue con disciplina y dedicación.
¿Qué hace en sus ratos libres?
Hablo mucho con mi mamá. No tanto con compañeros. Cuando llego de las competencias hablamos, compartimos cosas. No es mucho el tiempo que paso en casa, pero cuando estoy con ellos hablamos bastante.
¿Cómo hace para tener novio, si viaja tanto y más cuando se va a casar?
Es encontrar una persona que te comprenda, que entienda tu situación. Obviamente una persona que ame a Dios. Yo lo tengo, y mi novio y yo compartimos las mismas creencias, los dos amamos a Dios. Además, él sabe que en este momento tengo que aprovechar que soy joven y tengo toda la energía para dar en la parte deportiva y que ya llegará el momento para estar juntos más tiempo. Sí, nos vamos a casar en octubre, pero él quiere seguirme apoyando en este nuevo ciclo hacia Río 2016 y vivir la experiencia de tener un matrimonio. Llevamos dos años y medio juntos, es futbolista, se llama Hans Viveros y juega en el Depor Aguablanca. Él jugaba en un club que se llama Ciclones, allí entrenaba una compañera mía a la que yo llevaba, y él entrenaba allá y como él vivía en Jamundí, pues lo llevaba. Y ahí comenzó todo.
¿Qué se siente cuando se gana una medalla olímpica?, ¿qué se siente subir al podio?
Uyyyyy… mucha alegría, mucho agradecimiento, como que sientes que vuelas, que vives una fantasía. Pero aterrizas y te das cuenta que es una bella realidad donde dices lo he logrado, lo conseguí, dices soy parte de los mejores del mundo, gracias Dios. Eso es difícil y por eso es tan satisfactorio.
Si la vida le diera la oportunidad de estar sentada con Dios frente a frente, ¿qué le preguntaría?, ¿de qué hablaría con Él?
Uyyy… yo le pediría perdón porque muchas veces no hacemos el reconocimiento de lo que Él hizo por nosotros. Y le diría que me permitiera poder ayudar a muchas personas. Yo sé qué es que un niño llegue diciembre y no pueda tener lo que quiere. Quiero poder darles un regalo soñado, no una muñeca, sino una bicicleta, algo que puedan disfrutar al máximo.
¿Qué le falta a Yuri en la vida?
Me falta mucho. Poder conseguir esa medalla de oro en Río 2016, seguir creciendo y colaborar con la sociedad.
¿Si no hubiera sido yudoca, qué hubiera sido?
La verdad… no sé.
Cuando sea madre, si a alguno de sus hijos le da por esto del deporte, ¿habrá apoyo total?
Claro, siempre he dicho que si tengo una hija quiero que sea judoca y me supere. Y siempre tendrán mi apoyo. Si eso quiere, en eso estoy con ellos.
Por Carlos Gracia
Especial para EL HERALDO

