En microeconomía, un oligopolio(del griego oligo=pocos, polio=vendedor) es un mercado dominado por un pequeño número de vendedores o prestadores de servicios(oligopólicos-oligopolistas). Debido a que hay pocos participantes en este tipo de mercado, cada oligopólico está al tanto de las acciones de sus competidores. Dado que las decisiones de cada una de las empresas afectan o causan influencias en las decisiones de las otras, se establece una situación de equilibrio en el grupo de oferentes, con lo que deja de existir competencia de mercado.
El oligopolio supone la existencia de varias empresas en un mercado determinado que ofrecen un mismo producto, pero de tal forma que ninguna de ellas puede imponerse totalmente en el mercado pues esta situación implica la aparición de un monopolio. Hay por ello una aparente lucha entre las mismas para poder llevarse la mayor parte de la cuota del mercado en la que las empresas toman continuamente decisiones estratégicas, teniendo en cuenta las fortalezas y debilidades de la estructura empresarial de cada competidor. Lo trascendental por tanto, en el oligopolio, es la falta de competencia real, lo que afecta a los consumidores(demandantes de bienes o servicios).
Por medio de su posición las empresas oligopólicas ejercen un poder de mercado provocando efectos negativos para los consumidores, entre los que se cuentan: que los precios sean más altos, la producción sea inferior, bajos niveles de calidad, o impidiendo el ingreso de nuevos oferentes.
En síntesis: Como son pocos productores y/u oferentes de servicios y bienes, ellos se ponen de acuerdo para fijar precios, tarifas, o cualquier decisión en favor de los oferentes, y por supuesto, en detrimento del consumidor o usuario.
Así, que un oligopolio actúa, a la larga, como un monopolio.
Para contrarrestar la práctica oligopolista, y en consonancia con el lema del estadista internacional Juan Manuel Santos “El mercado hasta donde sea posible, el Estado hasta donde sea necesario”, la Superintendencia de Industria y Comercio(SIC) tiene dentro de su objeto social vigilar a los oferentes de bienes y servicios, y controlar y sancionar a las empresas y/o industrias, para evitar que, mediante oligopolios, infrinjan la normativa constitucional y legal atinente a la práctica oligopolista. Resguardando así, el derecho de los habitantes en Colombia de beneficiarse de una economía de mercado, bajo el marco de una verdadera y legítima competencia.
Y es, lo que el Buen Gobierno del Presidente Santos, a través de la SIC, la Superintendencia de Industria y Comercio ha, reciente y ejemplarmente, determinado, en el ámbito de la industria de los pañales desechables: sancionar a las oligopólicas Drypers, Tecnoquimicas, Familia, Tecnosur y Kimberly, luego de una investigación exhaustiva desde noviembre de 2013.
De tal manera que, qué bueno que la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia(ANDI) por medio de su presidente, Bruce Mac Master haya rechazado tal práctica oligopólicas(llamada “Cartel de Pañales”). Bruce declaró: ‘que no escatimará esfuerzos para promover en el sector privado las mejores prácticas en el mercado, “Siendo este un tema nuevo e inédito en Colombia, la Asociación evaluará colectivamente su posición frente a estos casos”.’
En fin, como decía el finado líder conservador Laureano Gómez:
¡A la gente hay que creerle!