En el Caribe nos gusta decir que aquí somos un matriarcado, que las mujeres somos las que mandamos –pero en la casa- y que las costeñas estamos muy empoderadas y contentas con que nos morboseen, como para que sea necesario el feminismo. Creo que en algún momento de mi vida yo también lo pensaba. A mi también me dijeron que el feminismo era innecesario pues si yo era femenina, entradora, coqueta, mujer, tendría acceso al poder. Obviamente no me lo dijeron así, pero ese era el subtexto detrás de cada vez que alguien me decía algo como “una mujer tiene que ser estratégica”, “el poder lo tenemos nosotras pero ellos no lo saben”.

El problema es que, si las mujeres tuviéramos poder (y con poder quiero decir oportunidades, dinero, respeto, votos, poder de decisión) no tendríamos que hacer como quien no quiere la cosa o endulzarle el oído a alguien. Si tuviéramos el poder no tendríamos que quedarnos en silencio ni manipular a nadie para conseguir lo que queremos. No tendríamos que vernos siempre de cierta manera para atraer a los hombres, que son quienes tienen el poder (por eso muchas tienen que echar mano de eso de a quien a buen árbol se arrima buena sombra lo cobija). Yo entiendo perfectamente la estrategia, si uno no cuestiona el sistema es casi que la única opción. Pero yo quiero más: yo quiero ser el árbol. Y si alguna vez consideré esta posibilidad es gracias al feminismo.

Porque no basta con sentirnos empoderadas si no tenemos un acceso real al poder. Y esto que aquí llamamos “matriarcado” es en realidad un matriarcado machista, en donde las mujeres son líderes de las familias –pero solo a puerta cerrada– y hacen todo lo que pueden para mantener a los hombres –específicamente a sus hombres– en el poder. Con frecuencia me pregunto qué pasaría si toda esa voluntad, persistencia, valentía, picardía y asertividad de las que se precian las mujeres en el Caribe estuvieran dirigidos a cambiar un sistema que nos estorba a todas en vez de dejarlo así y quedarnos con buscarle la comba al palo, es decir, con los beneficios individuales.

Ayer en el Carnaval de las Artes presentamos, en compañía con la abogada y académica mexicana Estefanía Vela, el proyecto Estereotipas: feminismo pop latinoamericano. En Estereotipas, queremos contribuir a nombrar, explicar y erradicar la discriminación por género, apostándole al feminismo, las tecnologías de la información, el sentido del humor y el pop. Queremos provocar conversaciones que ayuden a cambiar la manera en la que pensamos y vivimos el mundo, generando una comunidad para que las jóvenes feministas se armen de argumentos para acabar con la desigualdad por género, trabajando juntas. Por eso esta columna es una invitación, para que las mujeres del Caribe usen todas sus artes, su voluntad y su fuerza, para ayudar a cambiar el sistema.

@Catalinapordios