“Mi regla es no hacer documentales por moda”: Chaparro
En el marco de la apertura de la franja cultural de Barranquijazz, hoy será el estreno nacional del documental ‘La balada del Brujo’. Serán dos funciones gratuitas a las 2 y 4 p.m. en la Cinemateca del Caribe, sede Country.
Alejandro Chaparro es un documentalista, productor, guionista e investigador. Entre sus trabajos documentales más importantes se encuentran: El pequeño Sergio (2004), Nuevo amanecer (2007), Germinal (2007), Los negritos del ritmo (2009) y La balada del Brujo (2011).
Se ha destacado por abordar temáticas de derechos humanos acerca del conflicto en Colombia y también por su exploración de la música y las costumbres de la región del Pacífico.
Su trabajo ha participado y ha sido reconocido en prestigiosos festivales de cine alrededor del mundo como: Doculab, del Festival de Cine de Guadalajara; Rencontre Cinémas D´Amerique Latine, de Toulouse, Francia; Nuits Documental, Ojos hacia América Latina, Lille Francia; Filmar en America Latina, Festival de Cine Suizo.
Ha trabajado durante varios años junto a la importante documentalista colombiana Marta Rodríguez, con quien ha realizado guiones, producción y codirección.
Hoy, en la Cinemateca del Caribe, Chaparro estrenará a nivel nacional el documental La balada del Brujo, que narra la vida y obra del legendario compositor chocoano Alfonso Córdoba, el Brujo.
El documental hace un recorrido por diferentes retratos de el Brujo meses antes de morir; sobre sus viajes musicales, sus influencias y composiciones como Son cepillao, Negrito contento, El piloto, entre otras, que fueron interpretadas por Guayacán Orquesta.
P ¿Cómo fue la historia de la filmación del documental ‘La balada del Brujo’?
R El proceso de filmación del documental demoró alrededor de 6 años. Por un lado me interesa hacer mi trabajo a profundidad, y por otro, creo que solo el tiempo permite descubrir puntos o sustratos de las personas o contextos que se abordan. Esas grietas de la realidad o de nuestro comportamiento se evidencian a través de la construcción de las relaciones con las personas, que son nuestra historia.
Llegar al Brujo fue algo particular, porque justo en ese momento estaba pensando en que no haría más documental si no hallaba algo que me revelara eso de la realidad que quiero explorar. Mi regla es no hacer documentales por moda o por formato, sino porque son temas que tienen que ver con mi forma de ver el mundo, y me vinculan a ese mundo, independiente de la perspectiva o del tema mismo.
Afiche oficial del documental.
P ¿Cuál fue el contacto que tuvo con el Brujo Córdoba para decidirse a hacer una pieza audiovisual sobre su vida?
R Nos hicimos amigos con el Brujo. Unas semanas después cuando ya teníamos algo de confianza con el Brujo, le pregunté: “¿Qué haces en Bogotá, alejado del Chocó, una zona que me parece más amigable contigo y tu obra musical?” A su edad, pensé, no era para estar exponiéndose al frío y dureza de esta ciudad. Antes de contestar hizo una breve pausa y me miró con ese brillo en los ojos que solo el Brujo podía tener:
“Quiero sacar adelante mi carrera musical” murmuró con su voz grave. Incluso pensé que era algo ingenuo en ese sentido, pero como amigo que me consideraba le dije: “El mercado busca cosas bonitas, tipo Juanes. Tu trabajo es valioso e importante pero será un trabajo duro”. Estaba de pie y se quedó en silencio. Inclinó su cabeza y miró para otro lado, como buscando algo. En realidad estaba escapando a mi pregunta. Entendí que el Brujo solo seguía sus respuestas.
P ¿Cómo se comportó el Brujo durante el periodo de filmación?
R Le dije al Brujo que tenía dos condiciones para hacer el documental. Una, que sería un trabajo de largo aliento, por lo menos unos dos o tres años. Y dos, las cosas más sencillas serán las más importantes.
“No quiero que se disfrace; cuando no quiera que filme, no filmo. Tiene que tenerme paciencia, Brujo, porque en este camino vamos a encontrarnos de mal genio o indispuestos y esto lo tenemos que hacer entre los dos.
Y una última, no soy africanista ni especialista en nada por el estilo, así que puedo hacerle preguntas que para usted son comunes pero para mí desconocidas”, le dije. “Bueno, mi rey… ¿Pero no puede hacerle más rápido?”, me dijo el Brujo. Y me puso dos condiciones también: “No hablar de política en el documental. Y no hablar de pobreza”.
El documentalista Alejandro Chaparro.
P ¿Qué obstáculos tuvo que sortear para la filmación del documental?
R Llevaba cuatro años seguidos presentando el proyecto documental a las convocatorias de cinematografía, y entre las muchas causas de rechazo o no aprobación, estaban las respuestas profesionales de los jurados para no dar el apoyo a este documental: “Así no se hace un documental o hay muchos documentales sobre el Chocó ahora”.
Al tener claro que no había más alternativa que terminar este documental con los recursos a mi alcance, le contesté al Brujo medio en broma: “Brujo, tú tardaste cincuenta años para grabar Son Cepillao con Minue, ahora déjame hacer este documental en cinco años”.
P ¿Qué ocurrió con el documental después de la muerte del Brujo?
R Después de que el Brujo murió debí comerme mis propias palabras. Le había prometido que si no hacía el documental mientras estuviera vivo, no hacía nada. “A mí los homenajes a los muertos me saben a nada. El muerto no disfruta los frutos de su trabajo y los vivos expían su mala fe, quedando como herederos de algo que no les pertenece”, le dije un día, la única vez que nos emborrachamos en el Chocó, mientras bebíamos Madremonte y ron. Seis meses después de su fallecimiento retomé el documental y lo terminé.
P: ¿Cómo fueron los últimos años del Brujo?
R: Recuerdo una tarde en que le hicieron un homenaje en la Media Torta, salía a cantar y cuando volvía atrás del escenario era para que le suministraran oxígeno. Se ponía nervioso y emocionado. Hacía poco le habían hecho una cirugía de corazón abierto. Recuerdo que tres días después que le hicieron la operación alguien golpeó a la puerta de mi apartamento.
Cuando abrí, ahí estaba el Brujo parado con Niche, su esposa, eterna alcahueta y compañera. Casi me da un infarto a mí, verlo así, con los puntos de la sutura que se le asomaban por arriba del pecho, por el cuello de la camisa. Estaban escasos de dinero y había que solucionar la comida. Un año antes de que muriera el Brujo, estábamos filmando y me dijo: “¿Cuándo vamos a terminar el documental?”.
En 1997, un grupo de amigos melómanos y amantes del jazz, Samuel Minski, Antonio Caballero y Miguel Iriarte, decidieron crear un festival internacional de jazz en Barranquilla, como parte de la oferta cultural y de expansión musical de la ciudad. Tras recibir el apoyo de empresas privadas y estatales, la primera edición de Barranquijazz se realizó en septiembre de ese mismo año.
Hoy, Barranquijazz abre su programación con talleres, franja cultural, Barranquijazz a la calle y las galas de conciertos en el Teatro Amira de la Rosa y en el salón Jumbo del Country Club.
El festival comenzará mañana y se celebrará hasta el domingo 14 de septiembre, en diferentes puntos de la ciudad. Entre los invitados especiales al evento están Chick Corea, Jimmy Cobb, Leila Pinheiro e Ismael Miranda.