Preocupantes hechos están ocurriendo con el correr de los días en el departamento del Magdalena, incluyendo a su capital, Santa Marta. El que una ciudad de su tamaño haya sido neutralizada en sus actividades normales por unos planfletos amenazantes difundidos por un grupo armado ilegal movilizó al alto Gobierno para enviar un mensaje categórico de que prevalecerán las instituciones democráticas sin importar los costos.
El alcalde Carlos Caicedo Omar hace esfuerzos por consolidar su liderazgo al frente de un equipo en su mayoría de académicos y toma fuerza un movimiento de opinión nacional para que sea protegido debidamente. Otro detalle preocupante es que la Gobernación del Magdalena y la Alcaldía de Santa Marta están atadas ambas a un Acuerdo de Reestructuración de Pasivos, resultado de sus quiebras financieras que provocaron sucesivos malos gobiernos.
El orden público no mejora y tenemos situaciones que dejan atónita a la opinión pública, como es la de la población de Ciénaga, cuyo comercio organizado se encuentra a merced de las bandas criminales, sin que surja una acción clara de las autoridades para contrarrestar el insólito accionar de estos delincuentes.
Entre tanto, crece el ambiente de desconcierto y desconfianza por los hechos que provienen del Palacio Tayrona, sede del gobierno departamental. El más reciente es el nombramiento en calidad de encargado, mientras se surte la elección formal, del profesional soledeño Cristian San Juan en la dirección general del Hospital Universitario Fernando Troconis, una institución de tercer nivel que ha sido reestructurada en tres oportunidades y que tiene varios de sus servicios suspendidos porque arrastra un déficit de más de 40 mil millones de pesos.
No vemos nada irregular en que un gobernante “importe” funcionarios de otros departamentos, siempre y cuando el escogido posea unas competencias especiales que no existan en el mercado laboral del ente territorial de marras.
San Juan fue derrotado en las elecciones de octubre reciente en su aspiración a la Alcaldía de Soledad en un proceso de depuración democrática de la política de ese municipio y no parece tener la experiencia y la competencia profesional para tan alto cargo.
No ha caído bien su designación, aun cuando sea temporal, y mucho menos si el nombramiento estuvo acompañado de la declaración por parte del gobernador Luis Miguel Cotes de que promoverá cambios profundos en el sistema hospitalario del departamento. ¿Por qué desaprovechó el mandatario esta oportunidad para mandar un mensaje que invite al optimismo? ¿Qué hay detrás de una designación tan inesperada como esta? ¿Cuál es la agenda cierta?
Las inquietudes y la desconfianza que genera el mandato de Cotes como gobernador nacieron desde el mismo momento en que se dio su escogencia por parte del Partido Liberal en una convención donde solo hubo un voto por otro aspirante. La colectividad posteriormente le pidió la renuncia por los antecedentes denunciados del entonces candidato y a la semana éste ya tenía 160 mil firmas por un movimiento denominado ‘Respeto por el Magdalena’.
Antes de tomar posesión, su tía Rosa Cotes Vives, esposa del ex alcalde de Santa Marta José Francisco Zúñiga, condenado por parapolítica, se había erigido como la primera dama o gestora social ya que el Gobernador es soltero. En Santa Marta se asegura que nada se mueve en la Gobernación del Magdalena sin el consentimiento de ella.
En el gabinete aparecen, por otra parte, personas que estuvieron muy ligadas a administraciones recientes que fueron muy cuestionadas. Es el caso de la secretaria de Salud, Sandra Castañeda López, funcionaria de carrera muy próxima a las administraciones de Trino Luna, condenado por parapolítica, y Omar Díaz Granados, suspendido por corrupción. Carlos Nery, secretario de Infraestructura, es hijo de Carlos Nery López, quien en las elecciones parlamentarias fue el candidato conservador a la Cámara de Alfonso Campo Escobar, comprometido en la parapolítica. Y Simón Villamizar Benítez, secretario de Desarrollo Económico, fue el secretario general y asesor del ex alcalde Zúñiga. Inquieta un gobierno Departamental que tiene tantos vasos comunicantes con un dudoso pasado.
Si de respeto por el pueblo del Magdalena se trata, el Gobernador debe revisar su política de selección de los funcionarios en posiciones clave con el fin de que se genere confianza alrededor de su mandato y apoyo popular para la toma de decisiones. La democracia no se termina cuando se cierran las urnas. Es gestión permanente y mucho más en territorios como el Magdalena vapuleado por la mala política, una de cuyas facetas más perturbadoras es la triste asociación de la mayoría de sus líderes con organizaciones al margen de la ley.
Lo esperanzador del Magdalena es la expectativa de cambio que ha generado el alcalde Caicedo, de cuya gestión se esperan mejoras en la calidad de vida de los samarios y un modelo de gobernabilidad —con sólidos anclajes en una ciudadanía activa— que introduzca un nuevo estilo de hacer las cosas, basado en la transparencia, la probidad y la eficiencia.