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No dejan de ser lamentables los estragos que se producen en Barranquilla cada vez que se desata un torrencial aguacero como el acaecido el pasado viernes por la tarde, que paralizó la ciudad y provocó el caos en zonas de alta circulación.

Todavía no se ha encontrado la fórmula efectiva para evitar las emergencias que año tras año se repiten calcadamente en varios sectores de la capital del Atlántico. En dichas emergencias producidas en épocas invernales suelen vivirse momentos de zozobra y pánico debido, en especial, a la fuerza de los crecidos arroyos en los que se producen pérdidas humanas, decenas de damnificados y heridos, vehículos arrastrados, inundaciones, deslizamientos y marcada desolación entre las familias que resultan afectadas con los daños y destrozos que las lluvias producen en sus viviendas.

En esta ocasión los arroyos se desbordaron en diferentes puntos de la ciudad y dejaron un trágico saldo de un menor desaparecido, 10 carros arrastrados por la corriente de los arroyos, inundaciones de viviendas y negocios en 12 barrios, interrupción en el servicio de energía eléctrico así como la caída de árboles, vallas y redes eléctricas. Ni los aficionados que asistieron al estadio de fútbol Roberto Meléndez para ver el partido de las selecciones de Colombia y Ecuador se salvaron de vivir momentos críticos y la lluvia casi les ‘agua la fiesta’ al retrasar una hora y media el inicio del encuentro. De igual manera en ese escenario deportivo se presentaron dificultades con el fluido eléctrico y se inundaron los camerinos de los equipos en contienda, indeseables circunstancias que no contribuyen a reforzar la buena imagen de la ciudad en el marco de un espectáculo de la magnitud internacional como el de las eliminatorias de un Mundial de fútbol.

En el caso de los caudalosos arroyos de Barranquilla, íntimamente ligados al pasado histórico de la ciudad, esas impetuosas corrientes de agua lluvia que desordenadamente recorren la ciudad en cada época invernal se constituyen en verdaderas trampas humanas de las que son víctimas algunos imprudentes ciudadanos que, ya sea a pie o en vehículos, abandonan las debidas precauciones desafiando su mortal recorrido con resultados lamentables. De todas formas es pertinente reconocer la labor que hacen el cuerpo de bomberos, la Defensa Civil, la Policía Nacional, la Cruz Roja, la Oficina de Prevención y Atención de Desastres y otros organismos para manejar oportunamente las situaciones de emergencia en momentos en que se presentan.

De otro lado se pueden mencionar como medidas más de fondo para enfrentar ese crónico problema la serie de obras emprendidas por la Alcaldía Distrital y el Foro hídrico en los últimos años para canalizar peligrosos ‘ríos pluviales’, entre ellos: Las Malvinas, El Don Juan, Santodomingo, La Esmeralda, Ciudad Modesto, La Paz y Nueva Colombia. Asimismo actualmente se ha proyectado la canalización de otros arroyos en el marco de la segunda etapa del proyecto de diseño y construcción de canales pluviales en el Distrito de Barranquilla, así como la obra de Valorización II del alcantarillado pluvial del temible arroyo La María la cual se está efectuando por debajo de la vía. Igualmente hay que tener en cuenta que uno de los ocho proyectos básicos dentro del programa ‘Ciudades Sostenibles y Competitivas’, del BID y Findeter, es el plan maestro de drenaje pluvial para las intervenciones de los arroyos La María y el de la calle 84, así como el proyecto de pre-inversión de El Salado II.

Es deseable que, por el bien de la comunidad, todas estas obras se aceleren para una solución definitiva al problema de los arroyos en la capital del Atlántico. Mientras tanto la ciudadanía debe tomar todas las prevenciones del caso para evitar retar los ríos urbanos que recorren nuestras calles barranquilleras.