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La presente semana ha sido destinada por el Gobierno Nacional a la Prevención del Embarazo Adolescente. En la misma se desarrollarán múltiples programas dirigidos a contrarrestar esta problemática que afecta a gran parte de la población juvenil en el país.

En tal sentido, todas las instituciones del Estado han diseñado actividades para el abordaje intersectorial de este fenómeno que ha sido definido como una prioridad por parte del Conpes 147.

Es por eso que instituciones adscritas a los ministerios de Salud, Educación, Trabajo, Cultura y Recreación y Deportes participarán activamente alrededor de la prevención de tan altas cifras de adolescentes embarazadas en nuestro país.

Según datos del Fondo de Población de las Naciones Unidas, de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud-2010 y del Dane, Colombia posee una de las más altas tasas de embarazo adolescente en Latinoamérica ya que afecta a una de cada cinco jóvenes entre 15 y 19 años, de los cuales el 64% son hijos no deseados.

El número de partos en púberes de 10 a 14 años en el 2010 fue de 6.315 casos, produciéndose 84 nacimientos por cada mil adolescentes. El 26,7% de jóvenes que van a dar a luz se presentan en el campo, y el 17,3%, en las zonas urbanas. Como dato llamativo, el porcentaje de embarazadas es mayor en las clases económicas menos favorecidas (30%) que en los hogares de altos ingresos (7%).

La realidad nos lleva a reconocer que, con respecto a anteriores generaciones, existe un visible adelanto en las edades de iniciación sexual, así como un aumento de la frecuencia en las relaciones entre mozalbetes.

Como factores causales del fenómeno en mención se pueden citar: carencia afectiva en familias desintegradas o disfuncionales; rebeldía del adolescente, que toma la sexualidad como bandera de independencia; inadecuado uso del tiempo libre; limitado acceso a la educación, desconocimiento de métodos anticonceptivos; situaciones de escape a violencia intrafamiliar y abuso sexual; falta de oportunidades ocupacionales y de empleo; desórdenes menstruales por deficiente nutrición, etc.

También en esta problemática inciden la facilidad de los muchachos para comunicarse (celulares, Internet, redes sociales, etc.) y hacer contacto entre ellos, la falta de control y supervisión de los padres, el incremento de sitios sociales de encuentro de jóvenes (proliferación de fiestas, reuniones sociales, moteles, discotecas, etc.). A esto agregamos el alto consumo de licor o de drogas que debilitan la voluntad y desorientan más a los adolescentes.

En consecuencia, a una significativa parte de nuestra población –impulsada por la curiosidad y la falta de orientación– le toca aterrizar en el mundo adulto de una manera inesperada y prematura sin estar preparados para enfrentar las obligaciones de padre ni haber alcanzado ellos mismos un óptimo grado de madurez emocional. Como decían nuestros campesinos, “maduran biches” y algunos “crecen pasmados”.

En todo esto la más sacrificada suele ser la mujer, dándose en muchas ocasiones situaciones de madresolterismo, aborto, intromisión de padres, etc.

Es por eso importante que todos apoyemos este gran esfuerzo estatal por prevenir el embarazo prematuro, de tal manera que nuestros adolescentes no se salten etapas de su vida ni traigan al mundo más colombianos no deseados. Impidamos el desperdicio de los mejores años de gran parte de nuestra juventud desorientada y frustrada por asumir obligaciones para las que aún no están suficientemente preparados.

Evitemos que nuestros jóvenes precozmente salten de la niñez a la adultez, sin vivir a plenitud la mejor etapa de su vida: la juventud.