
Los argentinos lloraron ayer la muerte de medio centenar de personas en una de las mayores tragedias ferroviarias que ha sufrido el país y piden establecer responsabilidades por un accidente que ha puesto de manifiesto la precariedad del servicio.
El tren siniestrado pertenece a la red de cercanías de Buenos Aires gestionada por TBA, propiedad de los hermanos Cirigliano, uno de los grupos de transporte más poderosos del país, relacionados por la prensa local con el exministro Ricardo Jaime, investigado por corrupción.
En medio de la polémica, Roque Cirigliano afirmó ayer que el tren 'estaba en buenas condiciones' y calificó el servicio como 'aceptable', en una breve visita a la estación de Once, el escenario del siniestro. '¿Cincuenta muertos te parece aceptable?', le increpó uno de los pasajeros, mientras el directivo abandonaba el recinto precipitadamente en medio de la indignación de los viajeros.
EFE





















