Archivo El Heraldo"Un nuevo escenario del acceso a los contenidos de la web requiere de la posibilidad de legalizar lo que ahora no lo es

Internet, tal como lo conocemos hoy, está en juego. El debate mundial sobre los alcances de la regulación del acceso a los contenidos de la web, que revivió hace unas semanas a raíz de las llamadas ley Sopa y Pipa propuestas en Estados Unidos, ha evidenciado la necesidad de establecer reglas claras en cuanto a la protección del derecho de autor en la red.

Si bien estas dos medidas apuntan a atacar la piratería, las voces en su contra coinciden en que el modo en que lo quieren hacer resulta excesivo en un contexto como el de internet, que ofrece infinitas posibilidades para desarrollar métodos innovadores. De entrada, los usuarios manifestaron su rechazo alegando restricciones para la libre expresión, pues ambas leyes buscan regular internet de manera expedita, es decir, evitando los procesos judiciales.

Carolina Botero, abogada experta en derecho de autor en nuevos medios, dice que regular de esta forma el acceso a internet y los bloqueos de contenidos para perseguir la piratería genera un riesgo muy alto de que la acción constituya una violación a la libertad de expresión y/o pueda ser usada con ese fin.

Para la experta, las medidas expeditas ignoran garantías como el debido proceso y aplicadas de forma indiscriminada, sin un juez de por medio, puede violar otros derechos fundamentales, entre ellos la libre expresión.

Alrededor del mundo han sido frecuentes las iniciativas de este tipo, y todas sin excepción reciben el rechazo tajante de los usuarios, con la excusa de que atenta contra el principio fundador de la web: el intercambio libre de información. Lo complejo de la situación será definir la línea que separa los derechos de autor con el transito libre de información.

“Por ejemplo, si en un blog alguien para ilustrar una información sobre la historia de los musicales en Colombia utiliza un viejo video de El show de Jimmy, ¿pueden acusarlo de infringir una ley?, ¿no se supone que la información es libre?, ¿está por encima el derecho a la información que el derecho de autor de la obra audiovisual en mención?”, cuestiona Alfredo Sabbagh, director del Centro de Producción Audiovisual de Uninorte.

¿Y la industria cultural?. Con internet desapareció la intermediación entre el creador de bienes y el consumidor, lo que limitó el poder de los sistemas tradicionales de distribución. Así que nos encontramos con un público acostumbrado a no pagar por lo que consume, de ahí que el 70% de usuarios de la web no encuentre nada de malo en la piratería online.

“Debemos ser sinceros: el derecho de autor le importa a los autores, no a los consumidores. Si alguien puede bajar por internet una película, lo hará”, apunta Sabbagh.

Hoy las grandes industrias hablan de pérdidas cuantiosas por causa de la piratería. El tráfico ilegal de obras artísticas, obviamente, influye en la estabilidad de la industria, al tiempo que afecta los ingresos que recibe un artista por su trabajo.

En cuanto las cifras de pérdidas, Juan Carlos Borrero, de la Fundación Software Libre de Colombia, asegura que la industria está empeñada en mantener modelos y formas de hacer negocio con las obras protegidas por el derecho de autor, que no son compatibles con los desarrollos tecnológicos.

“Es difícil medir las supuestas pérdidas por la piratería, pues suponen que cada descarga suplanta una compra de un medio físico, cosa bien alejada de la realidad”, agrega Borrero, quien destaca el papel de empresas online como Netflix, i-tunes, Xbox o IPTv, que se han adaptado con nuevas formas de hacer las cosas.

Encontrar el equilibrio. Según Catalina Botero, la realidad social y tecnológica ha desbordado la posibilidad jurídica de control, lo cual pone a la industria a analizar opciones diferentes a la criminalización y reforzamiento del derecho de autor por sí misma.

Una regulación que busque acabar con la piratería online deberá darse en un punto medio que respete el derecho a compartir información y ataque la ilegalidad. En últimas, se trata de hacer legal lo que en estos momentos no lo es, pero sin correr el riesgo de convertir los contenidos en productos privilegiados y de difícil acceso.

Para Wilson Nieto, profesor de Ingeniería de Sistemas de Uninorte y doctor en ciencias computacionales, hay que hallar el equilibrio derivado de procesos de investigación e innovación y los grandes consumidores.

“La industria debe encontrar mecanismos para difundir sus productos y servicios teniendo la posibilidad de acceder a unos recursos que hagan viable su crecimiento; y la comunidad en general debe comprender que la generación de conocimiento implica hacer inversiones en infraestructura y talento humano”, concluye Nieto.

¿Habrá que redefinir el concepto de piratería?

Una de las razones para que los proyectos de ley Sopa y Pipa hayan sido reconsiderados por los congresistas de Estados Unidos, tiene que ver con el hecho de que la percepción generalizada del público fue que según estas medidas todos podrían ser considerados infractores si comparten algún contenido por internet.

Carolina Botero señala que el concepto de piratería es tan largo como ancho que debe ser replanteado. “Supone que quien accede a una copia no autorizada le genera un perjuicio económico al titular, al autor y a los intermediarios que han participado en su producción legal, de modo que se cree que cada copia descargada es una copia no vendida, lo cual no es cierto ”.

En este sentido, sería importante definir en qué condiciones el que descarga un bien está realmente cometiendo un delito. Sin duda, este y otros aspectos merecen más análisis.

 

 

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